ATLÉTICO 1-0 ALAVÉS
Goles: Fernando Torres.
El 17 de
junio de 2001 el Atlético de Madrid se jugaba cumplir el eslogan de "Un
añito en el infierno". Para su desgracia, su posible ascenso se dilucidaba
ni más ni menos que en tres campos: el Coliseum Alfonso Pérez (Getafe-Atlético);
Butarque (Leganés-Tenerife); y La Victoria (Jaén-Betis).
El Atleti cumplió
con su parte, ganó 0-1 en Getafe con gol de Luque. Pero necesitaba que al menos
el Tenerife o el Betis no ganaran. Y ellos también cumplieron.
Jesús Gil,
que en paz descanse, decidió comprar 2.000 entradas del partido de Butarque y
regalárnoslas a los abonados rojiblancos, para que fuésemos a animar al
"Lega" en su intento de hacernos un favor y arañar algún punto al
Tenerife.
ME FUI A
ANIMAR AL "LEGA" CON MI AMIGO RODRI
Diez
kilómetros más lejos, las entradas para el Getafe-Atleti andaban por los 50 ó
60 euros. Así que para un jovenzuelo como yo, universitario primerizo y sin un
céntimo en los bolsillos, irse a alentar al Leganés fue la mejor opción.
Lo hice
acompañado de mi mejor amigo, Rodri, aficionado del Barça, pero que siempre
tuvo simpatía por el Atleti.
Y CANTAMOS EL "¡LUQUE, LUQUE!"
El partido
fue peculiar. Los ánimos para el equipo pepinero fueron incesantes, salpicados
de constantes cánticos hacia el Atleti, especialmente el "¡Luque, Luque!
¡Luque, Luque!", quien marcó a la media hora y fue autor de muchos goles
en esa recta final de Liga.
Sobre el
césped de Butarque, el Leganés era claramente inferior y aguantó como pudo (dos
palos en contra mediante), hasta que Hugo Morales marcó el 0-1, de falta, en el
minuto 72. En Jaén, el Betis ya ganaba desde el minuto dos, con lo que el añito
en el infierno se multiplicó.
Y EN LA
VUELTA A CASA, RODRI SE ENAMORÓ...
En el camino
a casa, de vuelta en el tren, la afición colchonera no paró de alentar con sus
cánticos, como si quisieran consolar a los suyos en la distancia.
En ese viaje
de vuelta, mi amigo Rodri contemplaba el espectáculo con los ojos como platos:
"Es increíble la afición del Atleti. Acaba de llevarse el palo de no
ascender y mira cómo animan". Y lanzó una promesa que no se quedó en el
calentón: "La temporada que viene me abono contigo al Calderón".
VIVIMOS JUNTOS
LOS DOS AÑOS DE LUIS ARAGONÉS
Y así lo
hizo. Durante dos años, junto a otro amigo y mi padre, compartimos mañanas,
tardes y noches a orillas del Manzanares. Vivimos el ascenso; decepciones
coperas (un 1-3 con el Rayo y otra eliminación a manos del Recre); y goleadas
históricas como el 3-0 al Barça (Rodri no se levantó en ninguno de los goles,
pese a que yo los celebré con él muy efusivamente).
Fue justo el
último período de Luis Aragonés en el banquillo colchonero (2001-2003). Esa
etapa en la que arengó a los suyos con frases como "¡Ustedes van a entrar en Liga de Campeones por lo civil o por lo criminal!", o en la que dejó
una de sus citas más míticas: "Ganar y ganar y ganar y volver a ganar... Eso es el fútbol".
Una época en
la que sobre el campo cantábamos los goles de Diego Alonso, el Petete Correa o
Luis García; aplaudíamos la clase de Movilla, Stankovic o Albertini; nos
divertíamos o nos sobresaltábamos con el Mono Burgos; y presenciamos el
nacimiento de un nuevo ídolo... Fernando Torres.
Luis
Aragonés se fue del Atleti, y mi amigo Rodri también. Tras el ascenso,
mantuvieron los precios populares para todos aquellos que permanecimos fieles
en Segunda (14.000 pesetas), pero para el segundo año después de la vuelta a
Primera los precios ya sí subieron, a casi el doble (150 euros).
RODRI NUNCA
VOLVIÓ AL CALDERÓN
Los años
fueron pasando y Rodri no volvió al Calderón. La crisis y el amor se alinearon
para que hace cuatro años (en febrero de 2014) decidiera coger las maletas y se
marchase a vivir a Perú. Desde entonces, sólo ha vuelto dos veces a España y,
entretanto, el Calderón también se nos ha ido.
Este año,
Rodri ha vuelto a casa por Navidad. Somos amigos desde los cuatro años, y para
mí fue un gran placer poder ayudarle a dar la sorpresa a sus padres, que
estaban resignados a que este año su hijo tampoco podría pasar las Navidades
con ellos.
Antes de
venir, Rodri me expresó un deseo: "Me gustaría conocer el nuevo
estadio". Y allí que nos fuimos el sábado.
Y QUERÍA
CONOCER EL NUEVO ESTADIO
Volvimos a
compartir una tarde-noche de fría previa, tapados hasta las cejas con abrigos,
guantes y
gorros; celebramos el gol del Eibar al Valencia en el bar "El
Peñón"; y quedó maravillado por las luces, el colorido, la modernidad y la
grandeza del Metropolitano.
El partido
dejó poco para el recuerdo, la verdad. Y eso que Godín demostró tener unas
enormes ganas de marcar. En cada contra que pudo, se sumo al ataque buscando
alguna pared o esperando en el área un balón colgado. Sin embargo, en la
mayoría de las veces tuvo que volverse por donde había venido. Sólo dos de sus
subidas terminaron en ocasión: en un cabezazo desviado; y en una volea de Koke,
tras dejada del uruguayo, que terminó en las manos de Pacheco después de
rebotar en un defensa.
NADA QUEDABA
EN ESE ATLETI RESPECTO AL QUE ÉL VIVIÓ
Nada quedaba
en ese Atleti respecto al último partido que Rodri había presenciado in situ a
mi lado. Luis Aragonés murió, el estadio era otro, incluso el escudo había
cambiado... y de los futbolistas sólo quedaba la alargada sombra (la ensanchada,
mejor dicho) del Mono Burgos en el banquillo.
¿Nada? No...
Con el comienzo del segundo acto, sobre la banda calentaba el último recuerdo
vivo de aquellas tardes en rojiblanco de principios de siglo: Fernando Torres.
EXCEPTO TORRES, QUE NOS QUITÓ QUINCE AÑOS DE ENCIMA
"Estaría
bien que saliera y que marcara. Como en los viejos tiempos", me aventuró Rodri
desde que lo vio aparecer.
A falta de
20 minutos, Torres saltó al campo, y sólo cinco minutos después, el Niño de 33
años dio la alegría de la noche a otros dos niños treintañeros a los que quitó
quince años de encima de un plumazo.
Como
entonces, nos abrazamos, ondeamos nuestra bufanda al viento, y coreamos el
"Fernando Torres, loroloroloro, Fernando Torres", igual que lo
cantábamos hacía tres lustros a orillas del Manzanares.
SI EN EL
FÚTBOL SE PERDIERAN LOS SENTIMIENTOS...
Si en el fútbol se perdieran los sentimientos y sólo quedara el negocio, como aleccionó
el señor Cerezo esta misma semana, ni yo, ni mi amigo Rodri, ni miles de
colchoneros nos habríamos abonado en los años de Segunda, batiendo todos los
récords de abonos en el club.
Si el
sentimiento en el fútbol se perdiera, y sólo quedara el negocio, yo, y otros
miles, nos habríamos dado de baja del club durante todos esos años de
mediocridad, en los que se jugaba la Intertoto y la figura de Fernando Torres
era el único motivo del que estar orgulloso de ser del Atleti.
POR SUERTE, AÚN HAY QUIEN ENTIENDE DE SENTIMIENTOS
Por suerte,
el fútbol, y las cosas importantes en la vida, se siguen moviendo por los
sentimientos. Y esto es lo que precisamente hace que esta crónica sea emotiva,
y no una soporífera reseña de un partido gris que, en términos de negocio, nos
acerca un poquito más a esa Champions que este año hemos abandonado.
La
eliminación de la Champions sí que ha sido un enorme fracaso a nivel
empresarial, señor Cerezo. Por suerte, hay gente en este mundillo que aún
entiende de sentimientos, como Fernando Torres.
Gracias,
Fernando, por ayudar a darle más sentido a esta crónica. Y gracias a ti, Rodri,
por seguir compartiendo abrazos por más que nos separen casi 10.000 kilómetros