lunes, 27 de abril de 2009

Cumpleaños amargo

El domingo fue un cumpleaños triste, muy triste, para el Atlético de Madrid. Tras dormir una siesta con el Carrusel de fondo, me dispuse a encaminarme al Vicente Calderón con muy pocas ganas e ilusión por ello. El simple hecho de afrontar de esta forma uno de los eventos que mueven mi semana, ya genera una sensación de angustia y de vacío en el estómago incómoda.
No era para menos, el Atlético había vuelto a escribir una de las páginas más negras de su historia tres días antes de su 106 aniversario.
A la llegada al estadio, encuentro a uno de mis vecinos de butaca y me ofrece invitarme a tomar algo en ‘El Doblete’. Son menos diez y me lo pienso. “Qué más da perderse el inicio”, me comenta. También es verdad, tampoco se merecen ni que entráramos. Por la tele se ve un Calderón con mucho colorido… de los numerosos huecos que dejan ver el rojo y blanco de las gradas. Media entrada. No podía esperarse más.

Ya en el campo, el inicio vuelve a ser desolador. Diez minutos de partido y el Atlético no ha tirado ni a puerta. No se ve una actitud rabiosa por intentar revertir el ridículo de Santander. Sólo Raúl García presiona con intensidad los balones divididos. El resto, lo de siempre: abúlicos de rojiblanco.
Hay que esperar al cuarto de hora para ver el primer disparo en una arrancada de Agüero que termina con un latigazo lejano que Cuellar despeja a corner, en su vuelta al Calderón tras el ignominioso 0-6.

Y A CADA GOL…
Y la caja de los truenos, que hasta ese momento se había mantenido sólo entreabierta por una rendija de silbidos y cánticos iniciales, se destapa con una jugada ‘ensayada’ en una falta propicia para Simao que termina en los pies de la defensa asturiana con posibilidad para el contragolpe. Por primera vez, el “Cerezo cabrón, fuera del Calderón” resuena desde el fondo sur.
Al esperpento le sucede un despeje de Leo Franco contra el cuerpo de Lora que pasa cerca de la portería. Curiosamente, tras mi escrito en su defensa, el argentino realizó anoche un partido bastante malo con dos cantadas que pudieron acabar en disgusto.
Pero en esas, Forlán convierte un rechace en un golazo desde 25 metros, eso sí, con la colaboración de Neru, que envenena el disparo y lo transforma en vaselina letal.
No había ni ganas de celebrarlo y, ante mi sorpresa, el cántico desde el Frente vuelve a ser el mismo –“Cerezo cabrón, fuera del Calderón”- al que en esta ocasión se suma un sector bastante más que minoritario del resto del estadio.
Antes del descanso, Agüero vuelve a lanzar fuera por poco, y Simao rompe a la débil defensa sportinguista por el centro y pone el 2-0 tras una buena pared con Forlán.
En esta ocasión colaboró el denostado Pichu Cuellar, al que el balón se le cuela por debajo del cuerpo y, minutos después, a punto está de dejar franco para Agüero un cabezazo de Maxi. No debió ser un partido fácil para él el de ayer, pero estuvo en la línea de su defensa: muy frágil.
Tras el segundo, la tonadilla que corea el estadio es la misma que tras el primero, lo que confirma que la afición rojiblanca definitivamente está harta, y que el Frente Atlético, la voz del Calderón, se ha sumado a las protestas.
La segunda parte no tiene historia. En el minuto uno, Kun pone el 3-0 con frialdad tras nueva asistencia de Forlán, y en el dos, Bilic recorta distancias tras deshacerse Diego Castro con habilidad de Perea.

DEL CAMPEONES A LA INJUSTICIA CON PERNÍA
Fue el turno entonces para la afición, que ante la victoria quiso mostrar su hartazgo con ironía (no quiero imaginar hasta dónde se hubiera llegado con otra derrota). Primero la ola, de la que no fui partícipe porque todavía habría quien pensaría que era sentida, luego con el “Campeones, campeones”, que encontré especialmente mordaz y al que sí me sumé, y luego una desmedida e injusta retahíla de escarnios hacia Mariano Pernía, totalmente desproporcionada por centrar en él una humillación que debió ser compartida. “Mariano selección”, “Mariano bota de oro”… y una serie de vítores y ovaciones cada vez que tocaba la bola, ya fuera con acierto o con desatino.
El hispano-argentino ni siquiera jugó en Santander, la gota que colmó el vaso, es un profesional íntegro, entregado, con carácter y que jamás se esconde. Es malo, sí, pero todo lo anteriormente citado ya es más que lo que se puede decir de gran parte de la plantilla. Y no se ven señalados cuando al que se vapulea es sólo a Pernía.

SEGÚN SALGA EL RIVAL…
Volviendo a lo deportivo, el Sporting sólo le puso ganas en la segunda mitad y ya con todo perdido, ya que en la primera parte salió a contemporizar y a firmar el 0-0. Y así, con el Atleti, se pierde.
Así salió el Numancia y se fue de vacío. Y así salió el Depor y probó la misma medicina.
Para ganar a este gris Atleti de hoy hay que salir a comértelo. Así lo hicieron Osasuna y Racing, y ya conocen los resultados. Andando, la calidad de los tres de arriba sigue siendo suficiente para derrotar a los modestos.
Así pues, habrá que ver con qué actitud sale el Betis el próximo domingo en el Villamarín. De sus ganas de ganar, dependerán las opciones de este triste Atleti que, si pierde, verá como la ironía del Calderón se tornará crueldad extrema en los tres partidos que restan. Es una bomba de relojería. Y ya le han dado cuerda.

viernes, 24 de abril de 2009

Maneras de deshonrar una camiseta

El martes, Képler Laveran Lima Ferreira, más conocido como Pepe, hizo un penalti a Casquero y, no contento con ello, propinó dos patadas en el suelo al centrocampista azulón, soltó un puñetazo a Albín y se marchó diciéndoles de todo a los árbitros. Hay quién dice que Pepe deshonró con su actitud la camiseta del Real Madrid. Todos desde fuera del club blanco…

Pepe protagoniza esta acción en el minuto noventa. Tras darse cuenta de que un empujón suyo va a dar al traste una remontada de 16 partidos. Que por su acción, si el Getafe transformaba el penalti (Panencadas a un lado…) la Liga que con tanto esfuerzo y denuedo han perseguido, rayando casi lo imposible, se escapaba definitivamente.
Por ello, Pepe, fruto de la ira, suelta esas patadas y protagoniza el espectáculo posterior. Lamentable. ¿Pero cuántos aficionados del Real Madrid hubieran reaccionado de la misma manera al ver esfumarse esa Liga?
Pepe ha demostrado durante estos dos años que los 30 millones que el Real Madrid desembolsó por él no fueron demasiados. Impecable por alto, abusivo en la anticipación, imperial al corte, eficaz sacando la pelota…
Y el martes, dejando a un lado que su actitud es reprochable, sin duda, demostró un compromiso con la camiseta, una identificación con el proyecto y un amor por su trabajo y el de sus compañeros que yo ojalá viera en el Atlético de Madrid.
Minutos después, Higuaín marcaba el 3-2 tras el inefable ‘Casquerazo’ y el Madrid volvía a lograr lo imposible. Pepe, se abrazaba en la piña.

LA VERGÜENZA DE EL SARDINERO
El jueves, el Atlético de Madrid saltó al estadio de El Sardinero como el que va de pesca. Con los pantalones ya remangados, al cuarto de hora perdía 2-0, se le había anulado un gol al Racing y Tchité había fallado otra totalmente solo.
Cada falta lateral era perfectamente botada por Munitis (¿Cuándo va a dejar de ‘colgar’-es un decir- los balones parados Simao?) y patéticamente defendida por la zaga colchonera.
El equipo no pasaba de medio campo. A cada control de un futbolista rojiblanco, se encontraba rodeado por tres perros de presa vestidos de verdinegro.
Fruto de ese hambre santanderina llegó el tercero. Tchité se adelanta a Antonio López, está más rápido que Ujfalusi que se pelea con el balón, y mete la punterita para ridiculizar al checo y a Leo Franco.

MENUDA REACCIÓN
Llega el descanso y la solución de Abel es mantener el mismo esquema, con las variantes de la entrada del hombre que debió jugar desde el inicio, Ever Banega, y del “ésta no la vuelven a cantar”, también conocido como Maxi Rodríguez.
Y el equipo sigue igual. Sus escasas llegadas al área se cuentan por resbalones que acaban en el suelo (Sinama y Forlán) y fruto de la casualidad (gracias a un resbalón del contrario) Agüero se planta en el área y es objeto de penalti. Gol de Forlán, 3-1. Media hora por delante. ¿Creemos? No.
Sin ver qué ha pasado, a un saque de puerta a favor se sucede un gol de Munitis de vaselina. En la repetición, vemos cómo las prisas de Leo Franco comprometen a Banega en la frontal, y la jauría racinguista hace el resto. 4-1. Re-sentenciado.
En casa me entero de que han sido cinco. El quinto de Zigic y los minutos finales me van a permitir que me los perdiera.
Dicen que en el entrenamiento del día posterior hubo caras largas y gestos serios.
Yo no vi los ojos de ningún futbolista inyectados en sangre en el campo. Como los de Pepe. Yo no vi a nadie con las lágrimas a punto de brotar porque se escapaba la Champions. A nadie.
No vi un mal gesto, ni una fea patada (salvo la de Assunçao y no creo que la diera por orgullo), ni un ápice de dignidad. Por supuesto, nadie agarró la pelota y la puso en la escuadra cuando era más necesario.
El Madrid no va a ganar la Liga porque se ha topado con un Barça omnipotente. Pero allí se bebe algo que aquí hace tiempo que se secó. No hay orgullo. No hay dignidad. No hay vergüenza.

PD: Para los seguidores de mi blog, Google me lo ha eliminado por borrar una cuenta de Gmail y llevo tres días luchando por recuperarlo. Lo del Atleti, es una causa perdida.

domingo, 19 de abril de 2009

Un gol demasiado caro

Minuto 56 de partido, Ever Banega salta al césped del Calderón a intentar ponerle chispa al juego de un Atleti plano. “Muy bien lo va a tener que hacer”, le comento a mi padre. El 30 de abril es la fecha límite para que el club decida si se queda con el argentino en propiedad, aunque diez millones de euros se antojan demasiados.

El Atleti empata a cero con un serio candidato al descenso como es el Numancia y el juego del equipo es tedioso y horizontal. Pero apenas cumplidos cinco minutos de Banega sobre el campo, el argentino controla un balón en la esquina del área, recorta con la derecha rompiendo a Ortega y de fuerte zurdazo por la escuadra rompe la portería de Juan Pablo y encarrila el partido.

LA BALANZA DE BANEGA
Una vez más, Banega demuestra ser un futbolista diferente al resto de nuestros centrocampistas. Se ofrece constantemente, dinamiza el juego, toca rápido y es el único capaz de profundizar. De hecho, creo que debería ser titular en lo que queda de temporada para intentar el asalto a la cuarta plaza, que ayer se quedó a tiro de tres puntos y con el Atleti quinto, después de que el Villarreal no pasara del empate a cero en Valladolid.
Sus defectos comienzan con que a veces ralentiza demasiado el ritmo, es inconstante y en ocasiones esta temporada se ha pasado de revoluciones. Pero tiene 20 años y todos esos pecados son purgables. El Atlético debería aprovechar la premura económica del Valencia para intentar quedarse con el futbolista por cinco o seis millones de euros.

UNA MANITA DE UNDIANO
Volviendo al partido, hecho lo más difícil, el Atlético se metió en un lío del que le sacó Undiano Mallenco. Apenas cinco minutos del gol rojiblanco, un rechace en el área atlética acabó con un centro desde banda derecha rematado a gol de cabeza por Barkero. El linier levantó la bandera, pero la repetición mostró que Antonio López rompía la posición ilegal. Con el tanto, me sorprendí al verme rodeado por varios seguidores numantinos, que se quejaron amargamente de la anulación. “Habrá que verlo por la tele”, repetía uno de ellos.
El Atleti no mejoraba demasiado y prueba de ello fue el comentario de mi padre cuando nos disponíamos a sacar un corner. “Bueno, mientras estemos ahí…”. “La lástima es que quedan 20 minutos”, le respondí.
Por suerte, Forlán no faltó a su cita con el gol y marcó su vigésimo primer tanto con un buen zurdazo a pase de Simao para poner la tranquilidad en las gradas y la alegría entre las numerosas peñas que habían venido a la cita y que, por fin, pudieron hacer el viaje de vuelta entre cánticos.
El propio Simao cerró la victoria con un gol fuera del área favorecido por un rebote y se mejora el goal-average, que puede ser importante con el Valencia por lo apretado de la tabla.
El jueves se cierra la jornada en Santander y comienza el tramo de cuatro partidos que se contaron por victorias en la primera vuelta. Volver a lograr algo similar será vital si se quiere seguir soñando. Habrá que mejorar.