Goles: Griezmann (2).
El
martes en el Calderón fue un partido soporífero. No pasará a la historia. La
gran mayoría del público asistente no lo recordará en poco tiempo,
especialmente la afición visitante (ni un azulón en un desplazamiento de 15
kilómetros...). Un tempranero gol de Griezmann, tras controlar lo que era un
disparo de Gabi y enviarlo de volea a la red, hacía presagiar una goleada a
orillas del Manzanares (1-0). Pero el encuentro entró en una fase de encefalograma
plano en el que sólo Pedro León pudo hacer dispararse las constantes vitales de
no haber definido torpemente un mano a mano con Oblak.
¿PUEDE SER CORREA EL NUEVO KUN?
Sin
embargo, yo sí recordaré este encuentro, por ser el día en el que Ángel Martín
Correa Martínez (9-3-1995- Rosario, Argentina) comenzó a enamorarme. Entró en
el descanso por Yannick Carrasco (desaparecido) y fue un deleite verle
gambetear con la pelota cosida al pie. Parecía un niño jugando en las calles de
su Rosario natal. Cada vez que la bola parecía que se le iba, su pierna de goma
volvía a atraerla un poquito más junto a él. Inventó un par de quiebros inverosímiles
(como el que hizo en Eibar la pasada jornada en el 0-1) que me hicieron
marcharme del Calderón convencido de dos cosas: primero, había valido la pena
asistir al estadio sólo para verle; y segundo, tenemos una estrella en ciernes.
"Kun,
Kun, Kun", gritó un chico una fila más atrás después de que Correa dejara
sentados a dos contrarios. Y sí, su magia recuerda a la del Kun Agüero (ya le
compararon con el del City cuando se le fichó). Sólo esperemos que no tenga el
mismo final...
Y
es que desde hace varios años (especialmente tras la marcha del propio Kun),
los colchoneros hemos tenido que resignarnos a que nuestras más grandes
estrellas terminarán marchándose más pronto que tarde (antes fue Torres,
después De Gea, Falcao, Diego Costa...).
EL MIEDO A ENAMORARSE
Ahora
mi miedo se centra en Griezmann. El galo hizo el 2-0 en el minuto 89 tras pase
de la muerte de Jackson (que volvió a estar muy espeso) y ya lleva cinco tantos
esta temporada (cuatro en una semana). La temporada pasada hizo 22 en Liga (fue
el tercer máximo goleador del campeonato sólo por detrás de los dos de siempre)
y su crecimiento está abocado a convertirle esta temporada en el indiscutible
buque insignia de los rojiblancos.
Su
desparpajo, su clase, su velocidad, su regate, su carisma, incluso su look
(joven y de estética similar a la de Torres) le convierten en el ídolo perfecto
para la afición. Pero es tan difícil volver a amar cuando te han roto el
corazón tantas veces. ¿Cómo encariñarse con un nuevo niño cuando sabes que el
riesgo de que se marche en un futuro cercano es tan alto? En cualquier caso, si
algo hemos aprendido los atléticos en las últimas temporadas es que es mejor
centrarse en disfrutar del presente sin mirar mucho más lejos por cosas que,
primero, no sabemos a ciencia cierta si van a pasar y, segundo, poco podemos
hacer por cambiarlas. Carpe Diem (aprovecha el momento), que decían los
clásicos.
IDIOSINCRASIAS INVENTADAS
Tras
esta victoria anodina (pero tan importante como necesaria), el Atleti acumula
una trayectoria casi intachable. Diez goles a favor y cero en contra en cinco
partidos oficiales, sin contar el del Barça. Pero el Barça cuenta, claro...
Al
hilo de esto quiero hacer mención a un artículo de opinión escrito por un redactor
de Marca (al que tampoco quiero hacer más publicidad) que no he podido comentar
antes por falta de tiempo. Bajo el título ¿Por qué no somos todos del Atleti?,
defendía que "el Atleti da sentido a todo, a la victoria y a la derrota,
que la enmascara... Si gana, porque gana, y si pierde porque, como el pasado
sábado, tocaba perder. Todo está justificado".
Desde
el resentimiento de que el Atlético de Madrid no pudo hacer lo que el Madrid
tampoco sabe (ganar al Barça), argumentaba que el hincha del Atleti siempre es
feliz, el "Viva er Beti manque pierda", alejado de mayores
exigencias.
El
personaje en cuestión, obviamente, no sabe lo que es ser del Atlético de
Madrid. Como tampoco sabe (no debió estar) cuantísima gente salió muy tocada
del Calderón ese sábado, no sólo por perder contra el Barça, sino por la imagen
de impotencia y de falta de respuestas que demostró en la segunda parte.
EL ATLÉTICO NUNCA ES FELIZ EN LA DERROTA
Ayer,
cuando vi cómo el Celta de Vigo ahondaba con goles en las heridas de este Barça
(más vulnerable que el del año pasado) me lamentaba por no haber jugado de otro
modo que nos hubiera llevado, sin duda, a derrotar a los blaugranas. El
aficionado atlético, el de verdad, nunca es feliz en una derrota y jamás se
conforma con ser tercero, porque ya lo hemos sido muchas veces y nuestra lucha
histórica siempre se ha basado en llegar a lo más alto. Eso sí, cuando no lo
hacemos, jamás se nos escuchará decir que fue porque el torneo en cuestión
"no nos interesa" (manido recurso para justificar las eliminaciones
coperas) o porque "hemos tirado" la competición (como ocurriera en la
Liga que levantó el Atleti). Dudo que ningún colchonero sea feliz en la
derrota. Lo que es seguro es que al menos sabe perder. Y levantarse.
1 comentarios :
Ser del Atleti no es trasladable al "Viva er Beti manque pierda". Un colchonero no es más colchonero por estar feliz si pierde el Atleti, no. No leí el artículo del de Marca, pero lo que si está claro es que no es del Atleti, y sólo si eres del Atleti puedes comprender lo que es serlo.
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