El de anoche fue un partido muy especial para mí por doble
motivo. Por ello, me van a permitir que hoy haga dos crónicas y no
una: la de la amargura y la del éxtasis
CRÓNICA
DE LA AMARGURA
No había buenos presagios anoche
en el Vicente Calderón. A cualquiera que le preguntaras te decía
que las sensaciones no eran positivas. Mejor así, pensaba yo,
siempre agarrado a un halo de esperanza. De esta manera, las
decepciones son menores y las alegrías enormes.
No empezó
bien la noche. En menos de cinco minutos el Calderón
cantó dos goles, pero ninguno subió al marcador. El
primero porque no entró, Agüero
la mandó al lateral de la red, y el segundo porque, aunque sí
entró, el linier lo sacó, inventándose un fuera de juego de
Heitinga, que remachó
una nueva cantada de Valdés,
que está como un flan, a un potente derechazo lejano de Maxi.
En
esas, apareció junto a mi asiento una chica muy mona con su novio.
Tras preguntar si la mochila que había en la butaca era mía, se
despojó de su abrigo para lucir una camiseta del Barça con el
nombre de Cris
a la espalda.
No me hizo mucha gracia, pero hasta ahí
todo normal. Los problemas vinieron después.
A cada falta del
Barça, la simpática jovencita decía que los del Atleti se tiraban,
después de llamar al Kun
“enano” y “gitano”, calificó a Henry
de Dios tras el golazo que éste puso en la escuadra
en el minuto 18. El tanto vino precedido de un mal despeje de Pablo,
que en los primeros compases había regalado un gol a Etoo
que le quitó Leo. La
recuperación del manchego ha durado cuatro partidos. Al quinto y el
sexto ha demostrado nuevamente su verdadero nivel.
Cris
me amargó la primera parte
Pero anoche no
fue Pablo quién me amargó la noche, al fin y al cabo a eso estamos
acostumbrados, sino Cris. Así que volvamos con ella.La
chica se levantaba a cada jugada, gesticulaba, pero lo peor
eran sus comentarios.
A los ya referidos, comenzó con un
“pero animar al Barça,
qué queréis, ¿ir a Cibeles con los vikingos?”.
Yo me mordía la lengua.
Al poco le dijo a su novio que en
vaya sitio le había colocado, “rodeada de indios”, a lo
que, por primera vez, tuve que responderle, con una sonrisa forzada,
que estábamos en el Calderón, por si no se había dado
cuenta.
Celebró el gol de Messi
con grandilocuencia después de que
éste rasgara la defensa del Atleti como si no existiera, pero por
suerte Forlán
marcó el golazo que estuvo buscando toda la noche ante el Oporto,
con un zurdazo lejano que se coló por la escuadra. Pese a ir aún
por debajo, la celebración, por supuesto, tuvo más rabia de la
habitual.
Pero la chiquita no tenía pensado callarse.
Después de levantarse un par de veces para reclamar que Guardiola
saliera del banquillo al grito de “guapo”,
volvió a repetir un comentario que ya había hecho antes “vamos
Barça, cómo vais a perder contra un equipo de Segunda…”.
Mi
padre, una de las personas más respetuosas y más moderadas
que conozco, y no lo digo porque sea mi padre, ya estaba
saliéndose de sus casillas y también comenzó a hacer
comentarios en alto. Con lo que, en el minuto 40, yo no pude
aguantar más: “Porque eres una tía, si no, no te iba a aguantar
más, eres insoportable”, la dije. A lo que me respondió
que ella estaba animando a su equipo. Cuando la expliqué que si yo
fuera así al Camp Nou salía con los pies por delante, me dijo que
yo “no sabía lo que era el deporte”. Entonces la espeté que nos
estaba faltando al respeto, llamando al Kun “gitano”, al Atleti
“equipo de Segunda” y que no iba a venir a reírse de mí
a “mi casa” donde llevo yendo diez años de abonado y 18
desde que fui por primera vez. La chica se rió de que
hablara de mi casa y le dije que desde luego la suya no era,
a lo que añadí que además ese no era su asiento
(se sentaron donde vieron un hueco) y la invité a enseñarme
la entrada. Después de responderme que eso a mí no me
importaba la conversación se acabó y su novio
(supuestamente del Atleti), mudo como una puta, la invitó a
que se callara.
Tras cinco minutos de tensión, bajé a
tomar aire en el descanso y la segunda mitad fue otra cosa.
No se volvió a oír un comentario despectivo, se mantuvo
sentadita en su asiento y, eso sí, celebró el gol del
Barça, lo cual es perfectamente correcto, pero mi equipo me ayudó a
cerrarle la boca.
A la conclusión no la vi, ni de lejos,
tan afectada como estaba yo en la primera parte. Al fin y al cabo,
Guardiola
iba a seguir siendo igual de guapo…
CRÓNICA
DEL ÉXTASIS
A los diez de la
reanudación, el Kun
marcó ese gol que tanta falta le hacía. Por fe, se llevó
un balón peinado por Raúl García, ganó la partida a Márquez
y a Puyol y la cruzó a
la perfección ante Valdés. 2-2.
Lo más difícil
parecía estar hecho, igualar al todopoderoso Barça un 0-2. Ya
no había cansancio, Forlán
dio un auténtico recital de sacrificio y una
demostración prepotente de su portentoso físico,
bajando a la carrera a pelear con Messi o con quien hiciera falta
para recuperar balones. Asunçao y Raúl García eran capaces de
tapar la zona de creación del Barça y Ujfalusi
se consagró como un mariscal en la zaga, haciendo
un partido para enmarcar, anticipándose en cada jugada y
multiplicándose ante los errores de Pablo.
Pero cada
pérdida de balón entrañaba un peligro insondable y los riesgos de
la defensa adelantada se pagaron a 17 minutos del final. Era
injusto, pero un pase largo de Etoo
(desaparecido y desafortunado a excepción de esa acción) dejó solo
a Gudjohnsen, que a la
legua se vio que regalaría el gol a su compañero de
escapada, Henry.Con
el 2-3 parecía que se acabaría el sueño y más cuando Etoo volvía
a errar un minuto después. Pero un cabezazo de Agüero que salvó
Valdés probó que el Atleti aún estaba vivo.
El
penalti más largo del mundo...Entonces, el
linier bueno advirtió a González Vázquez de un clamoroso penalti
sobre Sinama (que, por cierto, entró por un Maxi
que se marchó con un cabreó mayúsculo ¿qué tiene una
bula papal firmada en su contrato el chico?). Fue el penalti
más largo del mundo (que se quite la película de Tejero), por lo
que tardó en pitarse y por lo que tardó en tirarse (González
Vázquez lo retrasaba pidiendo a los jugadores que no entraran en el
área. Creo que quería tirarlo él. Fuera, claro).
Pero
Forlán, ese Titán de
acero y hielo, lo mandó dentro.
Quedaban
diez minutos y, sinceramente, le pedí a Dios (no a Henry,
al mío) que el partido se acabara ya. Eran
demasiadas emociones para mi pobre corazón. Pero gracias a que no me
hizo caso.
En el último minuto,
Agüero se internó en el área, dribló a
Puyol
con fortuna, y se la cruzó a Valdés con maestría. Era el 4-3.
La remontada estaba completada, la épica se repetía como en
aquel choque ante el Dream Team 15 años atrás.
Esa
noche, Abel Resino
no pudo jugar, ya que el titular fue Diego,
pero a buen seguro que ayer inculcó a los suyos ese espíritu de
Atlético guerrero e indomable para, como entonces, sellar
una remontada imposible en una noche mágica.
El Calderón
botó, y cantó el “quien no salte madridista”,
para recordar que Atleti somos nosotros. Que existe algo más que el
madridismo y el antimadridismo. Que noches como éstas son
las que hacen grande a nuestro equipo. Que por esto somos del
Atleti.
Hay que ver cómo nos las gastamos a veces los
equipos de Segunda…
¿Jugarán así en el Bernabéu?
Hoy, no me importa. ¡Yo te quiero Atleti, lorolololololololo!
lunes, 2 de marzo de 2009
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