SER CAMPEÓN
“Ser campeón no es una meta, es una
actitud” rezaba la camiseta conmemorativa del triunfo ante el Real
Madrid que lucía la plantilla del Atlético de Madrid tras vencer en
la Final de Copa del Rey.
El conjunto rojiblanco es campeón, y
por ello la afición colchonera estaba llamada al Vicente Calderón
media hora antes del comienzo del partido. Mi padre se tomó muy en
serio el que llegásemos a las 19:30 para poder ver cómo nos
ofrecían esa preciosa Copa obtenida gracias al tan anhelado triunfo
frente al que ya parecía olvidado como eterno rival.
La décima apenas la vimos, pero valió
la pena llegar antes para presenciar las otras nueve, traídas de
manos de algunos de los jugadores que formaron parte de aquellos
títulos.
Enrique Collar portó la Copa de 1960
(ganada al Real Madrid); Adelardo Rodríguez, la de 1961 (Real
Madrid); Armando Ufarte, la de 1965 (Zaragoza); Isacio Calleja, la de
1972 (Valencia); José Eulogio Gárate, la de 1976 (Zaragoza); Quique
Ramos, la de 1985 (Athletic); Alfredo Santaelena, la de 1991
(Mallorca); Tomás Reñones, la de 1992 (Real Madrid); y Roberto
Solozábal, la de 1996 (Barcelona).
“¡Qué preciosa foto!”, le comenté
a mi padre. Y aquí os adjunto la instantánea de varias generaciones
de atléticos campeones. Lástima que el Atleti no ganara su primera
Copa hasta 1960 (el torneo del KO nació en 1903...). Pero gracias a
esa tardanza también se pudo juntar a un representante de cada
título.
SER DE SEGUNDA
El pasillo por ser campeón se lo hizo
el Real Mallorca al Atlético de Madrid. Sin embargo, durante el
partido demostró ser de Segunda.
Su salida fue un espejismo, y durante
los diez primeros minutos hizo creer que pudiera ser de Primera. Así,
Javi Márquez probó fortuna por dos veces. En la primera encontró a
un Courtois (el Zamora de la Liga, recuerden: 28 goles en 36
partidos: 0,77) en el mismo tono que acabó en el Bernabéu; y en la
segunda disparó alto.
Eso fue todo lo que dio de sí el
Mallorca y sus ambiciones por mantener la categoría en el
Manzanares. Como dijo mi padre “pierden tiempo como si les valiera
el empate”. Así que los gestos de desolación de algunos de ellos
al finalizar el partido, tirándose al césped, me parecieron
incoherentes con la apatía mostrada durante los 90 minutos. Salieron
colistas del Calderón, y sólo un milagro desmesurado podría
salvarles.
Mientras tanto, al encuentro sólo le
ponía algo de pimienta el de siempre: Diego Costa. El brasileño se
picó con Tissone, pero encontró un enemigo poco recomendable:
Teixeira Vitienes.
Le sacó una amarilla al cuarto de hora
y desde entonces cada choque de Diego Costa era señalado como falta
del delantero carioca, mientras que si era él quien caía, dejaba
seguir el juego.
Incluso le anuló un bonito gol de
cabeza tras un buen centro de Filipe Luis. Visto lo visto, lo extraño
fue que terminase el partido sin ver la segunda tarjeta...
SER DE CHAMPIONS
Además de ser campeón de Copa del Rey
y de la Supercopa de Europa lograda en agosto, el Atlético de Madrid
ha demostrado con creces este año ser de Champions. Segundo hasta el
último tercio de campeonato, finalmente el mejor tercero en cuanto a
puntuación desde que existe la Liga de tres puntos, jugará el año
que viene la máxima competición continental sin necesidad de jugar
la previa.
Si alguien de la actual plantilla
colchonera es también de Champions es Radamel Falcao García.
El sentimiento de incredulidad en las
gradas del Vicente Calderón anoche era unánime: ¿Al Mónaco...?
Comentaba con mi padre que por
desgracia en los últimos años nos estamos acostumbrando a que
nuestros ídolos emigren en busca de un lugar mejor.
Lo pude entender en cierto modo con
Fernando Torres (2007). En seis temporadas completas el mejor
resultado fueron dos séptimos puestos, jamás jugó en Europa y de
títulos ni hablamos...
Su progresión estaba muy por encima de
la del Atlético de Madrid. Torres era de Champions, y buscando
disputarla y para luchar por la Premier se marchó al Liverpool.
Pude comprender de forma similar al Kun
Agüero años después (2011). En primer lugar, al argentino no le
unían los lazos de sangre rojiblanca con el club. Sí jugó la
Champions (dos años) y probó las mieles del triunfo (UEFA Europa
League y Supercopa de Europa en 2010). Pero tras ello, se vio
estancado en un Atlético que parecía condenado a una trayectoria
errática e irregular, y que tras estos triunfos volvió a ser
séptimo en 2011 y quedar lejos de disputar cualquier trofeo.
Agüero era de Champions, y el
Manchester City le ofreció la oportunidad de disputarla y de ganar
una Liga con la que en España no podía soñar.
Pero no entiendo a Radamel Falcao
(2013). Falcao es de Champions, y se privó de la oportunidad de
disputarla al abandonar el Oporto, a cambio de un club con más
historia y una Liga mejor como es la española. Aquí ha ganado tres
títulos en sólo dos años y tendría la ocasión de jugar la máxima
competición continental el año próximo.
Sin embargo, decide cambiar estos
innegables éxitos deportivos por una liga menor como es la francesa
y un recién ascendido como el Mónaco, cuyo único aliciente son los
petrodólares rusos.
Con sólo 27 años y en pleno apogeo de
su carrera, no puedo asimilar que renuncie a un proyecto deportivo
ilusionante por un equipo que aspira a crecer a golpe de talonario y
que habrá que ver si es capaz de competir con otro “nuevo rico”
como el PSG del jeque Al Thani.
Su salida sólo puede comprenderse desde el punto de vista de que el fondo de inversión con el que se le compró obliga a traspasarlo para hacer negocio...
Su salida sólo puede comprenderse desde el punto de vista de que el fondo de inversión con el que se le compró obliga a traspasarlo para hacer negocio...
Presumiblemente en su despedida del Vicente Calderón, Falcao se marchó sin marcar en un partido en el que le fue anulado un gol por fuera de juego, al remachar en la línea un remate de Koke que iba dentro; y falló un claro mano a mano tras un pase interior de Diego Costa. Ni el colombiano pudo cambiar el triste 0-0.
SER DE SEGUNDA
Para nuestra eterna desgracia, quien
vuelve a demostrar ser de Segunda es nuestra directiva.
Ni volviendo a la Champions de forma
directa (siempre se hablaba de esto como requisito para mantener a
los grandes jugadores); ni ganando títulos al mismísimo Real Madrid
en su estadio, Gil Marín y Enrique Cerezo son capaces de mantener a
un futbolista que, recordémoslo, sólo lleva dos años en el club.
Sólo dos.
La excusa es la necesidad de dinero
para afrontar las deudas con Hacienda. Pero hay que recordar también
que por Agüero se ingresaron 45 millones de euros y por Falcao (con
Micael en el paquete) se desembolsó idéntica cantidad. Fondos de
inversión aparte (o no, porque todo apunta a que la presencia de este "ente" es decisiva en la marcha del colombiano) se terminó por invertir lo comido por lo
servido.
Se pudo volver a Primera tras dos
añitos en el Infierno (2000-2002); se pudo volver a Europa tras
siete años de destierro (2000-2007); se pudo volver a la Champions
tras once temporadas sin pisarla (1997-2008); se pudo volver a
levantar un título tras 14 años de sinsabores (1996-2010); e
incluso tras casi otros 14 años, se pudo volver a derrotar al Real
Madrid (30 de octubre de 1999-17 de mayo de 2013) en el momento más
idóneo.
Sin embargo, nunca nos podremos volver
a identificar con un ídolo mientras que Gil Marín y Enrique Cerezo
continúen en la directiva del club. Ser de Champions no es una meta,
es una actitud. Y hay quien lleva años condenando a este equipo a
una actitud de Segunda...