En el año 2005 la agencia publicitaria
Sra. Rushmore impactó al público con su ya clásico spot del
“el corazón tiene razones que la razón no
entiende”.
Atlético de Madrid
En él, un inmigrante sudamericano
envía una carta a su familia en la que les relata una realidad
edulcorada, en la que habla de que le va “muy chévere”, que vive
en un departamento “en el puritito centro”, que en España a sus
“paisanos” les “repetan mucho”, y que cambia de trabajo cada
semana porque hay “tantos lugares lindos para trabajar...”.
La parte fuerte del anuncio llega
cuando narra a sus padres cómo los domingos va al fútbol. “Me
hice socio del mejor equipo de acá. Lo ganamos todo. Te sientes
grande en esa cancha”, les asegura...
ERA UN ATLÉTICO DE MADRID TRISTE
Aquel Atlético de Madrid venía de
bajar a Segunda, y fue entonces cuando la Sra. Rushmore saltó a la
fama con el “un añito en el infierno” (2000), que por desgracia
se duplicó. Fruto de ello, la agencia creativa se consagró con el
“papá, ¿por qué somos del Atleti?” (2001).
El Atleti consiguió ascender en 2002,
pero durante años sumó temporadas mediocres y decepciones (2002-03-
12º; 2003-04- 7º; 2004-05- 11º) que daban pábulo a ese tipo de
spots que alimentaban la imagen de un Atlético de Madrid venido a
menos, un perdedor atractivo, un galán de cine retirado, el pupas...
Un grande sin memoria...
Fue en 2007, dos años más tarde,
cuando empecé a escribir crónicas en este blog. Las cosas no habían
mejorado mucho (2005-06- 10º; 2006-07- 7º) en un equipo que sólo
conocía Europa a través de dos participaciones en la prestigiosa, y
por suerte ya difunta, Intertoto... Por eso decidí darle este
nombre, un grande sin memoria. Un club históricamente grande, pero que padecía una
amnesia severa que le impedía volver por sus fueros.
MI PRIMERA CRÓNICA
Mi primera crónica fue precisamente
con motivo de un derbi. El del primer (y único) gol de Fernando
Torres frente al Real Madrid con la camiseta rojiblanca (1-1). El del
primer punto (y único hasta hoy...) contra los blancos en el Vicente
Calderón, tras los cuatro primeros años desde la vuelta a Primera
perdiendo... Por ello lo titulé “un punto... de inflexión”.
Por entonces, pensaba que Torres (que se
marcharía ese verano) se quitaría con ese tanto la presión y los
fantasmas que rodeaban a la portería del eterno rival. Y en el caso
del equipo, la demostración palpable de que se podía ganarles creía
que también supondría un paso para que esa nueva victoria ante el
vecino rico estuviera más cerca... Pero no fue así. Eso tardó en
llegar. Seis años más...
Durante todos esos años fui pudiendo
enterrar malas rachas y contárselas en este blog. La vuelta a Europa
tras siete años fuera (2007), el regreso a la Champions después de
once temporadas (2008), volver a levantar un título 14 años después
(2010)...
Sólo había una espina que aún no me
había quitado. Poder narrarles una victoria en un derbi. Lo que dio
lugar a posts como “Por favor, pongan fin a esta condena”; “A revertir la tendencia”; o “goles, por favor, goles”, y que
durante varios años tuviera que venderles como reliquia la portada del Marca de la última victoria frente al Real Madrid (30 de octubre de 1999).
LA FINAL DE COPA BORRÓ TODOS LOS
COMPLEJOS
Todo eso se acabó el pasado 17 de mayo
en la Final de la Copa del Rey. Lo que dio lugar a mi artículo de la
semana pasada, “No hay dos sin tres”, que por fortuna se ha
cumplido.
El Atleti lo volvió a hacer y anoche,
como en 1992 y en 1999, ganó por segunda vez en el mismo año al
todopoderoso Real Madrid.
Esta vez sí, los fantasmas, las
maldiciones, las estadísticas en contra, los complejos, el mal
fario, las supersticiones... todo, se borró de un plumazo para dar
paso a un Atlético de Madrid que muy pronto dio un puñetazo en la
mesa (Diego Costa marcó en el minuto 10) y se plantó en el estadio
Santiago Bernabéu como un equipo superior que sólo permitió al
Real Madrid lanzar dos veces a portería (Benzema y Morata) en las
que Courtois intervino con éxito.
RODEADO DE MADRIDISTAS
Vi el partido en un bar rodeado de seis
colegas madridistas (no me quedó otra) en un centro comercial
abarrotado y en una mesa no demasiado cercana a la televisión.
El encuentro empezó con una jugada
embarullada en el área rojiblanca en la que, tras un par de
rechaces, Godín actuó como frontón a disparo de Isco. Ese comienzo
me hizo temerme una prolongación del partido de la Final de Copa,
donde el Atleti fue un ejemplo de brega, lucha y sacrificio e hizo un
encomiable esfuerzo defensivo, pero la fortuna (tres postes) y el
acierto de Courtois (dos paradones en la prórroga a Higuaín y Ozil)
serían difíciles de igualar en un guión similar. No tuvo nada que
ver. En la película que dirige Simeone, el Atleti es protagonista.
EL ATLETI VOLVIÓ A ADELANTARSE
Así, su nueva estrella, Diego Costa,
marcó el primero, el octavo en su cuenta (Pichichi con Messi) en la
primera que tuvo.
primera que tuvo.
Di María se pone a regatear en campo
propio, Filipe se la roba, pelota para Koke (su sexta asistencia...)
que con magia dibuja un pase entre Pepe y Arbeloa para Diego Costa,
y el brasileño le bate con una sangre fría y una maestría como si
llevara marcando goles en el Bernabéu toda la vida (es el segundo
que les mete allí en cuatro meses). 0-1, sí. Pero no era ése un
resultado desconocido para el Atleti en el Santiago Bernabéu. De
hecho, desde el regreso a Primera (2002) habían sido seis las
ocasiones en las que el Atleti se había adelantado: 2002-03- 0-1-
Javi Moreno (11'); 2006-07-
0-1- Mista (5'); 2007-08-
0-1- Agüero (1'); 2008-09-
0-1- Forlán (37');
2009-10- 0-1- Reyes (10'); 2011-2012-
0-1- Adrián (16').
En
todas esas ocasiones, el Real Madrid consiguió empatar el partido,
incluso voltearlo, antes del descanso. Eso no ocurrió anoche. El
Atleti se marchó por primera vez al vestuario en el intermedio
ganando el derbi. Por ahí comenzaron las novedades.
EL MADRID NO
TOCÓ A REBATO
El
Real Madrid no tuvo anoche el clásico toque a rebato, tantas veces
comandado por Raúl, que le permitía levantar el choque y que
acobardaba a los rojiblancos, que no se creían su papel de
victoriosos. Sus únicas llegadas con peligro fueron sendos cabezazos
de Benzema, en uno obligó a una buena estirada a Courtois, y otro de
Cristiano Ronaldo. El portugués comenzó a dar muestras de que no
era su día con un disparo lejano que mandó al segundo anfiteatro
mediado el primer acto.
Por
su parte, el Atleti esperaba ordenado atrás e intentaba salir veloz
a la contra. Además de llevar un peligro endiablado cada vez que
había alguna acción a balón parado. Así llegó la ocasión más
clara del Atleti tras el gol, en un corner puesto magistralmente como
siempre por Milinko Koke que cabeceó Godín, parada abajo de Diego
López, y en el rechace se lanza valiente a los pies de Diego Costa
para evitar el 0-2. Ambos chocaron, lo que provocó que el portero
blanco lanzara una patadita al brasileño al levantarse, lo que no
sentó nada bien al temperamental ariete colchonero. Ambos
protagonizaron un caliente enganchón con el balón parado. Diego
Costa es un crack, pero debe serenarse. Muchas veces roza la
expulsión.
EL
BAILE DE TELES...
El
descanso llegó para mí como un oasis en el que poder rebajar la
tensión. Viví la segunda parte de una forma peculiar. En el gol de
Diego Costa, no se lo he contado, me ocurrió algo curioso. Cuando el
brasileño se plantó solo ante Diego López, los aficionados
atléticos (muchos, por cierto) que veían el partido en el bar de la
izquierda ya cantaban el gol. No porque lo intuyeran. Porque lo
vieron. La señal de sus televisiones llegaba al menos dos segundos
antes que la nuestra, lo que provocó mi cara atónita cuando no pude
disfrutar de la explosión de júbilo al marcar el 0-1. Antes de que
Diego Costa tirase, ya sabía que había sido gol. La cara que tuve
que poner, provocó las risas de mi amigo Curro.
Esa
circunstancia hizo que durante todo el resto de partido (en la
segunda parte más), cada vez que había una acción de peligro me
agachaba para verla en el bar de al lado (había un techo que desde
mi posición me impedía ver la tele completa).
Así
que cuando al cuarto de hora Villa dejó solo a Diego Costa ante
Diego López, yo sabía dos segundos antes que mis compañeros que su
tiro abajo lo salvaría el meta gallego.
Cuando
Cristiano dos minutos más tarde lanzó una falta en la frontal, yo
ya conocía un instante antes que su destino volvería a ser el
segundo anfiteatro...
Y
cuando Courtois rechazó con el pecho un disparo blando de Cristiano
(el belga pareció en algunos momentos extrañamente nervioso), yo
suspiraba aliviado antes que el resto sabiendo que Modric la mandaría
por encima del larguero.
En
estas circunstancias, es curioso ver las mismas reacciones (los huys,
las lamentaciones, las manos a la cabeza...) en distintos grupos, con
dos segundos de desfase.
NO
SE SUFRIÓ
La
realidad era que, pese a lo apretado del resultado, el Atleti no
sufrió como en visitas precedentes al Santiago Bernabéu. La mayor
parte del tiempo el balón estaba lejos de la portería rojiblanca y
el Real Madrid no encontraba el camino a Courtois.
Al
final del choque, se condensaron varias buenas ocasiones por ambos
bandos.
A
sólo diez del final, un balón suelto en el área lo recogió Koke,
el canterano madrileño recortó con clase a Khedira con la derecha,
y la puso con la izquierda en la escuadra de Diego López. Pero el
larguero, desagradecido, la escupió. Los comentarios de que esas
oportunidades perdidas se acabarían pagando eran inevitables. Pero
eso eran otros tiempos.
A
renglón seguido, Morata remató en un precioso escorzo y obligó a
Courtois a lucirse (la única vez), y sacó al madridismo sus únicos
gritos de aliento y esperanza durante todo el partido, coreando el
nombre de su canterano.
Después,
Tiago lanzó con rosca tocando el poste izquierdo de Diego López; y la última
la tuvo de nuevo Morata, que envió al lateral de la red una pelota
rechazada en el área.
GRITOS DE ATLEEETI, ATLEEETI
Dos
segundos antes que mis compañeros de bar pude cantar victoria, y con
un “amigo” del Barça que vio la segunda parte con nosotros
iniciamos una ovación cerrada, que seguimos con un par de
Atleeeeeti, Atleeeeeti a los que se sumó gran parte del centro
comercial, acompañado de las sonrisas de otra gran parte.
Y
LO MEJOR...
El
Atleti volvió a ganar al Real Madrid, también en Liga, casi 14 años
después. Y lo mejor no es la clase de Koke; el instinto goleador y
la pasión, desbordados, de Diego Costa; la elegancia de Arda Turan;
la garra de capitán de Gabi; la finura de Filipe Luis; o los
reflejos de Courtois. Lo mejor es ver, como aquel Atlético de Madrid
de la final de 1992 insuflado por la arenga de Luis Aragonés, cómo
en una misma jugada hasta tres jugadores del Atleti van al suelo a la
disputa del balón (Filipe, Koke y Arda. Pero ocurrió en más de una
oportunidad) y llegan ese segundo antes (en este caso uno,
no dos) que el eterno rival de blanco.
Lo
mejor es ver cómo, gracias al carácter ganador del Cholo Simeone, nos
hemos convertido en “el mejor equipo de acá” (de Madrid, y casi
de España). Lo mejor es disfrutar de cómo “lo ganamos todo” (el mejor arranque en la historia del Atlético de Madrid. Siete de siete). Lo
mejor es ver cómo “te sientes grande en esa cancha”. En la
nuestra, y en la suya. Porque los madridistas buscaban "rival digno
para derbi decente”. Y lo han encontrado. Lo mejor, es que ahora no
les gusta. Allá donde esté ese aficionado sudamericano,
estará orgulloso de haberse hecho socio del Atleti. Y lo mejor es
que ya he podido contarles una victoria en un derbi. Una no. Dos. Y
espero seguir contándoselas. Gracias Dios, por hacerme del Atleti.