JORNADA 38- ATLÉTICO 3-1 ATHLETIC
Goles: Fernando Torres (2) y Correa.
Era un 8 de marzo de 1992. Contaba yo con diez añitos y pisé por primera vez el Vicente Calderón. No lo hice antes porque dediqué mi infancia más a coger piñas en el Cerro de los Ángeles con mi amigo Rodri que a pegar patadas a un balón, para desesperación de mi padre que me sacaba con intención de jugar a la pelota.
Y no lo hice
después, ante la irrefrenable fiebre que me entró por el balompié a partir de
los nueve años, porque negocié mi desembarco en el Calderón a cualquier precio.
Y es que no
era barato. El precio por entonces eran 1.000 pesetas para una entrada
Infantil. 4.000 para un adulto en la Grada Lateral.
Decía Sabina
que "Para entender lo que pasa, hay que haber llorado dentro, del
Calderón, que es mi casa. O del Metropolitano, donde lloraba mi abuelo, con mi
papá de la mano".
FUI CON MI
PAPÁ DE LA MANO... Y CON MI ABUELO DE LA OTRA
Y yo tuve la
inmensa suerte de acudir a ese primer partido con mi papá de la mano... y con
mi abuelo de la otra.
El rival fue
el Oviedo, un histórico de Primera en la época, y el resultado un 3-1, como
bien reflejé, goleadores incluidos, detrás de la entrada.
Digo que
negocié mi desembarco al Calderón a cualquier precio porque mi padre quiso
asegurarse previamente de que la cosa iba a gustarme. Las 9.000 pesetas que
costó la cita, entre los tres, no era pecata minuta en aquellos tiempos.
PRIMERO
FUIMOS A VER AL GETAFE COMO "PRUEBA"
Así que
primero me llevó al vetusto Las Margaritas a ver un partido del Getafe como
"prueba". Entonces los azulones andaban por Segunda B, y el resultado
fue un 0-1 contra el Torrevieja en un encuentro bastante soso. Pero el marcador
y el devenir del partido estaban ya escritos para mí desde el mismo instante en
que mi padre me anunció que me llevaría a Las Margaritas "a ver si te
gusta", como paso previo a llegar al Manzanares.
"Me ha
encantado, papá", le aseguré a mi bendito padre con una sonrisa de oreja a
oreja.
No quiero
extenderme más sobre este primer partido porque pienso hacerlo en futuros
posts, junto a otras vivencias en ese estadio (Hay mucho que recordar). Ahora
quiero centrarme en mi último partido en el Vicente Calderón. Nuestro último
partido en el Vicente Calderón.
ME FUI
QUEDANDO SIN PREVIA AL ÚLTIMO PARTIDO...
Para mí han
sido más de 25 años en ese campo. Media vida. Aproximadamente un 70% de la mía,
y media vida exacta del Calderón. La despedida se merecía una preparación
acorde, pero la previa se me complicó mucho más de lo esperado.
Quedé con mi
padre a las dos en el Cabo Fisterra, nuestro bar de referencia en los últimos
años. Sin embargo, trabajo pendiente en el Ayuntamiento, publicaciones que
hacer en el Facebook municipal, el portátil que no carga las fotos, y una
visita familiar que obligaba a limpiar la casa antes de "escaparme",
fueron retrasando la hora de llegada.
"Como
pronto a las dos y media, papá". "Al final salgo a las tres menos
cuarto... Estoy quemado", fueron algunos de los mensajes que fui enviando
a mi padre (El partido comenzaba a las 16:45...).
Una vez en
los aledaños de mi querido Calderón, la imposibilidad de encontrar
aparcamiento, unido a las múltiples calles cortadas por la proximidad de la
hora del partido, me obligaron a dar más vueltas de las que había dado en mi
vida para acudir al estadio. ¡Ni siquiera encontraba un párking donde dejar el
coche!
ME SENTÍA COMO HOMER SIMPSONS EN AQUEL CAPÍTULO...
ME SENTÍA COMO HOMER SIMPSONS EN AQUEL CAPÍTULO...
En esos
momentos me sentía cómo Homer Simpsons en aquel capítulo en el que sólo le
quedaban 24 horas de vida por haber comido veneno de un pez globo. Tenía que ir
tachando cosas de la lista por falta de tiempo y, en la recta final, corría
como un loco en el coche para cumplir el último objetivo de su lista: intimar
con Marge.
Así me
sentía yo. Iba a ser mi última cita con mi amado Calderón, y el trabajo, la conexión
a Internet, la limpieza, las calles cortadas o la falta de aparcamiento
acortaban dolorosamente mi lista de preliminares...
Pasadas las cuatro menos veinte, por fin, llegué al Cabo
Fisterra con mi padre. La previa debía ser rápida. Había que comer y tomar algo
y teníamos apenas una hora para el partido. La idea de entrar pronto al
estadio, como cuando era pequeño en mis primeras visitas, hacía tiempo que
estaba tachada de la lista...
MI ÚLTIMO SALUDO DESDE EL PUENTE AL CALDERÓN
Mi primer
momento emotivo llegó antes del desesperado laberinto al volante. Al pasar
Plaza Elíptica, cuando uno atraviesa el puente sobre el Manzanares, como
siempre, giro mi cara a la izquierda y diviso el estadio, al fondo, a lo lejos.
Le devuelvo un saludo militar, mano derecha a la sien, como he hecho miles de
veces a lo largo de mi vida... y en ese momento, una punzada se clava en mi
corazón y los ojos se me humedecen. Caigo en la cuenta de que, quizá, ésa sea
la última ocasión en la que salude a mi Calderón de esa guisa.
Tras una
comida rápida, cruzamos por el Paseo de Yeserías para evitar el rodeo de los
pasos de cebra de la glorieta de Pirámides, atravesamos el parque enfrente del
Fondo Sur, y encaramos la cola de la puerta 36 por última vez.
TANTAS
TARDES ENTRANDO POR EL VOMITORIO ANTERIOR
Subimos las
escaleras a buen ritmo, recordando cuántas veces he ascendido por esos
escalones de dos en dos, a la carrera, porque el partido estaba ya empezado, y
me metía al campo por el vomitorio anterior al mío, para evitar perderme unos
segundos más del encuentro... Qué ansiedad genera saber que está jugando tu
Atleti y tú no estar divisando el césped, ¿verdad?
AL LLEGAR, MI VECINO DE
ASIENTO ESTABA LLORANDO
Y las gradas
están llenas, como tantas y tantas veces, pero hoy es más especial que casi
cualquiera de las anteriores... Porque es la última. Y lo primero que encuentro
es a mi vecino de asiento, Alberto, llorando desconsoladamente por la
despedida. A sus trece añitos, es duro decir adiós a ese campo que le ha visto
crecer, cuando sólo levantaba dos palmos del suelo y se pasaba el partido más
pendiente de lanzar aviones de papel grada abajo que de ver el fútbol.
TORRES MARCÓ UN DOBLETE, Y BESÓ NUESTRO ESCUDO
Y Torres
mete el primero a los siete minutos... y Torres mete el segundo sólo tres
minutos después... con la zurda... un golazo de media chilena... Y besa su
escudo, nuestro escudo, que es para lo único que debería tocarse el escudo del
Atlético de Madrid.
Y uno no
puede imaginarse una despedida mejor. Y brinda con su padre, como tantas y
tantas veces, con tantos y tantos goles importantes... Y vuelve el nudo en la
garganta, muy fuerte, muy intenso, porque también puede ser el último brindis
en esa fila 8 del Sector 529 del segundo anfiteatro Fondo Sur del Vicente
Calderón...
SE COREA A
LAS LEYENDAS Y LA OLA MÁS SALADA DEL CALDERÓN
Y la grada
se acuerda de sus leyendas, de las del campo, y de las que esperan en la grada
la fiesta posterior. ¡Paulo, Paulo, Futre, Futre! ¡Radomir te quiero! ¡Luis
Aragonés, Luis Aragonééés!
Y Simeone
retira al Niño, y el Calderón se pone en pie, y mi amigo Peris reza para que el
resultado se quede así. Y su plegaria es la de todos, porque si Luis hizo el
primer gol de nuestro querido Manzanares, nadie mejor que Torres para hacer el
último.
Y la afición
hace la ola, una ola más salada que nunca, bañada de las lágrimas de miles de
colchoneros que han vivido al calor de esas gradas algunos de los momentos más
felices de sus vidas...
CONMOVEDOR ADIÓS A TIAGO Y EL ÚLTIMO GOL, DE CORREA
Sin embargo,
Williams marca para el Athletic y, aunque lo hace con la ayuda de Savic, eso no
cuenta como que el último gol del Calderón lo haya hecho uno de los nuestros.
Y el cambio
ahora es para Tiago. Su salida entre lágrimas emociona y encoge los corazones. Para el
recuerdo quedará su amargo llanto en el Camp Nou tras perder aquella final de Copa
con el Sevilla (2010). Sólo llevaba seis meses de rojiblanco. Siete años después, el
escudo lo lleva por dentro. Y despedir a alguien así siempre duele extra.
Mucho.
Por fortuna,
su sustituto, Correa, hace el 3-1 a un minuto del final, aprovechando el
rechace de un tiro al palo de Griezmann. Al menos, uno del Atleti. Aunque
apuesto a que, con los años, serán muchos los que digan que el último gol
colchonero en el Manzanares lo anotó Fernando Torres. Memoria selectiva...
LOS 18 TÍTULOS DEL CALDERÓN
El partido
acaba, y comienza la "fiesta" de despedida. Aunque todo el partido ya
había sido una despedida. Toda la temporada, si me apuran.
El césped se
engalana de rojiblanco y saltan al campo los 18 títulos que se han logrado en
los 51 años de historia de este estadio, transportados por algunos de sus
principales protagonistas. Y los recuerdos se agolpan: cinco Ligas : 1970
(Calleja y Rodri), 1973 (Irureta y Gárate), 1977 (Luiz Pereira y Leivinha),
1996 (Solozábal, Santi y Caminero) y 2014 (Godín y Giménez); siete Copas del
Rey: 1972 (Ovejero y Ufarte), 1976 (Marcelino, Salcedo y Capón), 1985 (Miguel
Ángel Ruiz y Clemente Villaverde), 1991 (Manolo y Vizcaíno), 1992 (Futre y
Abel), 1996 (Molina y Pantic) y 2013 (Koke y Tiago); dos Supercopas: 1985
(Rubio y Marina) y 2014 (Moyá, Oblak, Saúl y Griezmann);
dos Copas de
la UEFA Europa League 2010 (Simao y Assunçao) y 2012 (Juanfran y Filipe); dos Supercopas
de Europa 2010 (Perea y Domínguez) y 2012 (Antonio López y Gabi); y la Copa
Intercontinental de 1974 (Adelardo y Ayala).
EL BROCHE DE
DESPEDIDA LO PONE EL CHOLO
Se echó de
menos entre esos portadores de sueños a
quien los ha mantenido más vivos los últimos años: Diego Pablo Simeone. Estaba
preparado para el final. El Cholo coge el micro: "Para ustedes, la palabra
sentimiento es algo muy profundo. Los demás equipos pueden tener más dinero,
alguna copa más que nosotros... pero nunca podrán igualar el sentimiento que
tienen ustedes por este club". El público ruge. Y entonces viene lo mejor:
"Para terminar, los periodistas me preguntan continuamente si me voy a quedar... Sí me voy a quedar", afirma con rotundidad. Y en el Vicente Calderón
atruena por última vez el "¡Ole, ole, ole, Cholo Simeone!", y sin
quererlo, ante tanta amalgama de intensísimas emociones, mis ojos se empañan de
lágrimas.
"¿Y
saben por qué me voy a quedar? -termina el Cholo- Porque este club tiene
futuro, y el futuro somos todos nosotros".
Y hay
futuro, sin duda hay futuro. Mucho más brillante y esplendoroso cuando depende
de un hombre que quiere a este equipo, que quiere a este club, que quiere a
esta afición, y quiso hacerla feliz con ese mensaje contundente, que sabe que
tantos otros usan para crear zozobra. Un hombre que usa la primera persona del
plural para hablar del Atleti. Y mientras Simeone esté en ese
"nosotros", el futuro será más esplendoroso.
Hasta
siempre Vicente Calderón, nunca morirás en nuestros corazones.
1 comentarios :
Me ha encantado tu entrada, José. Muy emotiva y que resume, desde un punto de vista personal, el significado de nuestra estadio Vicente Calderón.
Cuando leía las lineas que has plasmado en el blog recordaba mi primera vez en nuestro estadio. Fue un poco más tarde que tu. A mi padre el fútbol no le gusta, pero todos sus amigos eran del Atlético de Madrid. Y desde pequeño yo siempre fui de Atleti. Iba con mi camiseta a todas partes y en mi clase del colegio (ya ha llovido) era uno de los dos chicos que clase que eramos colchoneros. No me perdía un partido del Atleti en la tele y siempre estaba los fines de semana con la radio escuchando el partido (cuando no lo televisaban). Todavía conservo mis cuadernos con los goles anotados en cada temporada.
Cuando entré en el Instituto en 1995 me hice de la Peña Atlética Complutense (de Alcalá de Henares, de donde soy y donde vivía entonces) Y me acuerdo que en la temporada 1997/1998 el presidente de la peña, Eusebio, me cedió un abono para ir a ver el partido Atlético de Madrid-Ahtletic Club de Bilbao. 3-0 para los nuestros con dos goles de Vieri y uno de Andrei Frascarelli. Desde entonces aquello era un vicio que no pude dejar. Luego vino mis abonos al Club hasta que por razones laborales lo tuve que dejar. Y aun así todos los años voy a ver un gran número de partidos.
Yo vivo ahora cerca del Calderón y cuando paso por Madrid Río corriendo haciendo deporte o con la bicicleta, miro nuestro templo y no puedo dejar de pensar que ya nunca más vamos a ver nuestro equipo allí. Y son muchas las cosas vividas. Ahora vivimos un momento triunfal del Atlético. Jugamos por todo. Pero ¿quién se acuerda de aquellas temporadas en tierra de nadie? ¿O de aquellos dos años en Segunda División cuando nos batíamos el cobre con equipos como el Badajoz, el Racing del Ferrol, el Universidad de Las Palmas o el Nastic de Tarragona? Y en aquellas circunstancias era una olla a presión.
Muy bonito post. Muchos recuerdos y muchas batallas. Ahora hay que constuir otros y hacer del Metropolitano (otra vez el Metropolitano) nuestra nueva casa. Y que vea aquello que las grandas del Calderón no pudo ver: una Champions, una Copa de Europa.
Te sigo también esta temporada y nos vemos en el Metropolitano.
Un abrazo
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