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lunes, 19 de mayo de 2014

Sólo hay un campeón y va de rojo y blanco

Cuando Diego Costa se lesionó en el minuto 13 y se pasó llorando en el banquillo casi los mismos escasos
minutos que había podido jugar (vaya final de lesiones el del hispano-brasileño); cuando Arda se marchó golpeando el césped enrabietado, después de que fuera Cesc el que le golpeara con rabia (que vaya al Mundial el catalán y no Gabi o Raúl García... en fin); y, sobre todo, cuando Alexis Sánchez, ese genio incomprendido, sacó un trallazo increíble, sin ángulo, escorado, que se coló por el único ángulo inalcanzable para el Zamora de la Liga (por segundo año consecutivo), la escuadra (1-0), el miedo se apoderó de mí.
Vi el partido en la Cervecería Ochava (bar que ya jamás olvidaré), en Atocha, porque me atrajo una gran bandera rojiblanca ondeando en su terraza, mientras buscaba una zona cerca de Neptuno por si había suerte.
Pero en esos instantes, mirara donde mirara, sólo veía gestos contraídos, manos a la cabeza, y angustia en los rostros de las camisetas rojiblancas que me rodeaban.
La tele me traía idénticas imágenes entre los 450 valientes (enorme la gentileza del Barça, cuyo aforo ronda las 100.000 butacas) que habían vuelto a asumir los 98 abusivos euros de entrada impuestos por el club culé para asistir al Camp Nou; y principalmente la del Cholo, que apretando los dientes negaba con su cabeza, incrédulo ante tanto infortunio.

RECORDÉ TODOS LOS ERRORES...
Entonces, por mi cabeza rondaba la mano milagrosa de Caballero a disparo de Adrián; el tiro al larguero de Villa; el autogol de Filipe en Levante; el gol casi a puerta vacía fallado por el Guaje; el penalti absurdo de Juanfran al Sevilla; aquel balón que envenenó el viento de Almería y se comió Aranzubía... esos escasos errores, casi contados con los dedos de una mano, que habían condenado al Atleti a jugarse la Liga en la última jornada en el Camp Nou y que tras ese golazo de Alexis y sin nuestros dos mejores jugadores sobre el campo, parecían sentenciarnos. La Liga no se perdió en el Camp Nou. Se perdió en Levante... o con el Málaga, diría el tópico. Pero el Cholo Simeone y sus gladiadores no habían llegado hasta aquí para perder esta Liga. 

"EL FÚTBOL ES INJUSTO..."
“El fútbol es injusto”, era el maldito título que fabricaba mi mente cuando la tele mostraba la clasificación momentánea y en ella, por primera vez en dos meses, el líder no era el Atlético de Madrid.
Era la primera vez en la sucesión de seis partidos que este año han dirimido Barça y Atleti (con cero victorias catalanas) que los culés estaban por delante. El escenario que los blaugranas llevaban anhelando todo el año. Y al gol se le sucedieron cinco minutos de rondo culé que me hicieron ver la Liga realmente lejos.
Pero el Atleti sólo estaba asimilando el golpe. Y una vez digerido, como posteriormente dijo Godín, “apretamos el culo e hicimos lo de siempre”.
Y lo de siempre fue sacar la garra, el orgullo, el coraje, correr, pelear y luchar como si esta Liga fuera nuestra... porque lo era... porque lo es.
Y Raúl García la pegó de lejos; y Juanfran encaró; y Koke sacó tres corners consecutivos ante una zaga blaugrana que comenzaba a dar signos de debilidad. Y sólo rogaba porque en uno de esos corners, handicap del Barça y fortaleza del Atleti durante todo el año, la pelota acabara en la red.
Pero no lo hizo en ese primer tiempo, y llegó el descanso que más largo se me ha hecho en toda mi vida...

EL DESCANSO MÁS LARGO DE MI VIDA
Salí a la calle, a tragar aire, porque por momentos esa Cervecería Ochava ataviada de bufandas colchoneras (la mayoría de sus camareros son rojiblancos), se había quedado sin oxígeno, atrapada en una atmósfera de ilusiones ahogadas.
En la calle, un taxista me dice que pinta mal; y una mujer sudamericana me desea que ojalá remonten. Pero yo no quiero hablar ni ser visto por nadie. Simplemente necesito estar solo. No rezo, porque hace años que Dios me concedió una petición más importante que el fútbol, y a cambio le prometí que nunca más le pediría por “la cosa más importante de todas las cosas menos importantes" (Arrigo Sacchi). Sólo confío. Confío en el discurso del Cholo Simeone en el vestuario. 

¿QUÉ LES DIRÍA EL CHOLO?
Confío en que les haga ver que tras 37 jornadas luchando hasta la extenuación, tras el paradón de Courtois en el 89 en Anoeta (jornada 3); la trabajada victoria en el Bernabéu (7); la goleada al Valencia tras un 0-0 al descanso (16); los sufridos triunfos ante Levante (17) y Málaga (18); la final sin ganador con el Barça (19); la goleada a la Real para homenajear a Luis Aragonés con el liderato (22); la batalla ante el Madrid que nos permitió seguir en la lucha (26); el gol de Gabi en el Villamarín para ganar “el Clásico de tres” (29); las cabezas salvadoras de Diego Costa ante el Granada (30); de Koke en San Mamés (31); de Miranda contra el Elche (34); y de Raúl García frente a Villarreal (32) y Valencia (35)... tras todo ello, no se podía morir en la orilla.
Y algo así debió decirles el Cholo, ya que Filipe confesó después que antes del partido les puso un vídeo “con imágenes incluso de la pretemporada”.
Algo así, y algo parecido a esto: “Hay que salir y decir en el campo que sólo hay un campeón y va de rojo y blanco". La última frase es de Luis Aragonés, quien según el propio Simeone “defendió con los muchachos cerquita del área en la segunda parte”.

LA CABEZA DE TODOS LOS ATLÉTICOS
De todo esto salió del vestuario un Atlético que a los 50 segundos remató al palo por medio de Villa; que a los tres minutos se quedó solo delante de Pinto tras genial pared de Adrián y Koke, pero se cruzó Adriano; y que a los cuatro minutos... a los cuatro minutos dio un vuelco de alegría al corazón de todos los atléticos e inmortalizó un momento que quedará grabado para siempre en la historia del Club Atlético de Madrid.
La cabeza de Diego Godín fue la de todos los atléticos. Fue la de Simeone, 18 años antes, rematando también de cabeza el 1-0 ante el Albacete que nos dio la última Liga hasta hoy; la de Gárate, que tuvo que hacer cola como uno más para lograr entradas para Lisboa, cuando su cabeza marcó tantos y tantos goles para las Ligas que el Atleti ganó en 1970, 1973 y 1977; la de Fernando Torres, que se marchó sin levantar ningún título de rojiblanco; la de Antonio López, que vivió algunos de los peores años en la historia de este club y jamás pudo ni soñar con una Liga; y, sobre todo, la de todos los aficionados colchoneros, que durante un largo año han aguantado el “ya caerá el Atleti, ya caerá”, con un estoicismo y una fe que son dignas del mayor de los monumentos...
Fue especialmente bello que el jugador encargado de marcar ese histórico tanto se besara el escudo para reivindicar lo que significa este sentimiento. Y no era la primera vez que lo hacía.
Jamás vi un testarazo tan puro, tan contundente, salto tan elegante y remate tan impecable. Como se suele decir en baloncesto, entró limpia (1-1). Pero era normal. Lo rematamos todos.

Al Atleti aún le duró el subidón algunos minutos, en los que Mascherano evitó que Koke se quedara solo ante Pinto, y en los que Gabi corrió más él solo que todo el Barcelona junto, apoyado por Tiago, Raúl García, Filipe o Juanfran... todos ellos, llegaban a cada balón disputado una décima antes que los del Barça. Pero después el balón volvió a ser blaugrana.

UNA FASE DE PERROS
Entramos entonces en "una fase de perros". El acervo popular entiende una “vida de perros”, como una mala vida. Personalmente, mi perro vive genial, pero su reloj biológico va más rápido, por lo que un año nuestro es como siete suyos. Es decir, que una hora nuestra son como siete de perro, y media hora serán como tres horas y media...
Llegado a este punto, viví la última media hora de partido como un perro, porque esos 30 minutos se me hicieron como tres horas y media.
No les miento. Fui capaz de mirar el reloj siete veces y el minuto seguía siendo el 17 de la segunda parte... un infierno.
Dos minutos más tarde, o cuarto de hora, según se mire, un balón colgado al área por Dani Alves (el único del Barça que estuvo a la altura) rebotó en alguien y fue machacado por Messi a la red. El grito de dolor fue unánime, pero no en mi caso. Siempre en cada tanto, a favor o en contra, centro mi mirada presto en la figura del linier o el árbitro. En este caso, la mano arriba, salvadora, de Mateu Lahoz, decretaba el fuera de juego que más he celebrado en mi vida.

CADA JUGADOR DEL ATLETI, UN HÉROE
De ahí al final, el cronometro siguió sin correr. Las agujas se enganchaban en el segundero, la boquilla del reloj de arena se hacía cada vez más estrecha, pero cada jugador del Atlético se engradecía como un héroe al que sin dudar hubiéramos entregado el cuidado de nuestra vida.
Era especialmente emocionante ver a Koke, a Tiago o a Gabi saliendo del área, rodeados de camisetas blaugranas, y siendo capaces de aguantar el balón hasta alejarlo de la zona de peligro.
El partido llegó al tiempo añadido dentro de una angustia, constante pero sostenida, en el que el único susto real fue un derechazo lejano de Alves que repelió Courtois.
Y hubo corner en contra en el último segundo, como no podía ser de otro modo en el guión atlético, con las trenzas de Pinto merodeando el área en busca de un milagro que ningún Dios podría haber aprobado.
Y EL ATLETI ES CAMPEÓN
Y Mateu Lahoz emitió tres silbidos que significaban una Liga. Y el Atleti se hizo mayor de edad. Y el teléfono sonó, como hacía 18 años, cuando un niño de 15 años descolgó el auricular para recibir la felicitación de su abuelito, el primero en hacerlo en esa Liga de 1996. Ahora, sin él para hacerlo, era su hijo, mi tío, el que recogía el legado de esa felicitación primigenia: “Enhorabuena, ha habido que sufrir ¿eh?”. “Hemos sufrido hasta el último minuto. Pero así es el Atleti”, respondía, y cuando pronunciaba estas palabras, un nudo se hacía en mi garganta, que me impedía seguir hablando, a punto de llorar, como el niño de entonces. A duras penas, pude controlar las lágrimas. Y me cité con Neptuno. Y hablamos de volver a vernos. Y quizá entonces, no haya manera de contenerse.

lunes, 12 de mayo de 2014

Vértigo

Tengo un buen amigo y compañero que padece vértigo, pero que lejos de intentar apartarse de este miedo, desde hace un tiempo ha decidido aficionarse a la montaña, con lo que se enfrenta de forma frontal a esta fobia.
Durante toda la temporada el Atlético de Madrid parecía alejado de este mal. Sólo la derrota en Almería justo cuando había cogido el liderato en solitario, o el empate en casa ante el Sevilla después de que pinchara el Barça, perdiendo otra buena ocasión de ponerse primero, habían dado atisbos de este miedo a las alturas.
Pero ambos casos se produjeron a principios de la segunda vuelta, y en el tramo decisivo de la temporada, desde que recuperase el liderato en la jornada 29 al ganar al Betis (aprovechando la derrota del Madrid en el Clásico), no le tembló el pulso para ganar siete partidos consecutivos y mantenerse firme en lo más alto (enlazó nueve victorias en total).

DOS PATINAZOS CONSECUTIVOS
Sin embargo, cuando un triunfo en Levante le habría colocado en un escenario idoneo para cantar el alirón en su casa, con su gente, con un ambiente de fiesta extraordinario, cayó en el Ciutat de Valencia (2-0), y ayer volvió a tropezar, esta vez en el Calderón, cuando los tres puntos le habrían proclamado campeón ante el enésimo pinchazo del Barça.
Lo de Levante fue mala suerte (un autogol tempranero y muchas ocasiones falladas); lo de ayer fue otra historia... Vértigo diría yo.

ME LLEVÉ A TODA LA FAMILIA
Me había llevado a toda la familia con la ilusión de poder ser campeones. Desde hacía dos semanas tenía ya entradas compradas para que en este encuentro me acompañasen mi padre, mi novia, mi primo Diego, la novia de mi primo, el padre de la novia... Estos últimos, venidos desde León, alucinaron con la preciosa atmósfera creada en el estadio con las miles de banderas rojas y blancas que engalanaban la grada, o con los cánticos de los aficionados durante la propia comida en los bares que rodean el Calderón.
UNO DE MIS PEORES DÍAS
Pero la tarde no salió como esperaba y he de reconocer que pasé uno de los peores días que recuerdo en este estadio en mis 14 años de abonado.
No empezó mal el Atleti, con un remate de Tiago en un corner en el que reclamó mano de Eliseu (existió); o un disparo de Villa al larguero en posición inmejorable, después de que Willy Caballero se quedase a media salida tras una prolongación de balón de la cabeza de Raúl García.
El estadio estaba lleno y como ocurre en estos casos había gente sentada en las escaleras, que los empleados de seguridad pidieron que despejasen. Mi fila estaba a reventar y me había sentado justo en la de debajo, pero me percaté de que había libre un asiento, ocupado por una mochila, y pedí si podían desplazarse una butaca más allá para sentarme en mi localidad de siempre y dejar un hueco a la gente de la escalera.
Subí a mi asiento pisando la silla en la que estaba sentado, y quiso la mala fortuna que en ese mismo momento apareciera su ocupante, un chico de una edad similar a la mía, con la mala costumbre de llegar siempre tarde (esta vez más de 20 minutos), que con actitud chulesca me dijo que por qué tenía que pisar su asiento, como si mis suelas fueran a manchar su impoluto trasero.
Le contesté que tampoco pasaba nada, pero ante su insistencia terminé dándole un papel de periódico, de mala manera, para que se sentase encima y asunto resuelto.
Esto dio lugar a una serie de amenazas por su parte, que acabaron por sacar de quicio a mi padre, y provocamos un lamentable espectáculo que dio incluso lugar a que intervinieran los empleados de seguridad. Por suerte, la sangre no llegó al río, pero fui protagonista involuntario de un altercado que provocó que parte del segundo anfiteatro fondo sur nos dedicara un “que se besen, que se besen”. Si alguien se sienta por la zona, sí, era yo. Por desgracia... Para una vez que me cantan en el Calderón, es muy triste que fuera por este motivo.
Amargado, asistí al final del primer periodo, donde el equipo sólo supo llegar en un par de oportunidades, en las que Koke con el pie y Raúl García con la cabeza remataron fatal en buena posición.

VILLA NO ESTÁ FINO
Con los ánimos más calmados volvimos al segundo acto. Pero el Atleti seguía sin ser ese equipo machacón y convencido que busca con ahínco la victoria hasta obtenerla. Sin duda en esa carencia influyó la ausencia de Diego Costa, de nuevo lesionado.
Villa no está fino de cara al gol (mucho me temo que, o resulta decisivo en las dos finales, o se queda sin Mundial) y se escoró demasiado, tras un gran pase de Raúl García, terminando por lanzar al palo corto y encontrar a Caballero.

...Y LA TRAGEDIA
Y entonces ocurrió la tragedia. Avisó primero Duda con un tiro lejano; y Santa Cruz después en un mano a mano, pero en ambas ocasiones Courtois respondió con acierto. No lo hizo cuando en el minuto 65 ¡tras un saque de Caballero! Alderweireld se comió el balón, Courtois salió del área no sé muy bien a qué (Samu estaba emparejado con Miranda) y el delantero malacitano se adelantó a ambos y terminó introduciendo el balón en la red, mansamente, con la cabeza. 0-1 y cundió el pánico en la grada. Un gol del Barça nos obligaba incluso a ganar en el Camp Nou como única opción de ser campeones.
Sin embargo, esto no ocurrió y el Atleti reaccionó bien para lograr empatar. 

EL ATLETI REACCIONÓ
Primero fue Diego el que conectó una volea que propició el primer paradón de Caballero; y después una falta ensayada con Gabi como asistente y Villa como rematador, volvió a terminar con un tiro del asturiano al palo corto y otra mano salvadora del meta argentino.
Entonces llegó un corner y comenté: “Como el Atleti marque el empate, el segundo lo mete la afición”. Y la cabeza de Alderweireld arregló su fallo anterior y puso el balón lejos del alcance de Caballero (1-1).
Quedaban 15 minutos y estaba convencido de que la tarde acabaría en fiesta.
Pudo lograrlo Sosa, en una falta que parte de la grada cantó como gol, pero que sólo tocó la red por fuera (¿Por qué no la tiraron Gabi o Diego? ¿Tantos galones tiene Sosa...?); y Adrián, que tras un buen recorte sacó un disparo a la escuadra... que encontró otro paradón de Caballero. Pero al final el Atleti fue incapaz de aprovechar el empate del Barça en Elche y la sensación general a la salida del estadio era de una enorme ocasión perdida... que quien sabe si tendremos que lamentar toda una vida...
Paseo de los Melancólicos arriba, un par de atléticos intentaron animarme, viendo mi cara de funeral, con comentarios del tipo: tranquilo, que ganamos la Liga en Barcelona seguro. Si la hubiéramos ganado hoy tranquilamente, no seríamos el Atleti.

UN FINAL DIGNO DE HITCHCOCK
“Vértigo” es también una de las grandes películas de Alfred Hitchcock, quien perfectamente podría haber diseñado el guión de esta Liga: sólo dos veces en la historia se decidió en la última jornada en un duelo directo entre los dos aspirantes: en 1946, en un partido Barça-Sevilla en el que el empate valía a los andaluces y lo lograron (1-1, en la única Liga ganada por los hispalenses); y en 1951, en un Sevilla-Atleti donde, otra vez, el empate bastaba a los de fuera... y lo lograron (1-1).
Sólo espero que el Atleti se lleve esta Liga por la que lleva luchando todo un largo año en lo más alto, habiendo sido 10 jornadas líder y otras 17 colíder. Sería tremendamente injusto que el Atlético de Madrid no se llevase esta Liga. Pero como me replicó alguien hace poco ¿quién dijo que el fútbol sea justo...? Esperemos que esta vez lo sea...

lunes, 5 de mayo de 2014

El Atleti desata la locura

“Y supe
que había otras mil maneras
de perder la vida
intentando olvidarte”.
Con esta estrofa termina el poema con el que me reecontré con mi amigo David Minayo, que acaba de publicar su nuevo libro: “El amor en tiempos de los desguaces de coches”.
Aunque en algún tiempo no muy lejano me planteé dejar de pensar en el Atlético de Madrid (finalmente me fue imposible), lo que está claro es que este equipo tiene mil maneras de hacerte perder la vida, para bien y para mal... y de volverte loco.

LOCURA PARA LA FINAL DE CHAMPIONS
En este sentido, esta semana está siendo (y será) especialmente paradigmática.
El jueves deberé pegarme el madrugón padre (hora prevista en estos momentos para estar en las taquillas, las seis de la mañana), ya que el sábado leía con desolación en la web del club que el corte para adquirirlas el segundo día (el miércoles) me lo daban en toda la cara: hasta el número 13.000, cuando mi padre y yo somos los abonados 13.224 y 13.225...
En las finales precedentes (Hamburgo y Barcelona, 2010; Bucarest, 2012; y Bernabéu, 2013), ese corte del segundo día lo habían pegado en el 15.000. Y desde 2012, estaba dentro.
Sin embargo, este año cambió y me tocará pegarme con 5.750 abonados con números más altos que el mío por las entradas que hayan dejado los 13.000 primeros (que intuyo que agotarán las de 70 y 160 euros... Dejando sólo las más caras: 280 y 390 euros. Por un partido... indecente).

¿CUÁNTOS ABONOS TOTALES HAY?
Hay 13.050 entradas para los abonados... Pero no son los 13.000 primeros los que podrán adquirirlas antes que yo, sino sólo los que tengan Abono Total (el suplemento para ver la Champions y la Copa). Sería un detalle por parte del club haber informado de cuántos de los 19.000 primeros socios son abonados totales, para hacernos una idea de cuántas pueden ir quedando tras los respectivos días de compra, y si saldrán a la venta más allá del tercer día. Pero ese dato no será facilitado por el club. Igual que tampoco ha dicho cuántas de las 13.050 entradas son de cada precio (aunque me han informado de que hay unas 5.000 entradas de las de 70 euros).
Lo peor del asunto, que ya hay gente haciendo colas en el estadio (antes del primer día de venta) y al parecer con una lista (incluso ya para el miércoles) que se pasa cada tres horas... Lo-cu-ra.
Les iré informando en futuras entregas de mi odisea para lograr la entrada, algo que espero conseguir.

EL ATLETI ROMPIÓ SU RACHA
Pero el Atleti también decidió volvernos locos en el plano estrictamente deportivo, al caer contra todo pronóstico contra el Levante y poner la Liga patas arriba.
A las 18:00 horas del sábado me encontraba celebrando como un loco el gol de Lafita en el Camp Nou (2-2) por doble motivo: acercaba al Getafe (de donde soy) a la salvación; y alejaba al Barça de la Liga.
“Hemos perdido la Liga, hay que pensar en el año que viene. Nos hacen goles impropios de alguien que quiere luchar por la Liga”, manifestaba recién acabado el choque un Sergio Busquets encendido.
Y llegaba el Atleti al Ciutat de Valencia (donde no vence desde 2007) con la posibilidad, ya perdida, de ganar por primera vez en su historia diez jornadas consecutivas en Liga (este equipo ya pasará a la historia como el que más jornadas seguidas ha ganado en una misma temporada, nueve, e igualando al Atlético Aviación que sumó los mismos triunfos entre las campañas 1940-41 y 1941-42).

DEMASIADO BONITO...
Quien más, quien menos, ya se temía que eso de poder ganar una Liga en casa, plácidamente, con una fiesta por todo lo alto, y a falta de una jornada, no era cosa del Atleti. Que somos más de cantar el alirón en la última fecha, en el Camp Nou, y rodeado de un sinfín de especulaciones si llegan con opciones de título los tres equipos.
Así que el Atleti muy pronto, a los seis minutos, hizo algo muy del tópico de “pupas” que lucha por desterrar: meterse un autogol. Corner que no remata nadie en el primer palo, rebota en el pecho de Filipe Luis, y mansamente para dentro... (1-0).
Quedaban 85 minutos, y muy pronto, Diego Costa se quedaba sólo en dos ocasiones ante Keylor Navas (anuladas ambas por inexistente fuera de juego) y Raúl García y Villa protagonizaban una clamorosa doble ocasión, repelida por el meta costarricense la primera (porterazo) y mandada a las nubes la segunda, con todo a favor.
Parecía que el Levante no estaba tan cerrado como en partidos precedentes (también le sacó allí un empate al Barça), pero el Atleti no fue capaz de crear una sola ocasión más antes del descanso.

TOQUE A REBATO: ADRIÁN Y ARDA
Tocó el Cholo a rebato en el intermedio y dio entrada a Adrián y a Arda (¿Aún no está bien físicamente?). Y la apuesta pareció funcionar.
En sólo diez minutos, Adrián estrelló contra un defensa una buena oportunidad; Diego Costa sentó a un zaguero, la puso atrás para Koke y éste a su vez para Arda, pero el turco (que pudo recortar) también se topó con Juanfran en su tiro; y el propio Arda cabeceó fuera por poco una nueva oportunidad.
Parecía que a ese ritmo era imposible que no llegara el empate. Y a punto estuvo de caer en una falta de Koke que Diego Costa no conectó a la red por poco; y en un derechazo lejano de Alderweireld que envenenó un defensa granota rumbo a la escuadra, pero que permitió demostrar a Keylor Navas su extraordinaria valía.

NO ERA LA TARDE...
Y entonces pasó lo imposible. En una de las pocas aventuras del Levante más allá de la línea de medios, Casadesús asistió a David Barral tras una buena triangulación y el gaditano fusiló a Courtois (2-0), que esta vez se marchó sin una parada en su haber y con dos goles encajados (había recibido sólo un gol en las últimas nueve jornadas...).
Quedaban 20 minutos, pero en una temporada de tantos días épicos, parecía claro que ésta no sería la tarde. Y no lo fue. Adrián se encontró el poste en otra gran ocasión; y un trallazo de Tiago se fue abriendo hasta perderse, con Keylor esta vez petrificado.

LOCURA ECHANDO CUENTAS...
Y el Atleti perdió. Y mi novia me preguntó si querría ver al Madrid y le contesté: ¿Para qué? Si va a ganar...
Pero luego pensé que qué diantres, si igual era mejor que ganara el Madrid para que no le pasara el Barça.
Y cuando marcó el Valencia el 0-1 pensé que bueno, que así nos quitábamos de en medio al Madrid y al fin y al cabo valía un empate en Barcelona, y cuando empató Ramos (1-1) creí que quizá era lo mejor; y cuando Parejo puso el 1-2 volví a a creer que tampoco estaba tan mal. Hasta que faltando cinco minutos, entré en pánico, porque fui consciente de que con esa derrota el Barça (desahuciado 24 horas antes) tendría en su mano ganarnos la Liga en el Camp Nou en lo que se habría convertido en una auténtica final.

...Y MÁS CUENTAS
Así que cuando Cristiano empató (2-2) respiré aliviado. Y pensé que así seguían por delante y nuevamente nos valía un empate en el Camp Nou. Aunque imaginé que como pinchara en Valladolid, de nuevo el Barça se metía en la pomada; aunque el Barça no está fuerte y puede patinar en Elche, con lo que igual incluso podríamos ser campeones en el Calderón; pero igual con la motivación de verse de nuevo con opciones de ser campeón ganaban, y jugarse una final en el Camp Nou con un Barça a por todas podría ser mortal; pero aunque se llegue a la última jornada como ahora igual el Madrid especula con su resultado para dar “esperanzas” al Barça; o tal vez el Barça nos vaya ganando por la mínima y si ve que el Madrid gana se deje meter un gol al final; o teniendo en cuenta que Madrid y Barça puede que especulen con el resultado, el Atleti, que debe ir a por todas en cualquier caso, se lleva el partido con facilidad...
Y así estuvo mi cabeza echando humo durante horas y horas hasta que caí rendido en la cama, triste, porque el sueño de celebrar la Liga en nuestro estadio ya parece muy improbable; pero contento, porque como dijo Raúl García: “Lo que no entraba en las cuentas de nadie era llegar a la penúltima jornada dependiendo de nosotros mismos para ganar la Liga...”.
Así que, aunque la última jornada parezca digna del guión más enrevesado de una película de Almodovar, porque el Barça no querrá darle la Liga al Madrid, pero, ojo (para los que venden que el Barça debe ganar porque el Madrid podría pinchar), el Espanyol tampoco querrá dársela al Barça, yo sólo pido una cosa: Atleti, gana esta Liga como sea, pero, por favor, gánala.

lunes, 28 de abril de 2014

De cabeza a por la Liga

Hace tres semanas (con tanta final, parece que ha pasado muchísimo más tiempo) titulé mi crónica “Un último empujón”, cuando un empujón precisamente de Raúl García a Mario Gaspar nos valió para ganar 1-0 al Villarreal con un gol precisamente de cabeza.
Ayer, el navarro sumó su noveno gol en Liga (17 en todas las competiciones) y ni más ni menos que el sexto con la cabeza, lo que creía que le situaba Pichichi de la Liga en esta faceta, pero Aritz Aduriz lleva siete con la testa (16 en total). Ojito con la temporada de ambos, que igual se merecían más ir al Mundial que muchas “vacas sagradas”.

UNA VICTORIA CINCO ESTRELLAS
Estuve sopesando muy mucho ir a Mestalla a vivir el encuentro in situ, pero las entradas (a 20 euros) se agotaron la mañana del miércoles en menos de cuatro horas (mientras curraba) lo que me ayudó a despejar dudas. Ese mismo día, me llegaba un mail de Mahou para invitarme al palco VIP del Vicente Calderón para ver el Valencia-Atleti en pantalla gigante dentro de uno de los actos para Atléticos Cinco Estrellas, así que ya tenía plan para ver el partido.
La experiencia no me decepcionó, y nos juntamos en el salón donde cada partido se realiza el catering para los ocupantes del palco (que también utilizan para hacer las grandes presentaciones) unas 200 personas, muchos de ellos componentes de diferentes peñas atléticas de la Comunidad de Madrid.

PRIMERA PARTE ANODINA
El partido comenzó con susto, con un disparo cerca del poste de Paco Alcácer, al que respondió minutos después David Villa con un precioso disparo con rosca a la media vuelta, que se perdió rozando la escuadra.
El choque transcurrió después anodino, y de no ser por la tensión de lo que hay en juego, muchos podrían haberse echado una cabezada. Una primera parte más fuera de casa typical Atleti, de ésas en las que parece esperar a que el rival se canse para asestarle el golpe mortal en el segundo acto.

RÉCORD DE VICTORIAS DESDE 1941
No en vano, echaba cuentas de que de las últimas ocho victorias consecutivas (nueve con la de ayer, récord histórico, igualando al Atlético Aviación campeón de Liga de la 1940-41, que ganó las últimas cuatro jornadas consecutivas y la temporada siguiente, 1941-42, comenzó ganando las cinco primeras fechas) en cinco de ellas se llegó al descanso con 0-0.
Y a punto estuvo de volver a ocurrir por sexta vez en Mestalla. Sólo Koke, en una volea que pegó mordida y tras votar en el césped salió alta, intentó evitarlo tras una buena internada de Diego Costa. Hasta que llegó Raúl García...

Y OTRA VEZ LA CABEZA DE RAÚL GARCÍA
Le daban como suplente en algunos periódicos (en favor del Cebolla Rodríguez), pero por fortuna el navarro (fijo en los partidos grandes) apareció de nuevo en una cita grande. Y de forma decisiva.
Corría el crono por el minuto 43, cuando Gabi pone un centro templado al área, Guaita (que ya se comió un gol de cabeza del 8 atlético en Copa) salió a por uvas y aire fue lo que encontró cuando la bendecida testa de Raúl García se le anticipó y la pelota, con suspense, besó las mallas (0-1).
“Éste gol vale oro”, me dije. Y es que el Atleti ha encajado sólo un gol en las últimas nueve jornadas. Digna de estudio la labor de la zaga y de un Courtois que va camino de su segundo Zamora (algo que nadie ha logrado en la historia del Atlético de Madrid).
El palco VIP del Calderón saltó al unísono y se coreó el “¡Atleti, Atleti!” como si el partido se jugase en el césped que podíamos contemplar sólo unos metros más adelante.

DIEGO COSTA NO SENTENCIÓ...
Con el gol de ventaja, la segunda parte se preveía más tranquila, sin el pasar de los minutos como una condena que te aproxima a un precipicio que te haga caer del sueño. Pero este Atleti sigue soñando a toda máquina, y más tranquilo aún podría haberlo hecho si a los cinco minutos de la reanudación Diego Costa no hubiera tirado a los pies de Guaita un balón con el que Koke le había dejado solo.
“Cuando Diego falla una tan clara, o un penalti, luego acaba marcando”, le aseguré a mi novia. Y apunto estuvo de haberlo logrado ya al final del partido, cuando en esta ocasión fue Sosa el que le dejó solo. Pero esta vez no fue fallo del hispano-brasileño, sino acierto de Guaita, que se tiró perfecto a sus pies y le tapó todo hueco posible. “Cuando se quedó solo pensé que ibas a acertar”, me dijo ella después.

...Y LOS CORAZONES ATLÉTICOS SUFREN
Pero si el Atleti estuviera ganando los partidos de calle para acercarse a un objetivo tan anhelado como un título de Liga, no sería el Atleti. Su última goleada en Liga (3-0 al Valladolid) data de mediados de febrero. Desde que la cosa está realmente candente, siempre gana apretado.
Y esas apreturas hicieron que el corazón de los Atléticos Cinco Estrellas del palco del Calderón se encogiera cuando un cabezazo de Jonas lo sacó un Filipe providencial; o cuando una volea cruzada de Feghouli hizo que durante un largo segundo enmudeciera un salón que en el transcurso de la tarde estuvo repleto de buen ambiente y algarabía.
Al final, los nervios hicieron que Juanfran cazara a Piatti para cortar una contra en el descuento. Pero su roja no empañó una nueva victoria que convierte a este equipo en el Atleti con más puntos de toda su historia (88, uno más que el del Doblete con 42 jornadas). 
Y la cerveza, Mahou, claro, fluyó como la espuma por el Calderón. Yo no la probé porque siempre he sido más de copas para brindar. Y la de Liga, la veo muy cerca. Quién sabe si el miércoles en Stanford Bridge sacamos un flyer para tener un 2x1 y poder hacer chin-chin.

sábado, 19 de abril de 2014

Nadie merece tus lágrimas, y quien las merezca no te hará llorar

La frase es de Gabriel García Márquez, que nos dejó este jueves a los 87 años. Uno de los mejores nos deja entre su enorme legado el realismo mágico de Macondo, ese lugar inventado por Gabo en “Cien años de soledad” (probablemente el mejor libro que haya leído jamás) y que ya pertenece al imaginario colectivo.
escritores de la historia se ha marchado y
Realismo mágico es lo que están consiguiendo el Cholo Simeone y sus futbolistas esta temporada en el Atlético de Madrid.
Atrapados en la vorágine del “partido a partido” los aficionados del Atlético de Madrid encaramos cada cita con la “obligación” de ganar, y más aún contra un Elche que lucha por la permanencia (15º a tres del descenso). “No se puede fallar contra el Elche”, sentenciaba la gente cuando los minutos corrían y corrían con el 0-0 inamovible. Pero si miramos con un poco de perspectiva, lo que está haciendo este Atleti es absolutamente mágico. No son los tres puntos de anoche contra el conjunto ilicitano, al que en condiciones normales se debe ganar cada año, sino que con esta victoria son ocho consecutivas (la mejor racha de la temporada junto con el inicio del campeonato, hasta que se perdió en la jornada nueve con el Espanyol) con un bagaje inmaculado de trece goles a favor y sólo uno en contra (en San Mamés).
El Atlético de Madrid suma 85 puntos y si la semana que viene gana en Mestalla superará los 87 puntos de la Liga del Doblete. Ese año tuvo cuatro jornadas más... (42).
A principio/mitad de campaña estaba convencido de que si esta Liga era de 100 puntos (como las dos últimas) el Atleti no estaría en disposición de ganarla. Pero los rojiblancos aún pueden sumar 97, y si terminan ganando este título probablemente alcanzarán al menos los 94.

NO HABÍA ENTRADAS...
La ola de optimismo que genera este equipo hizo que anoche mi amigo Jorge (madridista, pero amante del buen fútbol, que este año es sinónimo de Atlético de Madrid) no pudiera presenciar in situ el encuentro conmigo, ya que no quedaba una sola entrada ni en el primer ni en el segundo anfiteatro... (ni fondos, ni lateral). Por la mañana vi en la web que ya se habían agotado las más baratas, pero me confié pensando en que encontraría sin problemas en taquillas de las de 45 euros (35 con el descuento a abonados). Cuando llegué al estadio, no había localidades por menos de 65 euros... para un Atlético de Madrid-Elche.
Así que le tocó verlo en un bar esperando la posterior celebración, mientras que yo me dispuse a encarar con mi padre 90 minutos de sufrimiento... especialmente los 71 primeros...

CONFIABA EN UNA VICTORIA FÁCIL
No pensaba ni por asomo que al Atleti le fuera a costar tantísimo esta victoria. Los rojiblancos encaraban el partido con una larga semana de descanso por tercera vez en todo lo que va de 2014. Esta circunstancia sólo se había repetido antes en el 2-2 con el Madrid (una semana después del 3-0 en Pamplona); y el 0-2 al Betis (el día que recuperamos el liderato) tras el 1-0 al Espanyol siete días antes.
Con lo cual, confiaba en que el Atleti pudiera dejar atrás los apretados resultados precedentes y, “frescos”, conseguir un triunfo holgado. Y así creía el Calderón que ocurriría cuando en los diez primeros minutos Diego Costa estrellaba un zurdazo en el lateral de la red; obligaba a Manu Herrera a salir valiente a sus pies; y no encontraba rematador en un pase de la muerte, tras un recorte, después de una preciosa triangulación colchonera con pared entre Koke y Tiago y un exquisito taconazo de Filipe Luis para habilitar a su compatriota.

UN ELCHE VALIENTE
Sin embargo, esas primeras tentativas dejaron paso a un Elche (que salió muy valiente al Calderón, presionando arriba y buscando el gol) que acumuló tres clarísimas ocasiones.
A los 25, Courtois sacó a corner un zurdazo lejano de Javi Márquez; en el saque de esquina, el meta belga repelió en dos tiempos un cabezazo picado de Sapunaru; y cinco minutos más tarde, Carles Gil remató alta una ocasión franca.
El Atleti sólo fue capaz de responder con un centro de Juanfran que cabeceó mal Diego Costa y que no acertó a remachar Villa en boca de gol. Era el minuto 42. Y llegó el descanso. Y la desazón.
Un día más, el estómago, cerrado, me impidió comerme todo el bocata en el intermedio...

EL RITUAL DEL PENALTI...
Un intermedio que dejó en el vestuario a Adrián, sustituto de Arda (ojalá llegue con el Chelsea), al que ya se le pasó el subidón del día del Barça.
El que por fortuna no se baja de la cresta de la ola es Raúl García. Su estado de confianza también se prolonga en una picaresca que le permitió meter el decisivo gol ante el Villarreal saltándose la ley, y también es capaz de forzar penaltis o faltas como el de anoche. Sólo iban cuatro minutos de la reanudación cuando se anticipó a Sapunaru en un centro pasado y ante un leve empujón se dejó caer en el área.
El penalti fue en mi fondo, y abrí bien los ojos para asistir al ritual de quién lo tiraría, ante el debate de si debe hacerlo Villa o Diego Costa, que lo reabrió la pasada jornada al fallar su cuarto penalti de ocho.
Según señaló el punto fatídico Clos Gómez, Villa se fue decidido a por el balón. Sin embargo, Gabi fue más rápido, y se dio una carrera (este chico no descansa ni en los penaltis) para coger la bola y dársela a Diego Costa. “Tómalo, es tuyo”, debió decirle. Sin embargo, los fallos de Costa alimentan el hambre de Villa, que se acercó al hispano-brasileño y le pidió lanzarlo. No puso muchos reparos un Diego Costa que debió pensar que así se ahorraba el “marrón” de arriesgarse a fallar otro penalti, y éste tan decisivo. Así que lo tiró Villa... y lo falló Villa.
Desde que se originó este debate (Villa ya marcó un penalti en Granada después de que Diego Costa hubiera fallado el primero ante el Celta) siempre he sido partidario de que los tire el Guaje. Pero lo tiró muy centrado y se lo sacó Manu Herrera, ante mi desesperación. Haber metido esta temporada cinco penaltis de diez (sin contar el que después sí metería Costa) es para preocuparse...
El asturiano intentó resarcirse cinco minutos después con un remate en plancha que acabó en gol, pero el árbitro lo anuló por fuera de juego. Cinco minutos más tarde estaba fuera del campo. Diego y Sosa entraron por él y Koke en unos cambios muy tempraneros.

MIRANDA NOS HIZO RESPIRAR
El reloj avanzaba a ritmo de vértigo y lo único que se movían eran las tarjetas por varias patadas a Diego Costa. Hasta que en el minuto 71, 50.000 corazones rojiblancos latieron aliviados cuando Miranda conectó un perfecto cabezazo cruzado en el segundo palo a corner de Sosa (1-0). El chio desde luego sabe cuándo meter los goles (además del gol de la Final de Copa, este año marcó el primer gol del Atleti en Champions).
Así que de ahí al final, pese a que el Elche volvió a hacerse con la manija del juego durante algunos minutos, las ocasiones más claras fueron dos cabalgadas de Diego Costa, que aún extenuado fue capaz de obligar a Manu Herrera a sacarle un mano a mano y a Sapunaru a provocarle un penalti.
“Como también falle éste verás”, me dijo mi padre. Pero yo sabía que no lo fallaba. Y posiblemente tiró su mejor penalti del año para engañar al meta ilicitano y poner el 2-0.

RESERVEN SUS LÁGRIMAS
Y el Calderón cantó, y bailó, y mi padre me dijo lo bonito que era salir de esa forma cada día del estadio, “después de tantos años saliendo con caras largas”.
En el bar, le dejé a un amigo mi abono para que pueda conseguir una entrada para ir a Stamford Bridge. “El partido contra el Barça fue para mí el mejor día de mi vida como rojiblanco, estuve a punto de llorar. ¿Tú no?”, me decía. Y la verdad es que no. Ya que la última vez que lloré por el Atleti fue cuando por fin, catorce años después, volvimos a levantar un título en aquella noche de UEFA en Hamburgo. Algo me dice que este año habrá que contener las lágrimas.
“Nadie merece tus lágrimas, y quien las merezca no te hará llorar”. Pero sí están justificadas si son de alegría, Gabo.

lunes, 14 de abril de 2014

Corte a la Liga

Como bien saben, la pierna que aparece en la imagen, escenificando el corte a la Liga que el Atlético ha dado respecto a Madrid y Barça, es la pierna de Diego Costa. Una maltrecha pierna izquierda que ya lucía un vendaje debajo de la rodilla por las molestias que padece desde el partido de Liga en San Mamés y que anoche se partió, casi de forma literal, al lanzarse con todo para rematar una asistencia algo pasada de Adrián y estrellarse contra el poste al marcar el 0-2.
La nueva estrella rojiblanca tuvo que retirarse en camilla, con lo que al terminar el partido todos los periodistas, Antonio Ruiz (COPE), Hugo Condés (SER), Javi Amaro (Radio Marca)... (he coincidido con todos ellos en alguna ocasión) se agolpaban en la puerta cero para conocer de primera mano el alcance de la lesión. Me los encontré a todos a la salida del estadio porque tuve la oportunidad de vivir la experiencia de ver el partido desde el palco y pudieron confirmarme que todo se quedaba en el susto del golpe.

DESDE EL PALCO DEL COLISEUM
La Liga se acaba y el Atleti la tiene más cerca que nunca, por lo que pedí al Ayuntamiento de Getafe (cubro su información para EFE y COPE) si podían conseguirme un pase para este partido. Tenía que verlo in situ como fuera. Y cuál fue mi sorpresa cuando me comunican que la entrada que me han conseguido es ni más ni menos que de palco...
Ya había visto en otras dos ocasiones precedentes un Getafe-Atleti casi desde la misma posición, ya que tras cinco filas de palco comienzan los asientos de la prensa escrita, pero la ventaja que tiene verlo desde esta localidad es que cuentas con una tele delante que te aclara las jugadas claves.

Desde el monitor pude confirmar que el penalti de Lafita a Miranda (ya muy claro en directo) fue clamoroso... y que fue doble, ya que Valera también tumbó a Diego Costa; que Villa y el propio Diego Costa se jugaron la expulsión por sendos empujones a Alexis y Juan Rodríguez que deberían evitar; y que no había fuego en la portería de Jordi Codina, en el momento del 0-1, para justificar su extemporánea media salida...

EL FÚTBOL, MÁS CERCA...
Pero lo bonito de ver el fútbol en el Coliseum (ya lo expliqué hace seis años en la crónica “El fútbol desde Getafe se ve mejor”) es su cercanía. Sus 17.500 localidades (menos de un tercio del Calderón) hacen que desde cualquier ubicación (y más desde el palco) los futbolistas se aprecien mucho más nítidos que desde mi segundo anfiteatro en el Manzanares.

Desde el Coliseum pude ver cómo el Cholo vive intensamente cada minuto. Cómo alecciona a cada segundo a sus futbolistas, especialmente a los más cercanos (ayer Koke y Filipe), cómo celebra cada gol, cómo da órdenes y gesticula sin descanso, y cómo incluso en ocasiones mueve sus piernas del mismo modo que quiere que lo hagan sus jugadores para disputar cada balón...

UN FÚTBOL MÁS "REAL"
El fútbol en Getafe se parece más al fútbol “de barrio” que uno ha podido jugar, y no al circo televisivo que uno percibe incluso desde la grada del Calderón. Los rondos parecen más rondos (y no un “tiki taka”); las entradas y los saltos para pelear un balón aéreo parecen más duras (y no el teatro que a veces nos llega); y uno percibe y siente el esfuerzo y el cansancio de los futbolistas, que resultan humanos, y no las máquinas que a veces les creemos.
Y quizá por encontrarnos más cerca de la “realidad”, pude valorar más el trabajo de un hombre habitualmente alejado de los grandes focos: Mario Suárez. Me gustó el trabajo del de Alcobendas, principalmente en la primera parte, barriendo cada balón dividido, ganando pelotas aéreas, repartiendo el juego siempre fácil, pero con criterio, y sabiendo amagar y moverse siempre de forma acertada.

A ESPERAR EL ERROR
Los rojiblancos hicieron una primera parte “comedida”, de ésas a las que nos acostumbra en tantos partidos a domicilio, lo que permitió que algunos concejales de Getafe comentaran que ya llevaban más de media hora aguantando al Atleti.
Pero en realidad el Atleti, aunque parece dormido, sólo espera, agazapado, el error del rival, el hueco en su engranaje, confiado en que su fortaleza defensiva no les dará ocasión (un gol en contra en las últimas siete jornadas...). Cuando ese hueco llega, Villa se cuela en el área, pero su centro se pasea por la portería; Godín conecta un cabezazo que se encuentra Codina (era un aviso); y Diego Costa rompe a dos zagueros con un quiebro seco, pero Juan Rodríguez se cruza, providencial.
Y entonces llega el error, el mecionado de Codina, que sale a por uvas en un centro de Juanfran tras el rechace de un corner, y permite a Godín que le supere por encima con la cabeza (0-1).
El uruguayo se marcha al fondo donde unos 500 aficionados colchoneros animaban al equipo y se agarra el escudo. "Me agarré el escudo porque me siento atlético y para agradecer tanto apoyo que recibimos. Hoy y todo el año”, aseguró después.

SENTIMIENTO DE PERTENENCIA
Y es que ésa es una de las claves de que este Atlético de Madrid esté a cinco finales (Simeone como
prometió cambió el “partido a partido” por el “final a final”) de ganar la Liga 18 años después: el sentimiento de pertenencia. El sentimiento de pertenencia de Godín (cuarta temporada); de Filipe Luis (cuarta temporada), que ayer se convirtió
en el brasileño con más partidos en la historia del Atleti; de Koke, de Gabi y de Mario (canteranos); de Juanfran (cuarta temporada); de Raúl García (sexta temporada); de Diego Costa (cuarta temporada, cesiones aparte...); y de un entrenador del que sobran los hechos para demostrar su colchonerismo...

YA QUEDA MENOS
Courtois metió una mano salvadora a cabezazo de Juan Rodríguez y Diego Costa falló el penalti narrado anteriormente (ha errado cuatro de los ocho que ha tirado esta temporada... -Celta,Valencia, Getafe y Austria- No debería tirarlos...) antes de dejarse la tibia para meter el 0-2. Pero sólo una cosa importa: cuando menos queda (cinco jornadas) el Atleti ha dado un "corte" a la Liga y adquiere su mayor ventaja de todo el campeonato (tres puntos al Madrid, más el goal average; y cuatro al Barça). Ganándolo todo, la última jornada en el Camp Nou tendría como único atractivo un pasillo del Barça a los rojiblancos. El sueño se aproxima. Ya queda menos...

domingo, 6 de abril de 2014

Un último empujón

Seis jornadas, sólo seis. Un mes y medio, 42 días en concreto (la Liga acaba el 18 de mayo) para que
el Atlético de Madrid pueda alcanzar un sueño que no materializa desde hace 18 años.
Queda el último empujón. Un empujón que ayer dio Raúl García (literalmente) al quitarse de encima a Mario Gaspar para rematar plácidamente de cabeza el 1-0 tras un corner de Koke. Es ya el Pichichi de toda la Liga en esta faceta. Ha marcado con la testa cinco de sus ocho goles, igualando a Griezmann, Aduriz y Javi Guerra, y suma 16 tantos en todas las competiciones (uno más que Villa).
En el estadio no pude ver el empujón, pero sí le adelanté a mi primo Diego que en ese corner venía el primero. Y no me equivoqué. 

CÓMO HEMOS CAMBIADO...
Llegando al estadio, repasaba con mi primo cuántos partidos le he llevado al Calderón en los últimos años. Nunca le ha gustado demasiado el fútbol, por lo que en las cuentas nos salían cuatro. Uno de ellos un Atleti-Rennes de la UEFA Europa League allá por diciembre de 2011 en el que se escuchó prácticamente por última vez el “¡Gil cabrón, fuera del Calderón!”. Fue el antepenúltimo partido de Gregorio Manzano en el banquillo rojiblanco y sólo unos días después el Cholo Simeone volvió a aterrizar a orillas del Manzanares.
Aquella noche, desencantado con la situación del club, le presentaba a mi primo el siguiente panorama: "Un equipo desmantelado y sin estrellas (sólo hacía unos meses que se habían marchado Agüero y De Gea), un entrenador, como cada año, en la picota y blanco fácil de las iras de la grada, y una directiva que durante 25 años es el único denominador común que no ha cambiado, pero cuya afición (principalmente el Frente) nunca señala, alimentados en la teoría de la prensa de que “es su casa, y sólo se irán cuando quieran”...".
Entonces, un chico al que no conocía, sentado en la fila de atrás, me comentó lo siguiente al escucharme: “Me han encantado tus razonamientos. Da gusto escuchar a alguien así. Hay demasiado borreguismo en la grada. Me gustaría que trajeran al banquillo a Luis Aragonés (DEP) o a Simeone, para ver hacia dónde se apuntaba esta vez cuando vengan mal dadas”.
Recordándolo con mi primo, todavía a día de hoy sigue convencido de que pagué a ese chico para que me dejara bien en su presencia.
Mucho, muchísimo, han cambiado las cosas desde entonces. Simeone se hizo con las riendas del equipo, consiguió esa misma Copa de la UEFA en la que Manzano, al menos, nos dejó primeros de grupo, y después sumaría la Supercopa de Europa y la Copa del Rey contra el Real Madrid. Y todos sabemos ya por lo que estamos luchando este año. Por lo que por el momento, y que dure, seguimos sin saber a dónde apuntarán cuando vengan mal dadas. Pero seguro que no es al Cholo.

UN ATLÉTICO MÁS
Este año ya había traído a mi primo al Atlético-Real Madrid de Copa (compré la entrada antes del 3-0 de la ida...) por lo que le debía un partido “en condiciones”. Y vaya si lo disfrutó. Animó y cantó como un atlético más; se rió de los cánticos en contra del Madrid; ondeó su bufanda, que le enseñé a anudarse en la muñeca, cuando marcó el Atleti; y sufrió en los instantes finales como los otros 50.000.
No fue un partido bueno, pero quedó muy conforme con el juego del Atleti en la primera parte.
No en vano, no es fácil jugar sin cerebro (Arda Turan), sin corazón (Gabi) y sin alma (Diego Costa), y más si lo haces después de la paliza que se pegaron cuatro días antes contra el Barça y contra un equipo que sabe tratar la bola como es el Villarreal. Pero se ganó. Y se marcó pronto para no alargar tanto la incertidumbre como ocurriera ante Granada y Espanyol.

OTRO DÍA DEL NIÑO FELIZ
Casi diez mil niños pudieron cantar el citado gol de Raúl García en la que es ya la undécima edición del día del niño en el Vicente Calderón (con ésta, hemos ganado en nueve), una cita que cada año logra más adeptos para los colores rojiblancos, ya que ahora tienen la suerte de disfrutar de un equipo campeón.
Y salió a ganar por ellos en los primeros compases, con una volea de Diego cerca del larguero en el minuto tres; el 1-0 en el trece; y otro corner bien puesto por Koke que despejó con la manopla Asenjo. Pero el Atleti no era capaz de crear peligro más allá del balón parado, con un Villarreal que dominó más el cuero.
En los rojiblancos sólo el Cebolla encaraba, pero con su habitual alocamiento, y Koke no acababa de hacerse con la manija en el mediocentro. Así que sin muchas variantes se llegó al descanso.

EL VILLARREAL APRETÓ
En el segundo acto, lejos de ser el Atleti el que buscase el segundo, fue el equipo amarillo el que dio un paso adelante.
El dominio de los castellonenses fue acrecentándose y tuvo su punto álgido en un tiro tocadito de Perbet, buscando la escuadra, que se perdió por la parte superior de la red. “Ahora sí lo estamos pasando mal”, me reconocía mi primo.
Pero la grada era consciente de que al equipo le fallaban las energías y con su constante aliento, reclamado de manera repetida y con grandes aspavientos por Simeone, consiguió sostenerlo.
La entrada de Tiago, Adrián y Sosa por el Cebolla (de nuevo no aportó nada), Villa (le falta chispa) y Diego (discreto) dio algo más en el ataque.
El argentino hizo un par de internadas por banda derecha que acabaron en sendos disparos de Raúl García, blandito, tras una buena dejada de Adrián; y de Tiago, muy desviado.
El delantero asturiano (que volvía tras seis partidos sin entrar ni en la convocatoria) estuvo mejor que en ocasiones precedentes, dejando detalles de su clase con algún regate o taconazo.
En el último minuto, Moi Gómez (prometedor centrocampista de sólo 19 años) rompió a Juanfran y su centro chut lo despejó, lamiendo el poste, un Alderweireld dado a meterse autogoles. En ese corner fue Tiago el que pidió con vehemencia a la hinchada su apoyo y fue el bramido del fondo sur del Vicente Calderón el que despejó ese último balón.

LA FUERZA DEL CALDERÓN
Al final, en el bar, mi primo y yo comentábamos las posibilidades del equipo para ganar la Liga y ya me preguntaba con entusiasmo qué partidos quedaban en casa para ver cuál es el próximo al que podía apuntarse. “Hombre, por ti, yo he sido del Atleti desde siempre. Así que no se puede decir que me haya subido ahora al carro. Pero mola mucho más verlo cuando se está jugando una Liga”, me aseguraba convencido.
Y me contaba una anécdota que habla bien a las claras de la grandeza de este equipo y de nuestra afición. “Hace poco, me preguntaba Patri (su novia) que si realmente había alguna diferencia entre jugar en casa o fuera. Desde luego, cuando se juega en el Calderón sí que se nota la diferencia, sí”, me afirmaba con una sonrisa. A veces, es difícil explicar con palabras qué significa ser del Atleti. Sólo sé que es algo muy muy grande.

lunes, 31 de marzo de 2014

Esto va en serio

Todavía tengo algún amigo atlético que sigue sosteniendo que no vamos a ganar la Liga. “Queda mucho y una eliminatoria en medio con el Barça con mucho desgaste”, apuntan.
Otros muchos, hace meses, aseguraban que “es más posible ganar la Champions que la Liga”. La dificultad de aguantar al máximo nivel 38 jornadas y la utopía de alcanzar los 100 puntos para ser campeón (cifra lograda por Barcelona y Real Madrid en las dos últimas temporadas) hacían que no hace mucho cualquier aficionado colchonero se plantease levantar el título liguero como un imposible.
Pero la realidad es que ya sólo quedan siete jornadas y que ésta ya no será una Liga de 100 puntos. El máximo posible serían 97... y es el Atlético de Madrid el único que podría alcanzar ese techo. Barça y Real Madrid aspiran a 96 y 94 puntos. Pero hay más motivos para la esperanza.
Acabado el derbi ante el Real Madrid, donde se consiguió un empate que dejaba las cosas como estaban (tres puntos por debajo), pero con el goal average ganado, uno echaba mano al calendario y había una conclusión clara: de las doce fechas que restaban, y a excepción hecha del choque en el Camp Nou (es la última jornada y Dios sabe, todavía, cómo se llegará) el partido más difícil era el de la jornada 31: San Mamés.
SAN MAMÉS: SÓLO TRES DERROTAS
Se visitaba el estadio del cuarto clasficado. Un escenario donde el Barça había perdido (1-0) y el Madrid empatado (1-1) y donde sólo un equipo había ganado, el Espanyol (1-2).
Y se ganó... Si abrimos el abanico a la Copa del Rey (donde el Atlético ganó cuando aún nadie había conquistado el nuevo San Mamés) estos son los números del Athletic en su nueva casa: 19 partidos jugados: 13 ganados; 3 empatados; 3 perdidos. ¿No hace falta que les diga quién ha firmado dos de esas tres derrotas, no? Pues eso, que esto va en serio.

EL 1-0 ME PILLÓ DORMIDO...
Tuve un fin de semana agitado (inauguración de un pub el viernes noche y comida familiar el sábado con su preceptiva sobremesa) por lo que quise dormir una mini siesta antes de ver al Atleti (por la noche también tenía el cumple de mi primo). Por poco que quise echarme, no pude llegar al bar antes de que el partido empezara... así que escuché por la radio el 1-0. “Muniain, Muniain... ¡Goooool del Athletic! El balón largo, Muniain gana la espalda a la defensa, Courtois sale tarde y le supera por arriba”, canta el narrador. “¿A dónde iba Courtois?”, se pregunta Paco González. “Y encima se ha tirado muy raro. No es normal ver fallar al portero belga”, apostilla.
Y uno se pregunta si no había mejor momento para cantar, mientras se autoflagela (superstición a tope) pensando que el 1-0 es un “castigo” por no haberse levantado antes de la siesta y haber dejado “solo” al equipo.
Por cierto, volviendo a la radio ¿y lo que se sufre con tantísimo en juego cada vez que el narrador sube la voz...? Como siempre estoy o bien en el Calderón o lo veo por la tele, había olvidado lo mal que se pasa ante la incertidumbre de lo que está ocurriendo...

UN BAR LLENO DE ATLÉTICOS
El Barça acababa de ganar en Cornellá por lo que una derrota, incluso el empate, significaban perder el liderato. Por mucho que el envite fuera en uno de los estadios más inexpugnables de la Liga. Así que había que ponerse manos a la obra. Recién llegado al bar, Koke deja solo a Diego Costa, pero su disparo cruzado lo salva Iraizoz con un paradón ante el “huy” y el maldecir de gran parte de la concurrencia. Entonces uno mira a su alrededor y se pregunta si el bar es el de siempre. Ese bar donde uno habitualmente se traga todos los partidos del Atleti fuera acompañado de uno o dos, como mucho, sufridores más. Esta vez, los aficionados colchoneros pegados a la pantalla superan la decena... lo que hace luchar por una Liga.


DIEGO COSTA PUEDE CON TODO
Pero este Diego Costa puede concederte una, pero no dos. En un gran ejercicio de presión (el Atleti presionó muy arriba todo el choque) Sosa (titular por Arda) roba en campo ajeno una mala entrega de Iturraspe y propulsa el balón para Costa. El hispanobrasileño coge la moto y en una arrancada de vértigo deja atrás a San José y se la cruza con la zurda a Iraizoz (1-1). Décimo gol con la izquierda de Diego Costa, que desde que destaqué esta estadística no ha parado de meter goles con la zurda (25 en Liga: 13 con la derecha; 2 de cabeza y 10 con la izquierda).
Y es que el 19 atlético puede con todo. Tres minutos después del gol, remata de cabeza la cabeza de Iraola. Y diez minutos más tarde, nueva cabalgada por la izquierda, recorta, entra en el área y cede de tacón a Filipe, cuyo pase de la muerte al segundo palo lo remata muy desviado Raúl García.
En sólo media hora, el Atleti había dado la vuelta al partido y tenía el campo inclinado a su favor.
Sin embargo, en otro balón largo el Athletic da el susto. Courtois vuelve a salir a destiempo y Susaeta se le anticipa de cabeza, mandando el balón lamiendo el poste...
El partido se toma un pequeño respiro en la recta final del primer acto, que expira con el 1-1.

LA REANUDACIÓN: IMPETUOSA
Lo que ocurrió en el inicio de la segunda parte fue de una intensidad tal que casi haría falta otra crónica para describirlo. En sólo nueve minutos, Diego Costa cruza fuera por centímetros un pase largo de Mario; Diego Costa es derribado por Laporte en un penalti clarísimo (Ojo, ya son 14 jornadas sin un penalti a favor... y en las 17 primeras nos pitaron ocho...); De Marcos remata fatal tras un regalo de Godín; y Koke hace el 1-2... En un ataque atropellado del Atleti, entre Raúl García y Koke roban la bola en la frontal, apertura a banda izquierda, Filipe la pone, y el propio Koke mete la cabecita para poner el 1-2. La locura en el bar.

EL ATLETI CONTROLÓ...
Lo que hizo el Atlético de Madrid en los minutos posteriores fue de los mejores minutos que le he visto en esta grandísima temporada. Con una autoridad aplastante, los de Simeone se hicieron con el control del juego y tocando y tocando los Gabi, Koke, Filipe o Arda (ya en el campo) hacían bueno el dicho de que la mejor defensa es un buen ataque.
Pero el Athletic es el Athletic y más con el empuje de San Mamés, y aún tuvo un último arreón en el que Courtois se redimió de todos sus pecados con una mano antológica a cabezazo de Aduriz.

...Y EL ÁRBITRO PIDIÓ PERDÓN
Volviendo al tema de los penaltis, otros hablan de arbitrajes premeditados y solicitan que determinados árbitros no vuelvan a pitarles. A nosotros, directamente, los propios árbitros nos piden perdón... A falta de cinco minutos, Teixeira pitó una falta a Diego Costa cuando el Cebolla se iba solo ante Iraizoz, y él mismo se dio después cuenta de su error y se disculpó.
SIETE FINALES
Villarreal; Getafe; Elche; Valencia; Levante; Málaga; y Barcelona. Ésas son las paradas que le quedan al "partido al partido". Entre medias, dos anticipios con el Barça gracias al abono internacional. Y yo les pregunto: subidos al tren de la Liga a esta velocidad ¿la Champions podría llegar a ser un “estorbo”? ¿Apostarían por un campeonato por encima del otro? ¿O llegado a este punto hay que jugarse el all-in? Yo, como diría el Frente Atlético, “sólo te pido una cosa... que salgas este año campeón”.

jueves, 27 de marzo de 2014

¡Volveremos a ser campeones, como en el 96!

27 de marzo de 1996. Hay jornada entre semana y el Atlético de Madrid juega en Vallecas contra el Rayo. Estoy en casa, en mi habitación, y lejos de salir a la calle a jugar al fútbol con mis amigos o hacer los deberes del día, estoy más pendiente de otra cosa: el transistor. Ese compañero inseparable las tardes de domingo de antaño.
A los 20 minutos de partido, Manolo Lama canta por la radio que Diego Pablo Simeone (sí, el Cholo, no me lo invento. Aquí tienen una crónica de aquel día) se cuela en el área y asiste a su joven compatriota, Leo Biagini, para que ponga el 0-1.
En la segunda parte, Lama canta dos goles más del Atleti, ambos de Pantic, y los rojiblancos vencen por 0-3.
Desde el Camp Nou, Carrusel Deportivo nos cuenta que el Barça no ha podido pasar del empate con el Tenerife (2-2, goles de Celades y Amor) con lo que el Atlético de Madrid incrementa su ventaja respecto al segundo, situándola en ocho puntos. Es la jornada 33 y aún restan nueve finales para que el conjunto de Radomir Antic pueda ver cumplido un sueño (esa Liga tuvo 42 jornadas).
El Valencia de Don Luis Aragonés vence 2-0 al Salamanca con goles de Poyatos y Viola (no es un chiste) e iguala a los culés en la segunda plaza. ¿Y el Real Madrid? Los blancos pierden en casa frente al Racing (1-2- Míchel; Álvaro y Merino), pero el Madrid estuvo muy lejos de disputar esa Liga (era 8º ¡A 21 puntos del Atleti!).

18 AÑOS DESPUÉS...
26 de marzo de 2014. Hay jornada entre semana y el Atlético de Madrid juega en el Vicente Calderón contra el Granada. Por primera vez en mucho tiempo, el Atleti y el Madrid juegan a la misma hora (curiosamente la jornada después de igualarse en el liderato), con lo que hay mucha gente con cascos en los oídos en el estadio. “Había pensado en traerme la radio, pero al final se me ha pasado”, le cuento a mi padre según nos sentamos. Sí, yo soy de esos que todavía tienen radio. No tengo radio en el móvil, ni Ipod, ni nada por el estilo.
El Atleti empieza bien, y en los primeros compases mete en su área a un Granada que parece nervioso. Nyon pega una patada al aire; Roberto lanza un par de saques de puerta directamente fuera; Coeff hace un despeje hacia atrás...
Y los rojiblancos sacan el primer “huy” en un centro desde la derecha de Juanfran que, tras un rebote, cae a pies de Arda, que lo ve tan fácil que la manda con clase y con pausa... al lateral de la red.

EL VIDEOMARCADOR INFORMA
Al cuarto de hora, el videomarcador repica por primera vez. “¡Tinoninoní!”. Sevilla 0-1 Real Madrid, anuncia. Y le transmito a mi padre que me temo una nueva goleada de los merengues en el Pizjuan.
Unos minutos más tarde, Diego Costa es el que lo intenta por la banda. Choca con Murillo y el central colombiano queda tendido en el suelo. Entonces el Calderón ruge. “¿Qué pasa? Tampoco ha sido para tanto”, le comento a mi padre. “Ha marcado el Sevilla”, responden unas filas más atrás. “¡Tinoninoní!”, contesta el videomarcador. Y efectivamente, Sevilla 1-1 Real Madrid.
“¡Atleeeeeeeeeeeeti! ¡Atleeeeeeeeeeeti!”, grita la hinchada enloquecida.

EL ATLETI LO INTENTA
A renglón seguido, el Cebolla (sorpresa en el once) se interna por la izquierda y pone un balón a la frontal que de nuevo Arda manda fuera, esta vez más desviado. “Hubiera estado bien que hubiésemos marcado en el mismo minuto que el Sevilla”, le digo a mi padre sonriendo.
Pero el Granada responde con un corner que Angulo remata fuera por poco y uno se da cuenta de que el corazón le pega un vuelco. A priori es un partido sencillo, pero cuando los granadinos atacan, te invade el miedo.
Y entonces llega el gol. En un gili-corner, Arda la pone al segundo palo, Godín gana por arriba a Angulo, y la pelota queda franca para que Tiago la empuje de cabeza a la red. Me levanto y celebro el gol... pero entonces me doy cuenta de que el linier ha levantado la bandera por una falta del uruguayo en el salto.
Sólo cinco minutos más tarde, Gabi (de nuevo inmenso al corte) se cuela en el área y pone un pase que la zaga granadina despeja a corner. “¡Joder qué tensión!”, le confieso a mi padre. Y el descanso llega con el 0-0 inamovible.

Y DE NUEVO DIEGO COSTA
Al descanso, el sentir es el de que no se puede perder otra vez el liderato de primeras, como se hizo contra el Almería.
El Atleti sale al segundo acto decidido a encontrar el gol. Villa no está fino arriba. Le sobra un recorte y le falta un segundo. Pero Diego Costa vuelve a capitalizar el ataque colchonero. Avisa con un cabezazo en un corner que ataja Roberto casi sobre la línea y sólo un minuto más tarde...
Nuevo corner para el Atleti, Sosa (recién entrado por el Cebolla) la pone y ahora, sin oposición, Diego Costa conecta un cabezazo perfecto a la red (1-0). 24 goles en Liga; 32 en la temporada; el 100 del Atleti esta campaña (cifra que no alcanzaba desde 1997).
Entonces pego un brinco y me abrazo a mi padre con casi tanta fuerza como el día del derbi. “Joder, me has hecho daño. Como ganemos la Liga me vas a matar”, me reprende mi padre.
“Perdona, pero es que es mucha tensión”, le respondo dándole un beso. Está ya viejo el pobre :)

OTRO "¡TINONINONÍ!"
El Granada vuelve a perder algún balón fácil en su propio campo (pese a los apuros, para mí ha sido de los rivales más flojos que han pasado por el Calderón), pero el Atleti ya no aprieta con la misma intensidad que antes del gol. Raúl García da el relevo a Villa y entonces, alguien canta unas filas más adelante. “¡Ha marcado el Sevilla!”. Y uno abre los ojos y comprueba como el rumor comienza a correr como la pólvora por la grada. Los gritos y las celebraciones comienzan a extenderse. Entonces me doy la vuelta y les grito a mis compañeros de butaca: “¡Ha marcado el Sevilla! ¡Ha marcado el Sevilla!”. Y entonces, compruebo cómo me miran, con una cara de incredulidad e inquietud, como si estuvieran viendo una de esas pelis en las que, cuando parece que ya han matado al malo, se les olvida rematarle y este revive. Y me dicen “espera, espera”, con un gesto con la mano. “Pero mirad, qué va a ser si no”, les insisto, señalando el alborozo de la grada. Y “¡Tinoninoní!” viene en mi ayuda. Sevilla 2-1 Real Madrid. Confirma el videomarcador. Y es que el Madrid es un malo malísimo, pero si Manolo Lama dice que el Sevilla le ha marcado, es que le ha marcado.
Gabi está a punto de poner el segundo en un nuevo disparo lejano que salva Roberto; Raúl García remata arriba una internada de Costa; y el pitido final del árbitro es celebrado como otro tanto.

Y EL MADRID ACABA
Entonces, pregunto a un tipo con cascos sentado en la fila de delante (del Madrid, seguro, porque no cantó ni un gol. Ni el nuestro, ni los del Sevilla): “¿Ha terminado el Madrid?”. “Sí”, me responde escuetamente. Y como buen periodista, informo a cada atlético que me encuentro: “¡Ha perdido el Madrid! ¡Ha perdido el Madrid!”.
La radio nos confirma que el Real Madrid ha perdido. El Atlético de Madrid incrementa su ventaja respecto al segundo (el Barça, a un punto) y el tercero (el Real Madrid, a tres y con el goal average particular perdido). Es la jornada 30 y aún restan ocho finales para que el conjunto del Cholo Simeone pueda ver cumplido un sueño

Y mientras bajamos por las entrañas del estadio, ebrios de felicidad, se vuelve a escuchar una canción creada el año de la primera UEFA Europa League (2010): “¡Volveremos volveremos. Volveremos otra vez. Volver a ser campeones, como en el 96!”.