lunes, 28 de octubre de 2013

Una familia bien avenida

El Atlético de Madrid echó anoche una manita al liderato. 5-0 al Betis para olvidar la derrota de Cornellá, seguir protagonizando unos extraordinarios números (tiene al Pichichi, Diego Costa con once goles, y al Zamora, Courtois con siete) y echar una mano al liderato, que se mantiene a un punto de distancia.
El Atleti no es líder, aunque lleva toda la temporada mereciendo tal posición, porque su vecino más enconado, el otrora eterno rival (ahora venido a menos), no le echó la manita que le hacía falta puntuando en el Camp Nou.
Por primera vez en mi vida, presencié un partido del Real Madrid queriendo que puntuara. Quería un empate para poder haber visto hoy al Atleti líder de la tabla. Una victoria blanca también nos valía para tal fin. Pero querer que gane el Madrid ya sí que está feo.
Así que como el Madrid no ayudó (tantos años “ganándoles” nosotros al Barça...), la manita se la echó el Atleti a sí mismo... y al cuello del Betis.
Llegué con mi padre a la grada justo cuando el de megafonía anunciaba el minuto de silencio en memoria de María de Villota. Fue sentarnos, y el Atleti sacó de centro.

EL 1-0, A LOS TRECE SEGUNDOS
Sacó Oliver (por primera vez titular en Liga) para que Koke retrasase la bola hacia Tiago. Diego Costa y Villa salen disparados como flechas y el portugués pega el pelotazo arriba (tres segundos).
Despeja un zaguero bético, pero la pelota cae a pies de Koke (seis segundos), que combina con Diego Costa. El brasileño intenta un recorte, pero Jordi corta (ocho segundos). El rechace vuelve a Koke, que intenta conectar con Costa, pero es Jordi el que le devuelve la pared (once segundos) y ya dentro del área, asiste al segundo palo para que llegue Óliver Torres, libre de marca, y haga el 1-0 a placer.
La jugada duró tan sólo trece segundos, el gol más rápido en la historia del Atlético de Madrid.
Leer su evolución, paso a paso, ha debido llevarles en torno a 25 segundos... Al menos es lo que a mí me ha llevado (me he cronometrado).
La celebración del tanto demostró la alegría efusiva de todos por ver cumplido el sueño de un niño, en su debut como titular.

HOMBRES CONTRA NIÑOS
El primer cuarto de hora del Atleti fue notable. Presionó arriba haciendo parecer a los futbolistas del Betis niños, a los que la pelota les duraba menos tiempo que lo que tardó el equipo rojiblanco en hacer el primero. El más niño sobre el campo, Óliver, se gustaba dibujando pases a lo Laudrup, y en uno de ellos, la puso con una sutileza embriagadora en la cabeza de Godín. Pero el uruguayo la mandó fuera. Si metiera todo lo que remata, le quitaba el Pichichi a Diego Costa.
El asedio rojiblanco bajó en intensidad en los minutos posteriores y el segundo sólo rondó la portería bética en varios corners consecutivos de Milinko Koke, que esta vez no hizo honor a este apodo y no la levantó un metro. Pese a ello, en uno de los intentos Sara tuvo que evitar un gol olímpico.

UN ÚNICO EQUIPO
Con corners o sin ellos, el único equipo en el campo era el rojiblanco. El Betis pareció tan poco Chuli como el nombre de su delantero centro (que ni la olió) y el más participativo era el nigeriano Nosa, que parecía un tercer central y que cada vez que la cogía intentaba ir de área a área. Aunque su acción más destacada fue una entrada brutal a Diego Costa en la que casi le parte el tobillo.
Antes del intermedio, el Atleti sí buscó el 2-0 con más ahinco. Primero fue Villa con un cabezazo que parecía blando, pero que iba a la escuadra y obligó a la estirada de Sara. Y después Diego Costa. Dos veces. En la primera rompió a Jordi por velocidad, pero luego lanzó al lateral de la red; y en la segunda culminó un contragolpe magistralmente llevado por Óliver con un toque picado que se encontró con la manopla acertada de Sara. Y así llegó el descanso, como una tabla de salvación para el Betis. Sólo fue un oasis.

VILLA REVIENTA SU MALA RACHA
Fue un oasis porque el Atleti le negó nuevamente el agua al Betis en el segundo acto y David Villa finiquitó el partido y su mala racha (siete encuentros sin marcar) en cinco minutos.
En el 52, Filipe Luis (da gusto verle pisar más el área ajena que la propia) la cuelga al primer palo, y Villa se tira en plancha para cabecear cruzado el 2-0.
Y en el 57, rápida contra, Koke busca a Diego Costa, pero una vez más la defensa bética vuelve a ser el mejor pasador rojiblanco y asiste para que Villa aparezca en el flanco derecho, siente a Cedric con un recorte y la reviente con la zurda (3-0). Con ese trallazo el asturiano estaba estallando todas las dudas, propias y extrañas, generadas en torno a su figura en el último mes (no marcaba desde el 14 de septiembre frente al Almería).
Nuevamente, las caras de felicidad en la celebración eran unánimes, esta vez sabedores de que el Guaje necesitaba estos tantos.

EL GOL DE DIEGO COSTA
“Falta el gol de Diego Costa”, le anuncié a mi padre. Y el gol del hispano brasileño llegó. Nueva contra, control exquisito de David Villa en el que la defensa bética reclamó mano, no me extraña, porque la pinchó con un guante, y la pone a la espalda de la zaga para que Diego Costa la cruce firmando su undécimo gol en diez jornadas (4-0). Le saca tres goles a Messi y a Cristiano. Casi nada. Y la familia atlética que vuelve a abrazarse de nuevo en torno a su nuevo ídolo.

Y, POR FIN, EL GOL DEL CAPITÁN
Pudo llegar antes el tercero. Pudo firmar Villa su hat trick. Pudo hacerlo Adrián. Pero lo hizo sin duda quien más se lo merecía. El capitán, el gran capitán, Gabi, negado con el gol más de un año, recogió un rechace en el área y por fin su volea encontró las mallas (5-0).
Y aunque era el minuto 92 y suponía un abultado 5-0, el equipo del Atlético de Madrid volvió a apiñarse en torno a su capitán, porque conocían de lo especial para Gabi de ese tanto.

UNA FAMILIA...
Y es que en la celebración de cada tanto, en los gestos de complicidad y de alegría sincera cuando un niño cumple un sueño; cuando un veterano corta una mala racha; cuando un nuevo ídolo se afianza en el Pichichi; o cuando un capitán salda una cuenta pendiente, se ve que el Atlético de Madrid se ha convertido en algo más que en un equipo de fútbol. Es una familia bien avenida que se echan “una manita” los unos a los otros según sea necesario. Un grupo con un cabeza de familia, el Cholo Simeone, que es el responsable de este milagro. Y eso, vale más que cualquier fichaje multimillonario. Porque eso, no se consigue a través de ningún crédito de Bankia.

miércoles, 23 de octubre de 2013

Diego Costa, como el caballo del Cid

Don Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, fue una de las principales figuras de la Reconquista de la Península Ibérica.  Las hazañas en batalla de este caballero castellano de gran valor y coraje, capaz de doblegar cualquier incursión musulmana que llegase desde el sur, le convirtieron en un héroe de tal magnitud que incluso llegó a proclamarse Príncipe y señor de Valencia, tras conseguir conquistar la ciudad con su propia mesnada.
El Cid muere en 1099 y cuenta la leyenda que en un ataque árabe sobre Valencia, poco después de su muerte, su mujer, Doña Jimena, ante lo desfavorable de la contienda decide vestir a su difunto marido, armado con su espada Tizona y montado sobre su caballo Babieca, y le colocó en lo alto de una colina bien visible. Su sola presencia, hizo huir a las tropas musulmanas y es ahí cuando nace el mito de que el Cid Campeador ganaba batallas incluso después de muerto.

DIEGO COSTA NO IBA A JUGAR
Se estuvo hablando todo el lunes y todo el martes de que la presencia de Diego Costa en el Ernst Happel de Viena (allí donde Fernando Torres y Luis Aragonés nos dieron la Eurocopa hace ya cinco años. Ha llovido...) estaba descartada por un golpe en el tobillo y que sería una buena oportunidad para que David Villa recuperase el acierto goleador (no jugó ni un minuto).
Como en otras oportunidades, la prensa acertó de pleno: Villa, suplente y Diego Costa, titular.

EN EL BAR ESTABA PUESTO EL BARÇA
Llegué con mi amigo Chechu al bar a eso de las nueve menos veinte (ya no tengo ni Digital Plus, ni Gol T, ni ná de ná) y éste le preguntó al dueño si iba a poner al Atleti o a “los suyos” (es del Barça).
Antonio respondió que iba a poner “el fútbol, claro”, en alusión al Barcelona, cuyos futbolistas ya aparecían en el televisor (tenía puesto TVE). Sin embargo, la concurrencia nos dijo que no nos marchásemos, que iba a poner al Atleti. “Claro, si además es del Atleti”, dijo una señora señalando el escudo de la sudadera de Chechu.

OTRA ASISTENCIA DE KOKE
Así que sí, puso al Atleti y nos quedamos a verlo. A los pocos minutos, ocho en concreto, los rojiblancos hacen el primero. Pase excepcional de Milinko “bandejas de oro” Koke, que deja solo con su asistencia profunda a Raúl García y a Filipe. Por suerte, el primero (en claro fuera de juego) se aparta para que el segundo, que entró como una bala, le asista en segunda instancia para poner el 0-1. El gol ni lo cantamos, ya que la clara posición ilegal en el inicio del navarro nos dejó un poco “fuera de juego”.

LA CABALGADA DE DIEGO COSTA
Sólo doce minutos más tarde, Diego Costa demostró que si estaba lesionado, lo disimula muy bien. Pase largo de la zaga atlética, Raúl García la deja de cabeza para Diego Costa en campo propio... y a correr. Con el control deja atrás al primero, cabalga 40 metros y ya casi en la frontal un preciso recorte tumba al segundo y deja mirando a un tercero. Sólo el portero Lindner podía salvarles. Pero el hispano brasileño le ha cogido el gusto a eso de definir. Raso y cruzado. 0-2.


LA COPA DE EUROPA DE ANTAÑO...
Con la cómoda ventaja, el partido se convirtió en un paseo que propició que Antonio divagara acerca de cómo la Copa de Europa se ha convertido en puro negocio, que equipos como el Austria de Viena no deberían jugarla, y que esto deberia ser como hace 20 años: que sólo fuera el campeón, y eliminatoria tras eliminatoria con sorteo puro.
A su juicio, con este sistema, Barcelona y Real Madrid no habrían conseguido ni una sola Champions más.
Mientras tanto, Chechu y yo debatíamos sobre lo muchísimo que ha mejorado Diego Costa (digan lo que digan sobre que Falcao le eclipsaba, este futbolista es otro) y sobre la explosión de futbolistas como Filipe Luis. “Con Quique o Manzano me daba asco y ahora ha aprendido a jugar al fútbol de lujo”, sentenciaba Chechu.
La tertulia sólo se vio interrumpida por una tremenda volea de Hosiner que sacó astillas a la parte interior del larguero de Courtois. El espectacular remate llegó a la espalda de Juanfran... otra vez.

Y MÁS DIEGO COSTA
Llegó el descanso, y comentábamos la conveniencia de sentar a Costa si estaba tocado y dar paso a Villa, para ver si ganaba confianza con algún golito. Pero eso no ocurrió.
Los goles este año son competencia exclusiva de Diego Costa.
Triangulación Raúl García, Insúa (que sustituyó a Filipe, lesionado en el abductor) y Diego Costa, y nueva definición de cirujano del hispano brasileño (a ver si se aclara) para poner el 0-3. Está tan de dulce que casi sin verla le salió un control perfecto con la zurda, después de que se la comiera el defensa.
Entonces sí se marchó Diego Costa. Pero no entró Villa. Sino el Cebolla. Y después Adrián.

Y no hubo más goles. Porque no estaba Diego Costa. Que apareció cuando lo daban por muerto para ganar otra batalla. Pero éste no es el Cid. De ser alguien sería Babieca, su caballo. Que con su galope lo arrasa todo allá por donde va. Ahora, también en la Champions. Y que dure.

domingo, 20 de octubre de 2013

La maldición de Miguel Muñoz

Ni Sevilla (1-3), ni Rayo (5-0), ni Real Sociedad (1-2), ni Almería (4-2), ni Valladolid (0-2), ni Osasuna (2-1), ni Real Madrid (0-1), ni Celta (2-1) habían sido capaces de sacar ni un solo punto esta temporada al Atlético de Madrid. Ocho de ocho. De hecho, la mayoría de estos rivales ni tan siquiera estuvieron cerca de puntuar, y sólo el Celta realmente sembró la incertidumbre sobre el resultado al final del partido.
Algo similar había ocurrido con el FC Barcelona. Levante (7-0), Málaga (0-1), Valencia (2-3), Sevilla (3-2), Rayo (0-4), Real Sociedad (4-1), Almería (0-2) y Valladolid (4-1) habían sido sus víctimas hasta el momento, y sólo los sevillistas habían estado realmente cerca de puntuar.

OPORTUNIDAD HISTÓRICA
Ambos conjuntos lideraban la tabla y se enfrentaban a una oportunidad histórica: igualar el mejor inicio de la historia de la Liga, el del Real Madrid de Miguel Muñoz en la temporada 1968-69 con nueve triunfos. Pero ninguno lo hizo.
El Barcelona no pasó de un mediocre 0-0 en el Reyno de Navarra, lo que me hizo frotarme las manos con la posibilidad de conseguir el liderato en solitario, igualar el récord histórico y, soñando más allá, poder superarlo la próxima semana ganando al Betis en casa.
Pero no pudo ser.
MIGUEL MUÑOZ, UN HOMBRE RÉCORD
Miguel Muñoz seguirá ostentando ese récord, que no es precisamente el único con el que cuenta este laureado entrenador fallecido hace ya más de 20 años.
Hasta hace no mucho, era el entrenador con más partidos en Primera División (608), siendo superado en la historia reciente por Javier Irureta (614) y por Don Luis Aragonés (757).
La mayoría de esos encuentros los dirigió en el Real Madrid (424), lo que le convierte, con mucho, en el técnico que más veces se ha sentado en el banquillo blanco (el segundo es Del Bosque con casi un tercio de partidos: 153).
Y vista la superioridad demostrada por culés y colchoneros hasta la fecha, parece como si el propio Miguel Muñoz les hubiera lanzado una maldición desde el más allá para mantener ese récord como suyo.

OCASIÓN PERDIDA
Cuando el Atleti cayó anoche en Cornellá, fue la pérdida de esa ocasión de hacer historia lo que más me dolió. La primera derrota tenía que llegar más tarde o más temprano (aunque con remontadas como la de Oporto el equipo pareciera imbatible); perder el liderato no es preocupante porque la próxima jornada el Atleti puede ser primero ganando y si el Real Madrid puntúa en el Camp Nou; pero a saber cuántos años más tendrán que pasar para que los rojiblancos encadenen ocho triunfos en el inicio de Liga y se vean en una oportunidad como ésta...

PRIMERA PARTE TEDIOSA
Pero el Atleti no saltó al campo del Espanyol con ánimo de lograr ningún récord ni de alcanzar ningún liderato. Lo hizo como en otros encuentros fuera de casa (Valladolid, Oporto...): dejar el balón al rival, orden atrás para no conceder ocasión alguna, y escasas llegadas al área contraria.
Un partido tedioso que sólo fue roto en la primera parte por un par de buenas acciones de Diego Costa.
Ambas llegaron cerca del descanso. En la primera, tras un par de buenos quiebros pegado a línea de fondo, sacó un buen centro que fue rematado contra el poste por Koke casi sin ángulo; y en la segunda, emprendió una cabalgada solo contra el mundo (claro ejemplo de su pletórica confianza) y tras romper a Sidnei con un bonito recorte, se la llevó de rebote entre otros dos defensas y acabó lanzando fuera.
Al lado se desesperaba David Villa que le pedía que se la hubiera pasado. Eso fue para lo único que apareció el asturiano en todo el partido. Para desespearse y entrar en peleas con rivales y árbitro.
Por su parte el Espanyol, con mucho viejo conocido (Aguirre en el banquillo y Simao y Pizzi en las bandas) planteó un partido feo, sin buscar tampoco la portería de Courtois, y limitándose a contener al medio campo rojiblanco, inoperante con Arda Turan en el banquillo. Sin él, salvo que invente algo Koke, el medio campo es plano.

¿OTRO PARTIDO COMO EL DE VALLADOLID?
En cualquier caso, como les adelantaba, el guión era similar a otros encuentros del Atleti del Cholo a domicilio, así que en el descanso mi padre y yo nos animábamos pensando en que peor fue la primera parte de Zorrilla y en la segunda se pisó el acelerador y se llevaron los tres puntos. “Además allí tampoco tiraron en toda la primera parte salvo un larguero de Raúl García. Como hoy con el palo de Koke”, le recordaba a mi padre intentando buscar más paralelismos alentadores.

Pero en la segunda mitad no fue el Atleti el que metió otra marcha. A los cinco minutos, el Espanyol protagonizó una doble ocasión en la zurda de Lanzarote y metió el miedo en el cuerpo rojiblanco. Su primer disparo lo repelió Courtois con una buena estirada, y en el segundo tiró de primeras a las manos del portero belga. No tendría tanta suerte un par de minutos después.

UN GOL DE LOS QUE NO SE VEN
El lateral Fuentes saca un centro desde la izquierda, Sergio García no llega al remate, pero Courtois estira la pierna izquierda en su intento de tapar el posible disparo con tan mala fortuna que la bola, que se habría paseado por el área chica, le pega en el empeine de su bota izquierda y se va a la red (1-0). En casi 25 años que llevo viendo fútbol, no recuerdo un autogol similar...
Quedaban casi 40 minutos por delante y estaba por ver si el Atleti sería capaz de mostrar una reacción tan buena como la de Oporto (único encuentro hasta ayer en el que se había visto por debajo en el marcador).

RESPUESTA POSITIVA
Y la respuesta pareció positiva. De jugar con trivote, en cuarto de hora Simeone dio salida a Raúl García, Gabi y Mario para sacar a Arda, Adrián y el Cebolla.
Sólo diez minutos después del tanto, el árbitro anuló un gol de cabeza a Mario Suárez en claro fuera de juego. Koke amagó el saque de una falta y la puso a la segunda. Resultado, los del Atleti se quedaron allí donde cayeron tras el primer ademán, y la defensa blanquiazul sí salió.
Canté el gol. Como también lo hice un minuto después, aunque ésta no entró.
Villa deja solo con un buen pase (lo único que hizo) a un rapidísimo Diego Costa, y cuando ya agarraba a mi padre del brazo para celebrarlo, la pelota lamió el poste.

PERO EFÍMERA
Parecía que con ese paso adelante (que debió darse antes) el empate llegaría. Pero la reacción se quedó sólo en eso.
El Atleti no fue capaz de crear ninguna ocasión más clara y el Espanyol fue el primero en derrotarle sin demasiado sufrimiento.
De hecho, la más peligrosa la tuvo el Espanyol, tras un malísimo control de Alderweireld que tuvo que solucionarle su compatriota Courtois con una rápida salida ante Sergio García. El defensa belga desentonó en su debut casi tanto como su estrambótico corte de pelo.
Al final, esta derrota puntual no es tan grave. Lo duro es haber fallado a una cita con la historia de ésas que puede que no vuelvan jamás.

lunes, 7 de octubre de 2013

Cuestión de rachas

Que en el fútbol las rachas influyen es algo innegable. Básicamente porque las rachas van unidas a la quien haya jugado mínimamente a este deporte (o a cualquier otro) sabrá que con confianza uno se atreve a hacer muchas más cosas y las posibilidades de éxito se multiplican.
confianza, y
La racha del Atlético de Madrid es extraordinaria. Es ya de largo el mejor inicio de toda su historia (ocho victorias consecutivas en Liga, más las dos de la Champions) y si gana en Cornellá al Espanyol se convertirá en el mejor comienzo de la historia de toda la Liga (igualando los nueve triunfos seguidos del Real Madrid de Miguel Muñoz de la 1968-69).

LA RACHA DE DIEGO COSTA
Esa racha va agarrada a otra: la del gigantesco Diego Costa. Mucho y bien he escrito ya de este gran delantero que justo hoy cumple 25 años (¡Felicidades crack!), pero cualquier elogio es poco para un hombre que lleva diez goles en ocho jornadas, igualando en tan temprana fecha la decena de tantos que logró en toda la temporada pasada en esta competición.
El hispano-brasileño (veremos si en breve más hispano que brasileño) no sólo supera con esta cifra a Messi (8) y Cristiano Ronaldo (7), sino que lo hace con un número de disparos a portería mucho menor.
Le han bastado 28 tiros para hacer sus diez goles (35% de acierto); mientras que Messi necesitó 34 disparos (23%); y Cristiano Ronaldo 68 (10%)...
Lo del portugués ya lo he dicho en otras oportunidades, pero tiene que ser muy exasperante ser su compañero en muchas jugadas que decide “chuparse”...

Y LA RACHA DE VILLA
La racha de Diego Costa es casi inversamente proporcional a la de David Villa. El Guaje empezó bien en el Atleti. Un golazo ante el Barça en su debut; un par de buenos goles en la tercera y cuarta jornada frente a Real Sociedad y Almería... Pero desde entonces no ha vuelto a ver puerta ni en Liga (4), ni en Champions (2).
El asturiano es curiosamente también uno de los que más dispara a portería. Séptimo en esta clasificación por detrás de los tres citados, más Oriol Riera, Benzema y Neymar. 19 disparos para sólo anotar dos dianas. Eso sí, su media de acierto es la misma que la de Cristiano (10%).
Él fue precisamente el primero en provocar un huy en la soleada mañana de domingo del Calderón (gran entrada, aunque muchas aglomeraciones en la puerta porque todo el mundo llega pegado...). Sublime pase largo de Diego Costa, y Villa, con tiempo para pensar, se precipita en un disparo con la zurda que rechaza Yoel, acertadísimo todo el encuentro.
Las rachas de ambos delanteros se cruzaron en el minuto 25 (malas, en este caso). Diego Costa falló una pena máxima cometida sobre Filipe Luis (los dos penaltis a favor del Atleti este año los ha provocado el lateral brasileño. De dulce), no escoró su disparo lo suficiente y permitió la parada de Yoel. En el rechace, Koke cabecea flojo y cruzado y aparece en el segundo poste Villa. Pero su remate a bocajarro lo salva de nuevo el meta vigués.
Villa lo siguió intentando todo el encuentro. Minutos más tarde, con un cabezazo tras un corner en el que Koke le chivó en confidencia que se la pondría al primero (capté el “secretito” en directo en el campo), pero se volvió a topar con Yoel.
Y ya en la segunda parte, en la jugada aciaga del partido. Diego Costa cabalga por la izquierda y Villa aparece solo por el centro del área. Recorte del brasileño, y se la pone en bandeja a Villa: “Toma, mételo”.
“Como ya falle esto...”, le canto a mi padre. Y lo falló. El asturiano (si en la anterior dije que tuvo tiempo para pensar, aquí podía haberse leído un libro) intentó batir a Yoel por su izquierda, cuando tenía todo el margen derecho de la portería libre... y la mandó fuera.
A renglón seguido se marchó lesionado, no sé si incluso fruto de la misma jugada...

LA RACHA DE DIEGO COSTA (BIS)
Pero la racha de Diego Costa puede con todo. Da igual que falle un penalti; que Yoel le gane un mano a mano en una rápida salida tras irse de dos; que en una buena volea también detengan su disparo... el brasileño se ha convertido en el auténtico (y casi único) depredador de este equipo (ha marcado los seis últimos goles del Atlético en Liga. Todos los del 2-1 al Celta; el 0-1 al Madrid; el 2-1 a Osasuna; y el segundo del 0-2 al Valladolid) y ayer terminó poniendo el 1-0 a tres minutos de un descanso que apuntaba a susto.
De nuevo Filipe ganó línea de fondo y su pase de la muerte lo empujo a placer Diego Costa. En el campo no tuve dudas sobre su autoría, aunque por la tele se ve que Godín también toca la bola lanzándose al remate. Sorprendentemente, el Marca (que es quien otorga el Pichichi) le ha concedido el tanto a Costa.
En la segunda parte, sólo cinco minutos después de la reseñada ocasión malograda por Villa, Diego Costa pondría el segundo. El brasileño no falla ni aunque cuerpee con su apellido multiplicado (ganó la acción al defensa del Celta David Costas). Balón largo que controla con el pecho, manda al suelo al central en el cuerpo a cuerpo y la cruza con la zurda (2-0).

SUFRIMIENTO FINAL
Por entonces, parecía que ya sólo quedaba disfrutar y ver si llegaba el tercero. Pero el tercero fue del Celta.
Tuvo suerte el equipo de Luis Enrique en el tanto. Balón que corta Mario, pero cae a pies de Nolito, se lleva un rebote al intentar tirar un caño a Juanfran y supera, con mucha clase eso sí, a Courtois en la salida (2-1). Curioso también ver a Krohn Deli intentando “robarle” el gol en la misma línea.

Con el gol, el Atleti desapareció misteriosamente y dio paso a un Celta que dominó con claridad y que entraba con comodidad por la izquierda. Primero Óliver Torres y el Cebolla Rodríguez, después, dejaban entrar constantemente solo al lateral Toni.
En una de ésas, una dejada en el área estuvo a punto de suponer el empate. Pero Rafinha prefirió tirarse a tirar, y se dejó caer ante Miranda tras un recorte, antes que tirar a la primera.
La más clara la tuvo nuevamente Nolito, en una falta directa ya en el descuento que obligó a volar a Courtois.
El Celta fue el primer rival este año que hizo sufrir al Atleti en el Calderón, pero los rojiblancos volvieron a imponerse de forma justa. Y es que en gran parte esta racha se debe a un hombre que no juega, pero que desde el banquillo, pidiendo con sus brazos al público que se viniera arriba en los minutos finales, es el que sostiene a este equipo. Ole, ole, ole, Cholo Simeone.

miércoles, 2 de octubre de 2013

Camino a la Perdición

Cuando alguno de ustedes haya leído el título de mi crónica puede que se haya asustado al pensar a qué diantres de perdición me refiero, cuando el Atlético de Madrid del Cholo Simeone está protagonizando un inicio del camino (el mejor de su historia) que ahora mismo le llevaría a la gloria.
El título responde a la película homónima en la que Michael Sullivan (Tom Hanks) se ve obligado a huir con su hijo mayor para escapar de la muerte, después de que éste fuera testigo accidental de un asesinato. Sullivan es un asesino a sueldo que ha hipotecado toda su vida al servicio del gánster John Rooney (Paul Newman), y que tras este incidente se ve abocado a ir vengándose de todos aquellos que le han llevado a esa situación y que pueden poner en peligro su vida.
UN ATLETI VENGADOR
Cual Tom Hanks en Camino a la Perdición, el Atlético de Madrid se ha convertido en un vengador implacable que va ajusticiando a aquellos que en los últimos años más le han hecho sufrir.
En sólo cuatro días ha finiquitado, en su propia casa, a dos de los verdugos que más le han castigado en la historia reciente. El sábado fue el Real Madrid (0-1), de quien no hace falta volver a recordar los casi 14 años de afrentas; y este martes ha sido el Oporto, equipo que nos dejó fuera de la Champions en nuestras dos últimas participaciones (2008-09- Octavos- 2-2 y 0-0; y 2009-10- Fase de grupos- 2-0 y 0-3).
Por este motivo, cuando en los minutos finales del choque de O Dragao observaba por TVE las caras desangeladas de los aficionados lusos, sentía una especial satisfacción por las veces que han sido ellos los que nos dejaron con ese gesto de desolación.

O DRAGAO, UN FORTÍN
Y eso que la tarea no fue nada sencilla, ya que en los primeros minutos del encuentro el Oporto fue un vendaval. No en vano, el conjunto portugués (doble campeón de Europa en el 87, con Futre, y en el 2004, con Mourinho) no había perdido ni un solo partido de la Champions en casa en las dos últimas temporadas. Lo ganó todo en la 2012-13: 3-2 al Dynamo de Kiev; 3-0 al Dinamo de Zagrev; y 1-0 al PSG, en la primera fase; y 1-0 al Málaga, en octavos, que luego le remontaría en La Rosaleda (2-0); y peores resultados, pero invicto, en la 2011-12: 2-1 al Shakhtar Donestsk, y empates con el Zenit Sant Petersburgo (0-0) y el APOEL (1-1), que sería la sorpresa del grupo pasando a octavos empatado a puntos con el Zenit (9) y dejando al Oporto tercero con 8.
El año anterior, la 2010-11, hay que recordar que fue campeón de la UEFA Europa League de la mano de Falcao, entre medias de nuestros dos títulos.
A ello hay que añadirle que el Oporto lleva más de 70 partidos sin perder en su estadio en la liga portuguesa, lo cual tiene un gran mérito, pese a ser una liga menor.

EL OPORTO EMPEZÓ ARROLLANDO
Espoleado por ese carácter ganador como local, en los primeros compases eran los lusos los que acorralaban al Atleti en su área. La zaga rojiblanca achicaba balones como podía, pero no era capaz de llegar a medio campo, donde el Oporto, muy fuerte físicamente, cortaba todo posible avance.
Fruto de este dominio llegó el 1-0, en una falta lateral en la que el goleador de los lusos, el colombiano Jackson Martínez, ganó la posición a Godín y cabeceó a la red.
Lejos de reaccionar, el Oporto siguió asfixiando al Atleti y Lucho González y Danilo remataron por encima del larguero, mientras que Tiago desvió un disparo duro de Varela.

Mientras tanto, en el Atleti Leo Baptistao ofrecía ímpetu y movilidad, pero imprecisión, y la única vez que se vio a Villa fue para ser objeto de un pseudo sombrero del intrépido Helton, paradigma de guardameta capaz de lo mejor y de lo peor (ya lo demostró comiéndose un gol de Forlán hace cuatro temporadas).

EL ATLETI SE SACUDE EL DOMINIO
La primera ocasión del equipo español llegó en un tiro de Raúl García a la parte superior de la red... desde medio campo. El navarro probó fortuna viendo a Helton adelantado y a punto estuvo de cantar bingo.
Seguramente no fue esa jugada la que cambió el rumbo del partido, pero desde entonces el Atleti se sacudió el dominio portugués. A los pocos minutos, el propio Raúl García deja pasar un centro de Juanfran y Arda, con tiempo para más, la pega arriba desde la frontal.
A sólo cinco del intermedio, una vez más Raúl García cabecea un corner de Gabi y la pelota se estrella en el larguero.
Esa acción daba pie a la esperanza, pero el Oporto quiso demostrar que su repertorio ofensivo no había acabado y antes del descanso un trallazo abajo de Varela lo sacó Courtois con la pierna izquierda.

GODÍN ENMIENDA SU ERROR
El segundo acto comenzó con un corner del Oporto, pero la tónica iba a ser similar a la de los minutos finales. Los rojiblancos tenían más posesión y fruto de ella Filipe Luis (que cada día se atreve con más cosas) llegó hasta la cocina y se sacó un zurriagazo lamiendo el poste.
El Atleti saltó al campo sin Villa (síntoma de que el asturiano no tiene el peso que debería. Y más sin Diego Costa anoche) y el Cebolla Rodríguez engordando el medio campo. A la primera que tuvo el uruguayo hizo uno de sus clásicos arranques de furia por la derecha y se marchó de dos, pero quiso animarse con un tercero y ya fue demasiado.
Fue un compatriota suyo, Diego Godín, el que encontró su premio. Falta lateral colgada al área por Gabi, mala salida de Helton (la de arena) y Godín cabecea a la red (1-1). Se lo merecía el central charrúa, tras fallar en el gol luso y porque ya han sido varios los remates este año que no han encontrado puerta por poco.

El partido entró entonces en una fase de pausa. El empate era positivo para el conjunto español, y más tras los estragos de los primeros compases, y el bando portugués parecía haber perdido la efervescencia del inicio.
El que dicen mejor jugador del Oporto, el colombiano Juan Quintero, entró en el minuto 70 y dio muestras de su peligro en una potente falta que mandó fuera por centímetros y que yo vi dentro.

EL ATLETI ECHÓ MANO AL REVÓLVER
Y entonces... entonces el Atleti echó agarró el revólver para terminar la labor que había venido a hacer a O Dragao.
mano a las cartucheras y
La primera bala fue para Raúl García, que tras una exquisited de Arda Turan (caño y pase entre líneas de mago para dejarle solo), la pegó con la zurda y se encontró con Helton, con tan mala fortuna de que encima se hizo un esguince al doblarse el pie de apoyo.
La segunda la tuvo Miranda. La misma que mandó a la jaula frente al Madrid en la final de Copa y en la jornada inaugural ante el Zenit esta vez no vio puerta.
Y la tercera... la tercera no fue una bala. Fue un obús.
Mientras debatía sobre si tiraría Gabi o Filipe, el capitán la adelanta rasa para Arda Turan, el turco, cual pillo de patio de colegio, abandonó el tumulto del punto de penalti para plantarse solo a la derecha de la barrera, y allí recibe y zapatazo a las mallas (1-2).
El gol fue tan bello, tan inesperado, y tan importante, que vale la pena obviar las dudas sobre su posición adelantada.
El Atleti ha tachado un nuevo objetivo en su lista de cuentas pendientes. Al final del papel, aparece una Copa de Europa perdida allá por 1974...