No hay mayor
milagro que el de la vida. Se trata de un proceso sencillamente indescriptible
y casi mágico; cómo de dos células se crea un blastocisto (un pequeño organismo
circular de apenas 200 células que se produce en la primera fase de un
embarazo, previa a la conversión en embrión) que termina nueve meses más tarde
en un precioso bebé.
NUESTRO
"BLASTOCITO" IBA CRECIENDO
Nuestro
"blastocito" (como le llamamos cariñosamente durante las primeras
semanas) fue evolucionando y cada paso por la consulta era un motivo de celebración
y de insondable ilusión. Escuchar sus primeros latidos, verle en las primeras
ecografías, y descubrir cómo iba creciendo, de un microorganismo de apenas unos
milímetros, hasta ir cobrando la primera forma de feto, semejante a una pequeña
judía blanca.
Y de una
pequeña judía, fue adquiriendo el tamaño (que no la forma) de una ciruela... una
manzana... una coliflor... una lechuga... hasta salir con unas dimensiones
similares a las de una sandía.
¡IT´S A BOY!
¡IT'S A BOY!
El 23 de
octubre, cuando medía unos 23 centímetros (con 20 semanas), nos confirmaron,
por fin, el sexo: ¡Un niño! No podía parar de acordarme de la escena de 'La Casa
de Papel' en la que Denver grita por cada rincón: "¡It's a boy! ¡It´s aboy!". Hasta me puse ese vídeo como estado de whatsapp.
LA
"BROMA" SOBRE SU FUTURO NOMBRE
Pero aún
antes de conocer el sexo, ya estábamos a vueltas con el nombre. A modo de
broma, le hice a mi pareja la siguiente propuesta:
- "Si
es niño, le pondremos el nombre del que marque el primer gol del Atleti en el
partido previo a su nacimiento: si marca Costa, Diego; si es Morata, Álvaro; si
lo mete Koke, Jorge, si es Thomas, Tomás...".
-
"¡Vete a freír espárragos!", fue su respuesta. O tal vez me dijo algo
peor...
LE GUSTÓ EL
NOMBRE DE SAÚL, POR SU SIGNIFICADO
Sin embargo,
del virus que la había inoculado (quizá no sea la mejor expresión en estos
momentos...), quedó un germen. Y una tarde, cuando volví del trabajo, me soltó
a quemarropa: "Me gusta el nombre de Saúl".
Cristina había
estado investigando, y el motivo era el significado de su nombre. De origen
hebreo, Saúl significa "el deseado" o "el pedido a Dios". Y
Saúl era un hijo, sin duda, muy, muy deseado por nosotros.
LE DIMOS LA
NOTICIA A MI ABUELO, A SUS CASI 97 AÑOS
Unos días
después de esta conversación, nos encontrábamos en Compostela. Habíamos ido a
visitar a mi abuelo aprovechando el Puente del Pilar para darle la gran
noticia: a sus 96 años largos (ha cumplido los 97 este 12 de marzo) iba a ser
bisabuelo. Su emoción fue tan enorme que iba soltándole la buena nueva a todo
el que se cruzaba.
"VENGA, SI MARCA HOY SAÚL..."
"VENGA, SI MARCA HOY SAÚL..."
Y una de esas
noches, estábamos cenando en un bar y en la tele estaba puesto el
Noruega-España. "Venga, si marca hoy Saúl, le llamamos Saúl", me dijo
Cristina a modo de órdago. Acepté con cierta reticencia. "Bueno, pero si
no marca también se puede llamar Saúl...", contesté titubeando.
No en vano,
Saúl llevaba casi siete meses sin cantar un gol...
Pero apenas
unos minutos después de esta "apuesta", zapatazo desde fuera del área y ¡Gooool de Saúl! True story.
Y EN EL
PARTIDO PREVIO AL DÍA D...
Los meses
fueron transcurriendo, y después de un embarazo muy sufrido (nauseas y vómitos
durante toooodo el embarazo, ardores, súper olfato, heparina, insulina por
azúcar alta en la recta final) nos programaron el parto para inducirlo, ya que
venía muy grande y no querían esperar más. Sería el viernes 6 de marzo.
El nombre
estaba ya más que decidido y "la broma" había quedado casi en el
olvido, pero el fin de semana antes del Día D el Atleti visitaba al Espanyol y
¿saben quién marcó el primer gol colchonero? Por supuesto, zurdazo de volea de
Saúl a las mallas.
YA EN EL
PARITORIO... MARCÓ JOAO FELIX
Finalmente
Saúl no nació el día 6, sino el sábado 7.
Se hizo esperar hasta el último minuto. Mientras se jugaba el Atleti-Sevilla,
su madre y yo sufríamos en el paritorio respirando con las contracciones,
relajando los hombros, haciendo "aaaaaaaah" con la boca bien abierta
para intentar dispersar el dolor, y balanceándonos sobre la pelota de yoga. Por
cierto, el primer gol rojiblanco lo marcó Felix, Joao. Pero ya saben que
aquello era una broma.
A las 7 y 7
de la tarde del día 7 nació por cesárea Saúl Fernández Vélez. O como diría Carmen,
nuestra sobrina de cinco años: Saúl Fernandes Veles (hace mucho que se aprendió
de memoria el nombre de su primito). 777, por lo que sin duda será un niño que
nos traerá y tendrá toda la suerte del mundo.
SAÚL SE ESTRENÓ
CON UN LIVERPOOL-ATLETI
Así las cosas,
el primer partido que iba a "presenciar" Saúl iba a ser, ni más ni
menos, que un Liverpool-Atleti de Champions. ¡Casi ná!
El vigente
campeón de Europa visitó el Metropolitano en la Ida como líder destacadísimo en
Inglaterra (44 partidos llevaba sin perder en la Premier...). Y cayó, 1-0. Y
marcó Saúl, ¿quién si no?
Sin embargo,
las apuestas y los expertos seguían dando como favoritísimo para clasificarse
al Liverpool. El partido era importante por sí solo, sin duda. Pero para mí
cobraba una relevancia singular: era mi primer partido del Atleti junto a mi hijo. Y me hacía
especial ilusión poder contarle en un futuro que todo salió bien.
OBLAK
SOSTUVO AL ATLETI
Y no salió
mal el Atleti, con un tiro al lateral de la red de Diego Costa a los pocos segundos.
Pero fue el Liverpool el que tuvo el dominio total de la posesión y de las
ocasiones. Y ahí emergió agigantada la figura de Jan Oblak. En la primera parte
tuvo que emplearse a fondo ante un cabezazo de Wijnaldum; un disparo cruzado de
Chamberlain; o un centro-chut de Alexander-Arnold. Diluviaba sobre Anfield,
pero el esloveno bebía agua de su botella. Le tocó sudar. Aunque nada pudo
hacer al filo del descanso ante un cabezazo picado de Wijnaldum (1-0).
Y YO ME
ACORDÉ DE ANFIELD EN 2010
La cosa no
pintaba bien. Pero en ese momento recordé la cita vivida diez años antes en ese
mismo escenario. Entonces, el Atleti también defendía un 1-0 de la Ida. Y
descubrí que también ese día el Liverpool igualó la eliminatoria en el mismo
minuto, el 43 (entonces marcó Aquilani). Y me agarré a ese recuerdo para ser
optimista esperando un feliz desenlace.
En el
segundo acto, Oblak aún tuvo que meter una gran mano a otro tiro de
Chamberlain; rechazar un remate abajo de Firmino; despejar un zapatazo de
Alexander-Arnold; y rezar mientras observaba cómo un cabezazo a bocajarro de
Robertson sacudía todas las gotas de lluvia que anidaban en el larguero. Pero
el Atleti resistió. Y llegó a la prórroga. Como diez años antes.
SAÚL LUCHABA
CON SU MAMÁ POR AMAMANTARSE
Mientras
tanto, Saúl había luchado con su mamá por amamantarse (el mito de la lactancia
materna es una realidad dolorosa), había llorado, había gemido, había
pataleado... pero llegó pletórico de fuerzas para la prórroga.
Y nada más
comenzarse, Firmino marcaba el 2-0. No pasaba nada, en 2010 el Liverpool
también puso el 2-0 nada más empezar la prórroga. "Mejor ahora que cinco
minutos antes", pensé.
Y ENTONCES
COMENZÓ EL FESTIVAL
Y entonces
comenzó el festival. El Atleti, que había esperado agazapado casi 100 minutos,
tuvo su oportunidad. Y golpeó.
Adrián San
Miguel, portero español que cubría la baja de Alisson, y al que sólo habíamos
visto hasta entonces por sacar un remate a Correa con la cara, regaló un mal
despeje a Joao Felix, éste encontró a Marcos Llorente, y el rubio dibujó un
pase a la red, desde fuera del área, junto a la cepa del palo. 2-1, el Atleti
volvía a estar dentro.
SU MADRE
TRANQUILIZABA A NUESTRO SAÚL...
Salté del
sofá para celebrarlo, y con la emoción del momento creí que el autor del tanto
había sido Saúl. Su madre tranquilizaba a nuestro Saúl para que no pensara que
le había tocado por padre un desequilibrado: "Tranquilo Saúl, papá sólo está
contento".
De ahí al
final, todo lo que hizo Llorente fue de auténtico crack. En el minuto 105 robó
un balón en su propia frontal y echó a correr como un loco. Encontró un socio
ideal en Morata, que cambió de ritmo y se la devolvió a Llorente, cuya carrera
temeraria había llegado hasta frontal ajena. Allí, se la colocó a su pierna
buena y soltó un latigazo letal. 2-2. El milagro estaba hecho.
EL ATLETI
CONQUISTÓ ANFIELD...
El Liverpool
ya no tuvo capacidad de reacción ante sendos mazazos, y todavía en el 120 un
pelotazo de Saúl (Ñíguez) al cielo de Anfield,
buscando el pitido final, volvió a encontrar a Llorente, que la pinchó,
caracoleó, y tiró una doble pared con Morata que terminó con el 2-3 del
delantero, que aprovechó para pedir la redención de todos sus pecados.
...Y ME
PARECIÓ VER SONREÍR A SAÚL
Fue un
partido muy largo, muy, muy intenso, en el que hubo que respirar, relajar
hombros, decir "aaaaah" con la boca bien abierta para paliar el dolor
y resistir. Resistir para al final poder ver la luz.
Y cuando
acabó todo, miré a Saúl, le di un beso, y me pareció verle sonreír...
"TE VA
A SALIR DEL MADRID"...
Hay quien ya
me vacila y me dice "te va a salir del Madrid...". Eso será algo que
decida él en su momento.
Lo que yo intentaré
inculcarle es que aprenda a perseguir sus sueños, a no rendirse jamás, a
resistir, a esforzarse por aquello en lo que crea. Que todo lo que haga, sea
con pasión. Que nunca desista, que no deje jamás que alguien le diga que no
puede hacer algo, que siempre crea en sí mismo. Y que lo que se consigue a
través del trabajo constante, del superarse día a día, y del sacrificio, sabe
muchísimo mejor que cualquier cosa que pueda conseguir por la vía rápida o
mediante ayudas externas.
Que no tenga
miedo a equivocarse o a errar. Y que siempre es mejor arrepentirse de algo por haber
fallado, que lamentarse toda la vida por no haberlo intentado.
Y que lo más
importante en esta vida es "ser buena persona". Como diría Santi
Denia.
¡Feliz vida
Saúl! Estaré vigilándote de cerca para todo aquello que puedas necesitar.
PAPÁ (Todavía
lo escribo y no me creo que me esté refiriendo a mí)