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martes, 13 de julio de 2010

Y el fútbol cumplió con su parte

Eran casi las once de la noche del 11 de julio de 2010 (¡Que lo hagan fiesta nacional!), las miles y miles de personas que abarrotaban la Castellana y sus aledaños, el Paseo de Recoletos y Cibeles no sabían cómo contener sus nervios. Los había afónicos, deshidratados, dando botes, al borde de un ataque de nervios... En general el sufrimiento era extremo y la mayoría intentaban contener la respiración pensando en que lo peor aún estaba por llegar: jugarse la final de un Mundial por penaltis.
Pero entonces llegó Iniesta, el futbolista más futbolista dentro del campo (eléctrico, ingenioso, clarividente, desequilibrante, elegante, descarado...) y menos “futbolista” fuera de él (humilde, tímido, sencillo, introvertido...) para fusilar al portero holandés “Skeletor” (Stekelenburg).
Su gol se teletransportó como un rayo, a la velocidad de la luz, y recorrió los casi 9.000 kilómetros que separan Sudáfrica de España para crear una explosión de júbilo nunca antes experimentada en nuestro país.
Jamás un gol fue cantado tan alto y de forma tan unánime por tantos, hasta el punto de que seguro que a los internacionales les debió llegar ese estallido.
Iniesta fue grande hasta en la celebración, luciendo una camiseta con el lema de “Dani Jarque siempre con nosotros”, en recuerdo del central del Espanyol fallecido hace casi un año.
Seguro que desde el cielo el capitán blanquiazul unió su voz a la de los 47 millones de españoles para celebrar el tanto.

INIESTA EL INEFABLE
Y es que Iniesta es un jugador incomparable. El único capaz de pasarse toda la prórroga liderando a la selección en busca de su logro más importante, pidiendo el balón sin descanso, y de, después, en las celebraciones, asegurar avergonzado que “si lo sé, no marco el gol”.
Un personaje bipolar, ciclotímico, capaz de erigirse como el auténtico protagonista con un balón en los pies, de la estrella que todo lo puede, apareciendo con vehemencia, y de esconderse más tarde en las celebraciones, buscando el papel de secundario, alejándose de los micrófonos como si quemaran.

“¡GRACIAS A INIESTA, ESPAÑA ESTÁ DE FIESTA!”
Así gritaba Madrid tras la victoria.
Una Madrid plural, cosmopolita, en la que colombianos, ecuatorianos, brasileños, marroquis o argentinos celebraban el triunfo desbocados como un español más...
Me tocó ver el partido en las pantallas gigantes de la Castellana, recogiendo los testimonios de la afición para Telemadrid. Cuando marcó el manchego, las caras de emoción de la gente eran indescriptibles, y había incluso quien no podía hablar.
Ya he comentado en otras ocasiones que no siento a la selección como al Atleti, no es una elección, simplemente es así, no se pueden controlar los sentimientos. Pero en el momento en el que Iniesta perforó la portería holandesa salté como el que más.

LA PRÓRROGA FUE CARDIACA
Hasta entonces, la pelota parecía negarse a entrar. En la prórroga, el propio Iniesta, Cesc y Navas rozaron el gol. Pero la defensa 'orange' y Stekelemburg lo evitaron, en dos casos con Villa en posición franca para marcar.
La media hora suplementaria tuvo toda la intensidad y la emoción que le faltó al partido.
En los 90 minutos, Casillas ahuyentó a los críticos con dos manos o mano providenciales, ambos ante Robben, en los que con su pierna derecha, primero, y sus manos, después, recogió los corazones españoles cuando estaban suspendidos en el aire.
La velocidad del ex madridista fue el único peligro holandés, rompiendo con su rapidez la línea de retaguardia roja.
No fue lo único que rompieron los tulipanes, con un juego sucio que dio mal ejemplo del repertorio holandés y que ofreció una triste imagen al mundo en tan magno momento.
Sólo la cabeza de Sergio Ramos (pletórico todo el Mundial) y una acción de Villa, que salvó un zaguero bajo palos, sacaron el "huy" de las gargantas españolas, que se mantuvieron muy tensas y calladas durante los 120 minutos...

DEUDA SALDADA
...Durante los 116, perdón. Con el gol de Iniesta estalló todo el país y el fútbol español saldó su deuda histórica. Ese derechazo cruzado zanjará los debates de por qué el Baloncesto, Nadal, Contador o Alonso consiguen éxitos que la selección de fútbol ni rozaba. Ya no habrá más preguntas de cuál es la razón de que los Sub-16, los Sub-18 o los Sub-20 ganen Mundiales y Europeos, y la Absoluta se estrelle cada evento en cuartos.
La cara incrédula y desorbitada de Íker Casillas levantando la Copa es el mejor reflejo del sentimiento de todo un país. Pero era real. Lo hemos conseguido. ¡Somos campeones del Mundo!

PD: Y tras ver estas increíbles imágenes, un pensamiento rondaba mi cabeza de forma incontrolable: ya sólo me queda por ver al Atleti campeón de la Champions.

jueves, 8 de julio de 2010

El “Tiburón” hizo bueno al pulpo

Corría el minuto 73, el dominio total y absoluto de la selección española parecía no dar sus frutos, Villa se estrellaba contra el muro teutón y la magia de Iniesta, unos minutos antes, se paseaba por delante de la puerta de Neuer, como si de una línea infranqueable se tratara, sin llegar a consumar el truco.

TRES GOLES EN 89 PARTIDOS
Pero entonces apareció Puyol, hombre de casta y coraje insondables, que siempre está donde tiene que estar en la retaguardia, pero cuyo camino pocas veces se cruza con el gol.
En 88 partidos como internacional sólo dos veces había podido cantar gol, en dos goleadas intrascendentes ante Estonia (0-3 en 2008), e Irlanda del Norte (0-5 en 2002).
El corner botado por Xavi desde la izquierda fue rematado de forma imperial por “Tiburón” Puyol (como le bautizó Andrés Montes, que en paz descanse). Y fue así como entró en el área, como un escualo sediento de sangre, arramblando con todo, y con una furia desmedida giró su cabeza para catapultar el balón a la red (1-0).
Diez años se cumplirán el próximo 15 de noviembre desde que debutó con la Roja, y anoche, consiguió un gol cuya trascendencia será difícilmente superable.
Es posible que el capitán del Barça, cuyo tanto me recordó al que consiguió el año pasado ante el Real Madrid en el famoso 2-6, no vuelva a vestir la camiseta de España tras la final del domingo.

Y HABLA DE RETIRADA
El ilerdense dejó caer su retirada como internacional antes de la cita mundialista. “No es un decisión definitiva. Antes lo consensuaré con Vicente del Bosque y Fernando Hierro”, dijo.
Tras lo de anoche, ya imagino cuál será la respuesta que reciba del seleccionador y el director deportivo de la selección.
Y no sólo por el gol, no. Sino por su trabajo incesante en la zaga, su anticipación constante, su lucha sin límites, su compromiso fraternal y su concentración extrema. Junto a Piqué, el 5 de la Roja paró cada llegada al área de los alemanes.

ALEMANIA, DESBORDADA
Una Alemania que no cumplió las expectativas y que, en el plano personal, me decepcionó. No apareció Ozil en todo el partido, Klose no tuvo ni una, a Podolski se le vio más corriendo para atrás que hacia delante. Sólo Schweinsteiger intentó sostener a un centro del campo alemán que naufragó ante la abrumadora superioridad española.
Y es que la selección se comportó como siempre, tocando la pelota como si sólo fuera suya, moviendo al rival de un lado a otro sin piedad, y convirtiendo a la germana en un equipo menor, como si de Honduras, Chile o Paraguay se tratara.
El insultante dominio que ante hondureños o paraguayos podía parecer estéril, se tornó majestuoso ante el combinado de Joachim Low, que apenas podía limitarse a contener el chaparrón.
Tan sólo dio dos sustos el equipo teutón. El primero, al borde del descanso, en la única internada de Ozil, que terminó derribado por Ramos en el área. El árbitro nos perdonó ahí…
El segundo, en una de las pocas fases del partido en las que Alemania sacó la cabeza, en una clara oportunidad de Kroos que solo, recién entrado en el campo, encontró a Casillas en su camino hacia el gol.
Antes de ese espejismo, Xabi Alonso, Xavi y la mencionada colada hasta la cocina de Iniesta anunciaron el gol que certificaría Puyol.

ESTABA HECHO
Y con él, todos supimos que estábamos en la final. Quedaba más de cuarto de hora por delante, pero daba igual. La hegemonía rojigualda volvió a no dar lugar a la réplica, y sólo un par de contras de los nuestros pudieron haber engordado el marcador.
Fernando Torres, que fue suplente, pudo haber encontrado en ellas el gol que le devolviera la confianza perdida. Pero Pedrito, inconmensurable toda la noche, pecó de egoísta en ese último lance. Un Pedrito, por cierto, cuya temporada y evolución vertiginosa le hizo plenamente merecedor de la titularidad de anoche.

¿QUÉ PRONOSTICARÁ EL PULPO?
El gol de Tiburón Puyol volvió a encumbrar al pulpo alemán Paul, para desgracia de sus compatriotas. No ha fallado ni un solo pronóstico el octópodo, que mañana viernes decidirá en qué caja entra: Holanda o España. España u Holanda.
47 millones de españoles estarán pendientes de esta cita. Los más de seis mil millones de personas de este mundo tendrán puestos al menos un ojo en la final de este Mundial.
El domingo, debemos sentirnos privilegiados por poder presenciar un hito que generaciones y generaciones sólo soñaron.
Disfrutémoslo.
Yo lo tengo claro. Me han hecho creer.

miércoles, 7 de julio de 2010

Ya han hecho historia

Esta noche, a las 20:30 horas, las calles de toda España se vaciarán y familiares y amigos se concentrarán en sus casas o en los bares en torno a la televisión para intentar empujar a España hacia algo que ningún español ha visto jamás: la selección en la final de un Mundial.
Mi abuelo, de 84 años, me comentaba esta semana sus recuerdos de aquel único Mundial hasta la fecha en el que España quedó entre los cuatro primeros: el de Brasil en 1950.
“España jugaba muy bien”, me decía, “pero en la fase final nos metieron unas palizas tremendas”, asegura recordando el 6-1 que nos endosó Brasil y el 3-1 de Suecia, que maquilló a falta de pocos minutos Zarra.
“Todavía recuerdo el gol de Zarra contra Inglaterra, le tengo grabado en la cabeza tras marcar, muy serio, con el portero inglés tendido a sus pies”. Casi totalmente ciego desde hace varios años, no le falla la memoria, ya que no son las imágenes de aquella instantánea, tan repetidas estos días, las que evoca.
“Yo creo que van a ganar esta noche”, me dice esperanzado, aunque sabe que, “como siempre, los alemanes son muy duros”.

UNA NUEVA Y TALENTOSA ALEMANIA
Una rejuvenecida Alemania,
con la aparición de jóvenes talentos como Ozil, Khedira o Muller (por suerte éste último no estará) y el engrandecimiento de otros como Schweinsteiger o Klose hacen a los germanos un combinado bastante más complicado que el que cayó hace dos años en Austria. Muchos dicen que la ausencia de Ballack ha sido decisiva para enterrar a la “vieja Alemania”.
A España le costó lo indecible romper el muro de Paraguay el pasado sábado, pero a priori nada tendrá que ver ese choque con el de esta noche, con una Alemania que saldrá a batirse de poder a poder.
Esperemos que el peso de la historia no se haga notar en el campo, ya que, mientras que los nuestros nunca han llegado a la final, Alemania ha estado presente en siete de las últimas catorce finales. Se proclamó campeón en Suiza 1954 (3-2 Hungría), Alemania 1974 (2-1 Holanda) e Italia 1990 (1-0 Argentina); quedándose con la miel en los labios en Inglaterra 1966 (4-2 Inglaterra), España 1982 (3-1 Italia), México 1986 (3-2 Argentina) y Corea y Japón 2002 (2-0 Brasil).

FUNDAMENTAL QUIÉN MARQUE PRIMERO
En mi opinión, será fundamental quién dé el primer golpe. Hemos visto cómo los de Joachim Low han destrozado a Inglaterra (4-1) y a Argentina (4-0) a la contra después de adelantarse en el marcador. La clase de Ozil (grandísimo futbolista), la llegada de Schweinsteiger, la velocidad de Podolski y el instinto matador de Klose pueden hacernos mucho daño a una zaga que no se caracteriza por la velocidad.
Confiemos en que entre los nuestros Iniesta y Xavi estén inspirados en la creación en medio campo y a la racha de Villa se le una Fernando Torres, al que todos esperamos y que volverá a tener una oportunidad de titular.
No tengo claro mi pronóstico, aunque os confesaré que no soy demasiado optimista. Eso sí, si ganamos, creo que el Mundial no debe escaparse en la final ante Holanda.

¿Qué resultado vaticináis vosotros? ¿Dónde y con quién lo veréis?

Pase lo que pase, los Casillas, Ramos, Puyol, Capdevila, Xabi Alonso, Xavi, Iniesta, Villa o Torres, campeones de Europa hace dos años y ahora semifinalistas del Mundial, ya han hecho historia.
¡Qué viva España!

miércoles, 30 de junio de 2010

Desde que al fútbol se jugaba sin botines...

Portugal no fue tan difícil. Se equivocó Luis Aragonés, y se equivocaron todas las voces que apuntaron a que este Mundial acabaría en fracaso para España. Y es que, salvo hecatombe ante Paraguay, la selección española igualará su mejor participación en una Copa del Mundo. Y apenas hace de aquella gesta 60 añitos.
Por entonces, el combinado dirigido por Guillermo Eyzaguirre fue cuarto sin disputar unas semifinales. Fue una Copa del Mundo curiosa aquella,
con sólo 13 de los por entonces 16 habituales participantes, ya que Escocia (y Francia como sustituto), Turquía e India renunciaron a su plaza. Los motivos fueron singulares, como el de los hindúes, que se negaron a participar si no les dejaban jugar sin botines, tal y como habían hecho en las Olimpiadas de 1948.

UN MUNDIAL DE POSGUERRA
Eran otros tiempos, en un torneo que la FIFA tenía previsto disputar en 1949, pero que tuvo que retrasarse un año porque muchos de los países europeos aún se encontraban en ruinas a causa de la II Guerra Mundial. El mismo motivo, la guerra, hizo que se prohibiera la presencia de Alemania, como “castigo” por los crímenes bélicos.
Así las cosas, se dispuso un curioso cartel de cuatro grupos: dos de cuatro, uno de tres y uno de dos. Y el primer clasificado de cada uno se pasaportó directamente para una liguilla de cuatro en la que se decidió el campeón: Uruguay, con Brasil, Suecia y España por detrás.
El famoso gol de Zarra ante Inglaterra, que todos hemos visto tantas veces repetido, fue la tercera jornada de esa primera fase de grupo y nos dio la victoria para acabar líderes, aunque nos hubiera bastado un empate.
La liguilla final fue otra historia, y sólo se pudo sacar un empate ante el campeón (2-2), para ser superados claramente por Brasil (6-1) y Suecia (3-1).
Generaciones y generaciones han pasado desde ese cuarto puesto, para que España esté a un paso de igualarlo si vence a Paraguay. De hecho, los de Del Bosque son los mayores favoritos para meterse en semifinales según las apuestas World Cup Odds, por delante de Brasil, Argentina y Uruguay.

MUY POCAS “ARMAS” EN PORTUGAL
Para ello, hubo que eliminar a la rocosa Portugal. Una selección que no mucho tiempo atrás practicaba un fútbol más alegre, pero que ahora se limita a defender y esperar a que Cristiano Ronaldo pueda desnivelar la balanza en alguna jugada individual.
Como quiera que en la selección lusa militan Tiago y Simao, dos atléticos, y en España ninguno, bromeaba en la previa con que iba con Portugal.
Pero Simao sigue al nivel de esta temporada, bajo, mientras que Tiago poco pudo hacer ante el dominio español.
La fortaleza de Ricardo Carvalho y de Bruno Alves atrás, con Pepe delante, sostiene a un equipo en el que sólo Almeida acompañaba a Ronaldo en ataque, y pasó totalmente inadvertido.

SALIDA PODEROSA
La salida de los nuestros fue muy fuerte, demostrando desde el primer minuto quién debía pasar a cuartos. Así, a los 60 segundos Torres puso a prueba a Eduardo tras buscar ángulo y pegarla desde la frontal. No volvió a aparecer.
El que sí lo hizo fue Villa, que en los diez primeros minutos exigió también, por dos veces, al portero luso.
Tras ese comienzo efervescente, la Roja volvió a su dominio acunador. Te mece y te mece, hasta que te mata.
Entre tanto, Portugal dio dos sustos. Y en ambos no me inspiró confianza Casillas. El primero fue un tiro desde fuera del área de Tiago que el madrileño despejó hacia su propia portería, viéndose obligado a corregir el error metiendo la manopla ante la llegada de Almeida para remachar.
En el segundo, despejó de forma muy poco ortodoxa una falta desde Noráfrica de Cristiano Ronaldo. Su manera de rechazarla me recordó a mi abuela intentando jugar al voley en la playa... No sé si será cosa del Jabulani, pero a Íker no le veo fino.

LLORENTE POR TORRES, MÁS MADERA
La segunda parte comenzó plana, y Del Bosque movió pronto el banquillo en un cambio muy aplaudido por todos: Torres por Llorente. O el Niño mete pronto ese gol decisivo que le haga/les haga confiar, o las críticas arreciarán.
La primera acción del otro Fernando, Llorente, fue un cabezazo que salvó a bocajarro Eduardo. Su entrada, casualidad o no, coincidió con los mejores minutos de la selección.
Y llegó el gol. Un tiqui-taca en toda regla acabó con un pase interior de Iniesta, prolongado de tacón por Xavi y rematado a la red, a la segunda, por Villa (que ya lleva cuatro).
España pudo sentenciar, fundamentalmente en una gran internada de Sergio Ramos, pero, sobre todo, dio una imagen de superioridad y de control de la situación insultante.
Desde el 1-0, en el minuto 63, Portugal no fue capaz de disparar ni una vez a puerta.
Mientras tanto, Cristiano desesperándose y echando la culpa a su técnico, en vez de bajar unos metros a intentar recibir y al menos intentar su jugada. Ésta vez, ni de “chupón” se pudo acusar al crack de Madeira.

LA HISTORIA, A UN PASO
España está a un paso de hacer historia y unas semifinales del Mundial en ningún caso podrán ser ya catalogadas de fracaso. Sin embargo, y dando por hecha la victoria frente a Paraguay (si los futbolistas no lo hacen de antemano, claro), creo que Argentina o Alemania y Brasil siguen siendo todavía demasiada tela que cortar.
De cualquier manera, el pasaporte para soñar ya está sellado, y se han ganado el derecho de apurar su estancia en Sudáfrica hasta el último fin de semana. Y eso, sólo lo han visto los más viejos del lugar.

martes, 22 de junio de 2010

Vamos a sufrir

España saldó su segundo envite mundialista con su primera victoria y sus dos primeros tantos.
Tras la decepción inaugural, no hubo que esperar demasiado para cantar el primer gol de la Roja. Al cuarto de hora, David Villa rasgó la defensa hondureña con un precioso regate con el que se coló entre dos y, tras recortar a un tercero, remató la faena medio cayendo propulsando el balón cerca de la escuadra (1-0). Un golazo para disipar espectros.
En ese cuarto de hora, el asturiano (nuevo máximo goleador de España en la historia de los Mundiales) ya había reventado el larguero y había disparado en otra ocasión más. Estaba decidido a marcar y, de haber estado plenamente acertado, él solito pudo haber hecho cinco.
En la posición de extremo izquierda (Del Bosque abandonó el 4-5-1 para optar por un 4-3-3 con Navas y Villa en las bandas y Torres en punta) el Guaje rompió a la zaga rival con facilidad, principalmente en el inicio de partido.

TORRES NO EXPLOTA
La selección completó un buen primer tiempo, con un Fernando Torres que también perdonó tres oportunidades claras. En la primera, picó en exceso un centro de Navas. En la segunda, tras jugada personal, disparó a las nubes. Y en la tercera, tiró a manos del portero un mano a mano, después de un gran control con el pecho, aunque la acción fue anulada por un inexistente fuera de juego.
Pese a lo que digan los números, nunca he considerado a Villa como un goleador muy por encima de Torres. Sin embargo, en la selección, al de Fuenlabrada le atenaza cierta presión similar a la que le oprimía en el Atleti (donde también se unía la desesperación por los constantes fracasos).
Una ocasión perdonada con el 9 de España no supone lo mismo que un remate fallido en Liverpool. Allí se le esperó con el contador a cero. Sin expectativas desmedidas, ni con prejuicios. Y la respuesta fue sobresaliente.
Con la selección, tiene media España esperando sus fallos para reclamar a Llorente. O al que sea, como ya se pidió la presencia de Raúl cuando ya hacía mucho tiempo que tenía que haber abandonado la internacionalidad.
Torres no ha alcanzado en la selección la categoría de súper estrella que atesora en el Liverpool, ni la condición de indiscutible que en el Atleti. Siempre hay quien hace que le piten los oídos. Y él lo oye. Más fuerte cuando falla.
De ahí los números del asturiano (40 goles, en 60 partidos) y del madrileño (24 tantos, en 75 encuentros).

NO VEO A NAVAS
Pero Torres a un lado, la selección genera muchas dudas. A mí particularmente, la primera, la de Navas. El sevillano (jugador de indudable calidad) no ha desbordado a un solo contrario en estos dos partidos. Encara, pero no se va. Y sus centros han sido bastante desatinados.
Forzó un penalti, eso sí, al cuarto de hora de la segunda parte, pero Villa quiso ajustarlo tanto que lo mandó fuera.
Algo en mi interior me decía que lo fallaría, y que no conseguiría redondear su hat-trick. Minutos antes, diez en concreto, el asturiano había marcado su segundo tanto con un derechazo desde fuera del área y la inestimable colaboración de un defensa (2-0).

CANSANCIO, MIEDO...
Ahí se acabó España. A la que se vio cansada (pronto empiezan) y temerosa (a los corners no subían más de cinco jugadores.
Sólo el propio Villa, que falló en un rápido contragolpe (lo dicho, pudo hacer cinco), la velocidad de Mata en los minutos finales, y un mano a mano de Cesc nada más salir, hicieron incorporarse del sofá a los españoles que contemplamos cómo, de momento, vamos con lo justo.
Mirando los números de estos dos partidos (46 disparos, 24 corners, casi un 70% de posesión...) se puede hablar de una gran selección. Pero las sensaciones no son ésas. Y enfrente estaban Suiza y Honduras, que son lo que son, por mucho que Inglaterra no haya sabido doblegar a EEUU y Argelia, ni Italia a Paraguay y Nueva Zelanda. Mal de muchos, consuelo de tontos.
Cuando se recurre a la fría estadística, es que no hay nada más a lo que agarrarse. Y que le pregunten al bueno de Pellegrini a dónde le llevaron sus récords de puntos y de goles.

PESARÁN LOS NERVIOS... Y LA HISTORIA
España se juega el ser o no ser en el Mundial a una carta ante Chile. Una selección seria y ordenada a la que habrá la obligación de ganar (para aquellos que hoy iban con los chilenos).
A los de Bielsa les valdrá el empate, y habrá que rezar para que no se adelanten o que la igualada se mantenga más allá del minuto 60.
Entonces, jugarán con nuestros nervios, y la España campeona de Europa dará paso a aquella selección insegura que no sabía competir en el Mundial de hace sólo cuatro años y que fue aniquilada por Francia. Pesa más la historia que el sueño de una noche vienesa.
Espero equivocarme.

miércoles, 16 de junio de 2010

El único "favorito" en caer

El pesado cartel de favorito aplastó a España en su debut mundialista. Todos los años lo somos, pero éste parecía argumentado, fundamentalmente porque no sólo dentro de nuestras fronteras nos consideraban como tal.
La afición de la Roja se frotaba las manos viendo el debut del resto de selecciones. Partidos planos, aburridos, con una notable escasez de ocasiones y grandes dosis de miedo a comenzar perdiendo.
Tan sólo el recital de Alemania, que pasó el rodillo a Australia, y el monólogo de Messi, el único capaz de romper la defensa nigeriana, se salieron de una mediocridad atenazada por el temor a que Sudáfrica se empinara desde el primer día.
Del miedo surgieron el empate a cero del Francia-Uruguay, el pobre 1-1 de Inglatera frente a EEUU, o el de Italia con Paraguay.

ESPAÑA DESTACÓ... PARA MAL
Todos esperaban que España asomara la cabeza entre esa vulgaridad e iluminara al mundo con su calidad... pero se cayó.
Los de Vicente Del Bosque se atragantaron ante la bien colocada defensa helvética y nadie fue capaz de cavar un resquicio.
Se vanagloriaban los comentaristas de Telecinco, especialmente JJ, del extraordinario dominio impuesto por la selección. ¿Qué esperaba? Con una Suiza encerrada atrás, y Busquets, Xavi, Xabi Alonso, Silva e Iniesta en medio campo, no se podía esperar otra cosa que un sobo constante del esférico por parte de los nuestros. Pero hacía falta algo más.

SIN DELANTEROS, SIN EXTREMOS...
Es fácil hablar a posteriori, pero no me gustó desde el inicio la presencia de Villa solo en punta.
En un partido como éste, Fernando Llorente fijando a los centrales, o Navas o Pedro dando la réplica a Iniesta en una de las bandas, hubieran sido más necesarios que el toque horizontal en la franja ancha.
De esta forma, las internadas de Iniesta eran lo único distinto, y la primera parte se saldó con un centro-chut pifiado de Villa, que, tras recortar al portero suizo, no sé si quiso centrar o disparar.
Se hacía necesaria la presencia de Fernando Torres arriba, por mucho que esté falto de ritmo, pero Del Bosque esperó para darle entrada a verse por debajo en el marcador.

EL SUSTO
Un saque largo de Benaglio fue prolongado hasta llegar a Gelson, que con un rebote se marchó de Casillas, y terminó por enviar el balón a la red ante la oposición de Piqué (0-1).
Fue entonces cuando Fernando Torres y Jesús Navas saltaron al campo en detrimento de Busquets y Silva. Y fue entonces cuando llegaron los mejores minutos de España.
Benaglio se adelanta a Villa por poco, Iniesta dispara lamiendo el poste, Torres remata desviado, y Xabi Alonso se come el larguero de un trallazo.
Parecía que la llegada del empate era inevitable, pero a la contra Suiza provocaba inseguridad en la zaga española, principalmente en una jugada en la que Derdiyok remató al palo tras marcharse de Capdevila, Piqué y Puyol.
En los minutos finales, el combinado nacional se obcecó en entrar por la derecha, donde Navas no se marchó de su par ni en una sola oportunidad.
Mientras, en la otra banda, Pedrito (que entró por un renqueante Iniesta a falta de cuarto de hora) esperaba silbando. En la única que se la dieron desbordó a su marca, pero su centro lo sacó la defensa.

SE COMPLICA EL PASE. HAY QUE SOÑAR DESPIERTOS
Ante un rival tan hermético y ordenado no había otra alternativa: un jugador que desbordara y generara un hueco. Pero eso no ocurrió y España se marcha del debut con una desventaja de tres puntos respecto a Chile y Suiza.
Salvo catástrofe de los chilenos ante Suiza, esto les colocará en situación de que les baste un empate en la última jornada contra los nuestros, pudiendo incluso producirse un triple empate a seis puntos si Honduras no logra puntuar.
La selección española se complica seriamente, no ya sus opciones de ganar este Mundial, sino de conseguir el billete para octavos de final.
Pero, quién sabe, si finalmente llegan a octavos, lo cual sigue siendo lo presumible, quizá este golpe pueda espabilar a una selección que ha llegado a Sudáfrica entre una nube de agasajos.
Quizá así, puedan centrarse en poner los pies en la tierra y luchar por el sueño despiertos, que es como se consiguen los sueños.