UN NIÑO PECOSO NOS ENAMORÓ
Aún no lo sabíamos, pero entonces
el mundo era joven. Enormemente joven. Estábamos pasando el peor momento de
nuestras vidas y entonces vino él. Un Niño pecoso, extremadamente delgado y tímido,
y con un flequillo rubio y afilado. Y nos enamoró locamente. Después de la
primera cita, un 3 de junio del 2001 en Albacete, le bastaron quince minutos
para conquistarnos. Y estuvimos quedando sin descanso durante más de seis años.
Todavía recuerdo la primera vez
que le vi en televisión, en Telemadrid. Sólo faltaban dos jornadas para el final
del curso, pero ante la pregunta del presentador, el Niño no dudó:
"¿Subimos?" -"Seguro",
respondió con un brillo en los ojos que aún conserva.
LAS PRIMERAS CITAS
Solíamos quedar sólo los domingos (por
entonces teníamos vetado lo de salir fuera entre semana...) y cada día que
cogíamos el camino al Manzanares lo hacíamos con la ilusión de verle sólo a él.
El único por el que éramos envidiados y conocidos mundialmente. El único
que nos despertaba una sonrisa en los malos momentos. El único por el que se
podía soñar con tenerlo todo. Alguien con quien producía orgullo pasear a su
lado.
Todavía
recuerdo con nitidez todas y cada una de nuestras primeras citas. Especialmente aquellas que acabaron en gol. Como la
primera en el Calderón, con apenas 17 años, el 25 de agosto de 2001 (contra el
Jaén). O la primera ya en un restaurante de lujo (en Primera), el 15 de
septiembre de 2002 (contra el Sevilla, de cabeza).
Y así hasta
91. En Tarragona. Tuvo que ser precisamente de penalti. Algo que define otra de
sus grandes virtudes: la testarudez para lograr lo que se propone. Ya que era
una suerte que se le estaba resistiendo por entonces.
UNA BRONCA
MUY GORDA, Y LA RUPTURA
Ésa fue la
última. Una semana antes habíamos tenido una bronca muy gorda, de las que hacen
historia, provocada por un grupo de catalanes (el 0-6 ante el Barça) y desde
entonces ya no levantaste cabeza. Hacía mucho que sabía que no te gustaban los
amigos de los que te rodeaba cuando salíamos en público; que pensabas que no
estaba invirtiendo lo suficiente en ti; y que cada vez que hacíamos balance se
veía que lo nuestro no funcionaba.
Así que un 4 de julio de 2007 nos citaste a las diez de la mañana para decirnos que nos dejabas. Era pleno verano, pero mi recuerdo es el de una sala gélida como un
témpano, llena de gente, y aún siento cómo se respiraba la tensión en el
ambiente cuando te vi entrar.
"Nunca he mentido. Siempre he dicho que mi idea
era seguir y que cuando tomara la decisión de marcharme lo diría y aquí estoy",
fue tu frase que se me quedó grabada como un puñal en lo más profundo del
corazón.
Fueron muchos los que dijeron
que fueron "tus padres" los que te obligaron a dejarnos, pero yo
siempre pensé que nadie te puso una pistola en la cabeza para que te marchases.
Así que no pude perdonarte. Pero tampoco olvidarte.
GUIÑOS EN LA
DISTANCIA
Tras muchos
años de relación siendo un buen novio, sin flirtear con otras y siempre
volviendo a casa a tu hora, te fuiste con otra. Una chica más rubia, más guapa,
que además sabía inglés y te daba la posibilidad de irte más de 'Copas'...
y hasta más tarde.
Con el paso de los años, vi cómo
nos hacías guiños desde la distancia. Una bandera con nuestros colores sobre un
autobús después de un viaje que hiciste a Austria y Viena; una bufanda con nuestro símbolo junto a una pieza de oro que lograste en Sudáfrica; y una
camiseta con nuestro número: el 9...
Mientras
tanto, conseguía cumplir otra de tus frases lapidarias del día de tu despedida: "Que los que vengan
consigan llevarte donde yo no he podido".
Y sí, conseguí éxitos y tuve bastantes noches de alegrías. Pero jamás dejé de mirar tus redes sociales para tener noticias tuyas y saber cómo te iba por las islas.
Y sí, conseguí éxitos y tuve bastantes noches de alegrías. Pero jamás dejé de mirar tus redes sociales para tener noticias tuyas y saber cómo te iba por las islas.
SIETE AÑOS DESPUÉS, QUISISTE
VOLVER
Tras mucho tiempo imaginando que
ese momento llegaría, y después de unos meses en los que el rumor cobró fuerza,
un domingo de primeros de enero me dijiste que querías volver conmigo. Quedamos
a orillas del Manzanares, como siempre, y nos llenamos con nuestras mejores
galas para recibirte.
He de reconocer que estaba
reticente, temeroso. Había pasado mucho tiempo. Demasiado. El dolor ya quedaba
lejos, pero como mínimo tenía que hacerme el duro y no recibirte con los brazos
abiertos.
Sin embargo, no pasaron ni dos
semanas para que me hicieras un doblete en ese sitio donde más morbo nos daba.
Empezamos sólo con la puntita, pero esa noche la metimos entera.
Y LLEGÓ LA CITA CIEN
Y así llegó el pasado sábado.
Los últimos cuatro meses habíamos atravesado un bache, con algunos momentos muy
duros, y eran muchos los que ya proclamaban nuestra ruptura definitiva. Otra
vez. Después de haberlo intentado de nuevo. Cuando ya parecía que lo nuestro
sería para siempre.
Sin embargo, el sábado llegó
nuestra cita cien. Fue a última hora, tras un par de intentonas fallidas, y
cuando ya parecía que habría que esperar otro día para celebrar nuestro
centenario.
Y VOLVISTE A TUS ORÍGENES
Fue en una gran fiesta, con más
de 40.000 personas puestas en pie para celebrar ese momento, latiendo los
corazones de todos como si fueran sólo uno. El nuestro. Como si el tiempo no hubiera
pasado. Como si de verdad en ese momento estuviera pasando algo realmente
grande.
Y en ese momento culminante, cuando
otros sólo sacan abdominales para salir en la foto, tú te acordaste de tus
raíces, de tus valores más arraigados, esos que jamás olvidaste, y te fundiste
con ellos en un abrazo (con Manuel Briñas, el hombre que le descubrió para el
Atlético de Madrid con sólo diez años) para demostrar al mundo que, al fin y al
cabo, ni los años, ni la distancia, ni un mundo que cada vez se ha convertido
más en un negocio carente de sentimientos... nada, te había cambiado.
YA SÓLO QUEDA UNA FRASE...
Ya son cien citas, Fernando.
Quince años. Pero todavía recuerdo la primera como si hubiese sido ayer. Ya
sólo queda cumplir otra de esas frases tuyas que se quedaron grabadas antes de
que nos separásemos: "Lo más importante es estar donde realmente estés a
gusto y conseguir títulos donde de verdad los sientas". Vamos por ello,
Fernando. Porque a veces en la vida, la fuerza del corazón, lo puede todo.
PD: La cita cien se produjo en un Atlético de Madrid 3-1 Eibar en el que también marcaron Giménez y Saúl. Pero todo quedó eclipsado por una historia de amor en el minuto 91...
PD: La cita cien se produjo en un Atlético de Madrid 3-1 Eibar en el que también marcaron Giménez y Saúl. Pero todo quedó eclipsado por una historia de amor en el minuto 91...
1 comentarios :
De todas las historias que he leído sobre el gol 100 de Fernando Torres, me quedo con esta.
Enhorabuena
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