miércoles, 23 de noviembre de 2016

Cerrado por derribo

JORNADA 12- ATLÉTICO 0-3 REAL MADRID
Dicen en los medios que el sábado se disputó el último derbi madrileño en el Vicente Calderón. Si el siempre caprichoso bombo de la Champions, la Copa, o algún retraso en las obras de La Peineta y sus aledaños no lo impiden, así será. Y la despedida de los Atleti-Madrid en el añejo estadio del Manzanares no pudo ser más amarga.
Fue, por desgracia, un buen resumen de lo que han sido los derbis en esta cancha en los últimos quince años, donde el Real Madrid (con ésta) se ha impuesto en once ocasiones.
Fue también un triste epílogo del poderío demostrado por Cristiano Ronaldo en el coliseo rojiblanco, donde, con los del sábado, ha hecho diez goles.

CRISTIANO YA NO ES "THE ANIMAL", PERO SUMÓ OTRO HAT TRICK
Sus cifras en el Calderón no eran mareantes hasta el sábado: diez derbis (cinco de Liga, tres de Copa, uno de Supercopa y uno de Champions) y siete goles (tres de ellos de penalti).
Sin embargo, su hat trick recordó, aunque sólo en los guarismos, al que logró en un 1-4 un lustro atrás. Entonces, titulé mi crónica “Moros y Cristianos”, comparando al portugués con Don Pelayo y reconociendo que él solito conquistó el Vicente Calderón. La foto con la que ilustré el post fue una pancarta con la imagen del luso y el lema “Ronaldo, The animal”. Ese día, su voracidad, potencia y contundencia arrollaron a un Atlético que, Cristiano aparte, sí plantó cara a los blancos.
Esta vez poco tuvo que ver con aquel choque impresionante del portugués (en el que marcó dos golazos de tremendos cañonazos. El tercero fue de penalti, que nunca puede faltar), pero le sirve para marcharse del Manzanares con una decena de goles en su haber. Repito, cuatro, casi la mitad, desde los once metros. No voy a molestarme en buscar el dato, pero es posible que Cristiano no haya marcado más goles de penalti que en el Calderón en ningún estadio, exceptuando el Bernabéu, claro.

EL MADRID FUE MEJOR
El Madrid no ganó el derbi del Calderón por Cristiano, aunque firmase todos los goles. Lo ganó porque fue mejor. O, en este caso, porque el Atleti fue peor, algo que, aunque parezcan axiomas que deberían ir unidos, tiene sus matices relevantes.
El Atleti sólo plantó cara al Madrid en los primeros minutos de cada parte. En los iniciales hubo un intercambio de golpes con una volea fuera de Saúl y un paradón de Oblak a Cristiano como ocasiones más claras por cada bando. El partido era disputado e incierto. Hasta que lo durmió Cristiano mediado el primer acto. De falta directa.

CRISTIANO LO ROMPIÓ DE REBOTE
No lo hizo con el zapatazo de efecto endiablado de hace cinco años, sino con un lanzamiento que no levantó un metro del suelo, pero que acabó en el mismo sitio que aquel después de que la barrera se abriese y, tras rebotar en Savic, cambiase totalmente la trayectoria del balón (0-1). Fue un gol en la línea del Cristiano de los últimos meses, pero lo celebró con la misma vehemencia de los que anotaba entonces.
De ahí al descanso no existió el Atleti, dominado por un Real Madrid con Isco erigido como director de orquesta. El malacitano ganó la partida en la franja ancha a los Gabi, Koke y Saúl. Se echa de menos a Tiago. Mucho. Pero, a sus 35 años, quizá ya nunca volverá.

EL ATLETI LO INTENTÓ EN LA REANUDACIÓN
Sí lo intentaron los colchoneros en la reanudación. En apenas cinco minutos se llegó más que en el primer acto, con un disparo de Carrasco lamiendo la escuadra (estuvo flojo el belga) y un par de oportunidades de Griezmann (tampoco estuvo fino) con un disparo centrado, tras error de Modric, y un centro chut que terminó en la banda.
Al Atleti le duró el arreón cinco minutos más y los cambios del Cholo, a priori acertados -Gameiro por Torres (desaparecido) y Correa por Gabi (desbordado)-, no surtieron efecto alguno.

LA AFICIÓN NO DIO ESE PLUS...
Se necesitaba algo más. Un plus que debió llegar desde la grada. Ese aliento del público que debe espolear a sus futbolistas, cuando el equipo no es capaz de ser quien enardezca el ánimo de sus seguidores. Hacía falta. Y más en un partido de esta índole. Pero no llegó. El Frente Atlético permaneció callado durante muchos minutos y, por ende, el resto del estadio.

...EL PENALTI MATÓ EL PARTIDO...
Un estadio que enmudeció cuando en lo que aparentaba ser un forcejeo en un balón dividido entre Savic y Cristiano (en el campo incluso parece falta del portugués) termina en penalti. Ronaldo tropieza más en el montenegrino que éste le traba, pero Savic yerra en el despeje con una patada al aire que le sale muy cara.
El luso engaña a Oblak (0-2), hace el pintamonas frente a la cámara (minutos antes había soltado un puñetazo a Koke… nada nuevo) y el partido acaba. Sólo seis minutos más tarde, Cristiano empuja una veloz contra llevada por Bale para mayor escarnio para los atléticos (0-3).
El Atleti perdió porque fue peor que el Madrid. No supo imponer la intensidad y el ritmo frenético de otros derbis y los blancos, que dominaron la franja ancha, tuvieron además la pizca de suerte (el rebote en la falta y el “inoportuno” penalti) que decantó la balanza de su lado. Pero quiero terminar esta crónica hablando de la afición.

...Y LA AFICIÓN "ANIMÓ" CON TODO PERDIDO
En el tramo final, ese público que compareció callado durante largos minutos cuando el resultado era de 0-1, y los ánimos aún podrían haber servido para revertir la situación, levantó la voz para entonar el “Te quiero Atleti”, “Atleti yo te amo, contigo hasta el final”, o para cantar el himno. Cuando ya nada había que hacer, cuando la derrota era contundente y la humillación palpitaba, proclamaron su eterno amor al equipo, del que nadie duda. Y a mí, personalmente, las exaltaciones de amor por el escudo en la derrota más rotunda, el concepto del perdedor carismático, la hinchada que más anima aún cuando los suyos pierden, ya me cansa. Más aún si cuando se debió alentar para cambiar ese signo, no se hizo.

Y EL ODIO Y LOS COMPLEJOS VOLVIERON A RELUCIR
A esto quiero añadir aún algo más triste. Durante todo el segundo acto se repitieron por las gradas imágenes de peleas entre los aficionados que debieron ser resueltas por el personal de seguridad, en algunos casos sacando a algún individuo del campo. Reyertas entre hinchas del mismo equipo, del Atlético de Madrid, que ante una nueva derrota ante el eterno rival sacaron nuevamente a relucir una ira, una rabia, un odio y unos complejos que en los últimos tiempos parecían olvidados. Pero no. Estaban sólo contenidos.

QUIZÁ NO SEA TAN MALO DEJAR EL CALDERÓN
Quiero cerrar esta reflexión con unos datos, que saben que me apasionan. En 49 derbis ligueros disputados en el Vicente Calderón, los números son ampliamente negativos: apenas 9 victorias rojiblancas; 17 empates; y 23 derrotas (once de ellas sólo en los últimos quince años).
Antes de trasladarnos al Manzanares, estos eran los números en Liga en nuestro estadio: 15 triunfos atléticos; cinco empates; y once derrotas.
Pese a estar en contra de abandonar el Calderón, desde este prisma, quizá no sea tan malo el traslado a La Peineta. Para renovar aires y empezar de nuevo. Toca poner el cartel de cerrado por derribo. Y si lo hacen con alguno de los mencionados acomplejados dentro, tampoco se les echará de menos. 

viernes, 18 de noviembre de 2016

Atleti, vence por nosotros

Hay muchos días que no me acuerdo, pero sé que está ahí.
Ya no duele tanto como al principio, cuando respirar costaba un poquito más de lo normal.
A veces ando por la calle; me ducho; voy camino al trabajo en el coche; me afeito; hago la compra; o canturreo alguna canción en “espanglish”…  y parece que no existe.
Pero, en ocasiones, un recuerdo invade mi mente, sin quererlo, sin poder elegir evitarlo… y entonces sangra. Duele un poquito. El pecho se oprime.
Un balón al poste; un córner en el tiempo de prolongación; una lesión sin milagro de un falso Bálsamo de Fierabrás en forma de placenta de caballo; un penalti fallado… o dos; unos inoportunos e inevitables calambres; un gol en fuera de juego que sube al marcador; un sponsor publicitario sin camiseta mostrando su cerebro al mundo; un cambio nunca realizado; un viejo héroe mantenido sobre el campo de batalla esperando un desenlace de justicia poética que nunca llegó…
Imágenes y pensamientos que abotagan mi cabeza y, por momentos, nublan mis sentidos. Una infinidad de colores se agolpan en mi mente dando como resultado uno… el blanco. 

MI PRIMER RECUERDO DE UN DERBI EN EL CALDERÓN
Este sábado, el color blanco volverá a plasmarse sobre el césped del Vicente Calderón. Dicen que será el último derbi liguero a orillas del Manzanares (veremos) y son muchos los recuerdos generados en este estadio ante el eterno rival.
Mi primer recuerdo de un derbi en el Vicente Calderón data de enero de 1992. Un 2-0 con goles de Vizcaino, en un perfecto zurdazo de volea desde la frontal tras un córner, y de Manolo, tras cruzársela a Buyo con la pierna derecha.
En este vídeo podéis ver un resumen de aquel partido, locutado por Julio Sanz, que muchos años después fue mi jefe en el tiempo que estuve en los Deportes de Telemadrid:


SIETE AÑOS SIN GANAR EN EL MANZANARES
No se volvió a cantar victoria en nuestro estadio, en Liga, hasta siete años después. Recuerdo que lo vi en Chapeau, un mítico pub de Getafe que marcó mi adolescencia... Fue un 3-1, en junio de 1999. José Mari puso el 1-0 tras sacar un gran disparo cruzado desde la frontal; posteriormente empataría Morientes; pero antes del descanso Jordi Lardín anotó el 2-1 con una preciosa volea cruzada; y ya en la segunda parte Juninho marcó el 3-1 definitivo tras romper a Jarni y colocar la pelota con sutileza a la izquierda de Illgner.


Meses después, se volvió a ganar al Real Madrid, esta vez en el Bernabéu (1-3- Hasselbaink (2) y José Mari), y desde entonces fueron trece largos años sin cantar victoria ante los merengues.

HASTA EL AÑO 2000, IGUALDAD ABSOLUTA EN TERRENO ROJIBLANCO
Hasta el descenso a Segunda del Atleti (en esa temporada 1999-2000), en un derbi en el Calderón uno podía esperar que se diera cualquier resultado. Literalmente. En 65 derbis ligueros disputados en terreno rojiblanco, la estadística no podía ser más igualada: 23 victorias atléticas, 19 empates y 23 victorias madridistas.    
Sin embargo, los dos añitos en el infierno abrieron una brecha entre atléticos y madridistas que parecía insalvable.
Del 2002 al 2013, el Madrid sumó en el Calderón diez triunfos y un único empate. Ni una sola victoria cayó del lado colchonero, lo que hizo que la balanza se inclinara claramente para los blancos.

TRECE AÑOS SIN DERBI
Eran tiempos difíciles para los atléticos. Tiempos en los que un derbi se recibía con una ansiedad que rozaba el histerismo. Un estado de nervios colectivo que comenzaba en la afición y se contagiaba a los futbolistas, algo que se reflejaba especialmente en el Vicente Calderón, donde mi padre y yo entrábamos mirando el reloj y comentando si, cuando fueran disputados cinco minutos de juego, el 0-0 aún se mantendría en el marcador.
El miedo era fundado. Durante tres temporadas consecutivas, el Real Madrid se adelantó a los 32 segundos (Raúl- 2007-08); a los 34 segundos (Van Nistelrooy- 2008-09); y a los cuatro minutos (Kaká- 2009-10).
No había derbi. Si no marcaban en esos primeros instantes, lo hacían algo más tarde. Pero en esos años, ningún derbi en el Calderón superó el cuarto de hora con el 0-0. Y sólo en dos se adelantó el Atleti. La ya de por sí consabida superioridad blanca, se plasmaba en el césped casi antes de empezar.
No hace tanto de eso. Hace muy poco, en realidad. Una época en la que me preguntaba si algún día podría emborracharme celebrando una victoria contra el Real Madrid... En las anteriores todavía era casi un niño.
Pero la primera borrachera en un derbi llegó por fin en mayo de 2013. Con título incluido. Fue la Final de Copa del Rey. Fue muy sufrido, costó lo indecible, como volver a perder la virginidad. Pero marcó un antes y un después en los derbis.

PERO EL DERBI VUELVE A SER EL DERBI
Ahora, el derbi ya no es el que era. El derbi vuelve a ser el de siempre. Sé que saben de qué hablo.
El Real Madrid no nos gana en Liga desde el 27 de abril de 2013. En esa víspera de Copa que desesperó al vestuario rojiblanco, como me confesó Godín en mi libro: "Si no les ganamos en el Calderón y contra los reservas, ¡¿cómo les vamos a ganar la Final de Copa en el Bernabéu?!".
Pero se ganó. Y desde entonces no se ha parado de derrotarles en su estadio (2013-14- 01; 2014-15- 1-2; 2015-16- 0-1. El único equipo en la historia de la Liga que ha ganado tres temporadas consecutivas en el Bernabéu); y se les metió un 4-0 en el Calderón (2014-15); y se les ha eliminado en la Copa (2014-15); y se les ha ganado la Supercopa (2014)...
CADA PARTIDO CUENTA
Todo eso cuenta. Y también escuece. Aunque digan que no.
Pero queda una espina. Una enorme espina. No lo negamos. No puede negarse. Es esa herida que todavía sangra a veces...
Ellos sólo ganan finales, dicen. Es así. Aunque sea en los penaltis y con goles ilegales. Pero las ganan. Por eso, hay que seguir ganando "partidillos". Seguir sumando cuatro-ceros; victorias en el Bernabéu; arrebatándoles títulos menores como la Supercopa o la Copa del Rey.  

DE MADRID 2012, A LISBOA Y MILÁN
Ahora les peleamos finales de Champions. Hace catorce años sólo les disputábamos amistosos para promocionar los Juegos Olímpicos de Madrid 2012... (Fue el primer gol de Fernando Torres en un derbi... Un 3-2 en el Bernabéu. Seguro que lo recuerdan).
Las grandes heridas sólo cicatrizan enfrentándote a tus miedos. Haciendo por curarlas. Por superarlas y por superarte. Y para este equipo no hay derbi pequeño. Y menos uno de Liga.
Esto ya no son amistosos. Sigamos sumando batallas. De batalla en batalla, hasta la victoria final. Que llegará. Ya saben, "lo mejor está por venir". Mientras tanto, ganemos otro derbi. De esos que no cuentan.

lunes, 7 de noviembre de 2016

Un grave accidente

JORNADA 11- REAL SOCIEDAD 2-0 ATLÉTICO
No es Anoeta un estadio sencillo. El Barça lleva cuatro temporadas consecutivas cayendo allí (2015-16- 1-0; 2014-15- 1-0; 2013-14- 3-1; 2012-13- 3-2); y el Real Madrid también ha sumado una derrota y un empate en los últimos cuatro años (2015-16- 0-1; 2014-15- 4-2; 2013-14- 0-4; 2012-13- 3-3). Al Atleti se le había dado bastante mejor, con cinco victorias y una única derrota en las seis últimas campañas (2015-16- 0-2; 2014-15- 2-1; 2013-14- 1-2; 2012-13- 0-1; 2011-12- 0-4; 2010-11- 2-4).

Sin embargo, este sábado cayó en Anoeta. Y lo hizo con estrépito. Lo que sumado a la situación actual en la Liga, se convierte en un accidente grave.
Los rojiblancos dieron al menos dos vueltas de campana en San Sebastián. Tras un primer tiempo aceptable, en el que dominaron en algunas fases y dispusieron de una ocasión clarísima (Gameiro la picó por encima de Rulli, pero se topó con el poste), una segunda mitad nefasta tiró por tierra toda opción de puntuar.
Pudo cambiar el sino del partido Carrasco en la reanudación, pero con Gameiro llegando a boca de gol, decidió jugársela él solito y pegó un zurdazo a la grada. Así es el belga, capaz de sacarse el disparo más ajustado desde 30 metros y de mandarla al segundo anfiteatro en posición franca.

EL MEJOR PARTIDO DE VELA EN MESES...
No estaba Yuri precisamente en la posición más franca del mundo cuando, según pisó el lateral del área, Gabi sacó la pierna a pasear y le trabó. Es mucho lo que nos da el capitán, pero esa costumbre de sacar la patita como quien extiende la mano a ver si llueve, en el centro del campo para hacer una falta táctica, bien; pero en el área... La infracción se ve exactamente igual que un patadón y el disimulo no desagravia.
Vela, que completó su mejor partido en meses, transformó la pena máxima con clase engañando a Oblak (1-0). El mexicano ya había avisado con un disparo a la escuadra en el primer acto, y siempre acostumbra a hacer buenas actuaciones contra los colchoneros. Ahora es fácil decir que acertamos, pero en su día, cuando fichamos a Griezmann, dudé si al que había que haberse llevado era al azteca.

EL ATLETI CAYÓ AL PRIMER GOLPE
El Atleti jamás se levantó del golpe. Ni siquiera tuvo un atisbo de reacción, como en Sevilla. Acháquenlo a que se había jugado Champions hacía tres días; a que siempre salen los mismos; o a que llovía mucho en San Sebastián. El caso es que los del Cholo cayeron a la lona al primer puñetazo.
Las sustituciones no cambiaron nada. Los rojiblancos acumularon tarjetas y los blanquiazules llegadas. Vela y William José pudieron poner el segundo, pero no llegó hasta minutos más tarde, de nuevo desde los once metros, y con ambos como protagonistas.
El mexicano entró en el área, recortó a Godín hacia fuera y a Correa hacia dentro, y fue derribado por el argentino, que entró para revolucionar el partido, y a fe que lo hizo...
William José volvió a superar a Oblak (que, en contra de las críticas, al menos se tiró en ambos lanzamientos) y puso el 2-0 y la sentencia definitiva.

PATINAZO... Y A RESURGIR
El Atleti se descuelga cuando la Liga ha comenzado a coger velocidad. Ha pegado un patinazo importante en la resbaladiza curva de Anoeta que le deja a seis puntos del Madrid y a cinco del Barça.
Ahora vienen dos semanas de parón en las que tocará reflexionar. Dos derrotas consecutivas a domicilio, sin además ver puerta, es algo a lo que este equipo está poco acostumbrado.
Por fortuna, el Atleti sigue vivo después del accidente. De nuevo, y como siempre, le toca mirar hacia adelante. Y qué mejor cita para resurgir que un derbi. Todo (quedarse a tres puntos y seguir en la pelea) o nada (caer a nueve de distancia y decir adiós a la Liga). El cielo o el infierno. Un partido a cara o cruz. A vida o muerte. El Atleti en estado puro, vaya.    

martes, 1 de noviembre de 2016

El fútbol es de los extremos: Yannick Ferreira Carrasco

JORNADA 10- ATLÉTICO 4-2 MÁLAGA
Goles: Carrasco (2) y Gameiro (2).
El verano de 2015 el Atlético de Madrid hizo un importante desembolso en fichajes. Una inversión de unos cien millones de euros para traer, entre otros, a un pipiolo de 22 años aún sin cumplir, belga de nacimiento, hispano-luso de ascendencia, y francés de club de procedencia (el Mónaco). Yannick Ferreira Carrasco, un desconocido para el aficionado medio al fútbol español, que llegaba por unos 15 millones de euros y que ilusionaba menos que el goleador del Oporto, Jackson Martínez (36 millones), que la estrella incipiente del Villarreal, Vietto (20 millones), o el regreso de Filipe Luis (16 millones).
Pocos apostaban por este delgaducho extremo al que le costó bastante hacerse con un hueco en el once. En mi entorno, sólo mi amigo Borja Aranda (@Borja_Aranda_) defendía al belga. “Va a triunfar en el Calderón. ¡Carrasquismo!”, sentenciaba siempre que tenía ocasión.

HACE UN AÑO, CARRASCO EFERVESCENTE
En mi caso particular, su fútbol me provocaba un sentimiento agridulce. Siempre encaraba, tenía descaro y verticalidad, pero rara vez era capaz de marcharse de su par. Por entonces, lo definía como un champán barato: muy efectista y ruidoso al inicio, efervescente, pero, finalmente, de escaso contenido y sabor.
Justo ahora hace un año, la explosión de burbujas de este champán belga nos dio nuestra primera gran noche. Fue contra el Valencia, en la jornada 9, su primer partido de titular en Liga, que aprovechó completando un gran encuentro, con un golazo desde fuera del área tras sentar a dos contrarios. Lo hizo con un disparo ajustadísimo desde fuera del área, como este sábado contra el Málaga.

CARRASCO HA CAMBIADO: DEL 21, AL 10
Pero algo ha cambiado en Carrasco. Mucho. Ahora los mete a pares. O a tríos. En un mes escaso ha metido siete goles. Siete (tres al Granada y dos al Málaga, en Liga; y uno al Bayern y al Rostov). Ya son dos más que los que marcó en toda la temporada pasada, cinco (cuatro en Liga y uno en la final de la Champions).
Ahora ya no lleva el 21 de Caminero, sino el 10 de Futre. El 10 de los cracks. Y ya no alterna la titularidad con la suplencia, sino que se ha hecho con un sitio indiscutible entre los titulares del Cholo Simeone.
Este sábado, Carrasco volvió a ser imprescindible en la victoria. A los seis minutos abrió la lata tras abrirse hueco con la derecha y pegar un latigazo cruzado con la zurda (1-0); y a falta de cinco sentenció un partido que se había complicado de forma inexplicable, tras finalizar un carrerón de 50 metros (en el que fundió a Ricca) con un derechazo perfectamente colocado al palo largo de Kameni, haciendo inútil su estirada (4-2).

DE LA PLACIDEZ, A LA TENSIÓN
Entre medias, Gameiro aprovechó un despeje de Koné propio de un Benjamín (al centro), que Camacho sacó como pudo (al punto de penalti) y el francés fusiló el 2-0.
El Málaga se metió en el partido con su único disparo del primer tiempo, una falta lateral de Sandro que sorprendió a Oblak y a todos (2-1). Desde mi perspectiva en el Fondo Sur, yo no la vi dentro hasta que la estaban sacando de las mallas…
Pero el Atleti era muy superior, y al borde del descanso nuevamente Gameiro rentabilizó una gran dejada de Griezmann, supera a Villanueva y bate por bajo a Kameni (3-1).
El partido iba para goleada, pero en tres minutos (expulsión de Savic en el 60; y el 3-2 de Camacho en un cabezazo en el 63) el Málaga, sin creerlo ni merecerlo, se metió en el partido.

Lo sentenció Carrasco, que hizo que el reloj, cuyas manecillas se congelaron durante momentos que parecían ser eternos en el 79… en el 82… volviera a correr con naturalidad y fluidez a partir del minuto 86.
El Carrasquismo ya es religión en el Calderón. El belga es uno de los baluartes del Cholo, no sólo por sus goles y su desborde, sino por su lucha. Claro ejemplo de ello lo dio en el minuto 72, cuando bregó en área ajena por un balón que otros habrían dado por perdido, se la robó a Villanueva, y le forzó una tarjeta en el lateral del área. Falta que, por cierto, luego estrelló en el larguero.

EL FÚTBOL ES PARA LOS EXTREMOS
Decía Johan Cruyff que el fútbol es de los extremos. “¿Existe la posibilidad de jugar a un fútbol de gran nivel sin extremos?”, se preguntaba el crack holandés en una entrevista con motivo del 50 aniversario de la UEFA. “El fútbol con extremos te da muchas más opciones. Jugadores que tengan la habilidad de jugar hacia el interior del campo o que sobrepasen con facilidad a sus marcadores y saquen un buen centro”, explicaba en esa entrevista.
Un hombre que puso la semilla del gran Barça que es hoy con el Dream Team, donde futbolistas veloces y con desborde como Stoichkov y Begiristain, o desde más atrás, como Goicoechea y Sergi, rompían a las defensas rivales con su verticalidad, siempre pegados a la banda.

Y en un fútbol donde los extremos cada vez son más escasos, Carrasco es una especie en extinción. Un champán cuya efervescencia va ahora acompañada del mejor de los posos, a la altura del mejor Moët et Chandon. Un placer para los sentidos…