OCTAVOS DE CHAMPIONS- ATLÉTICO 0-0 PSV
Penaltis: 8-7- Griezmann, Gabi, Koke, Saúl, Torres; Giménez, Filipe y Juanfran.
El tifo que
adornaba este martes el lateral del Vicente Calderón resume la esencia de este
equipo del Cholo Simeone: "Atleti, nunca dejes de creer".
El "si
se cree y se trabaja, se puede" que el Cholo convirtió en bandera de la meritoria Liga
ganada en 2014 se reedita con este "nunca dejes de creer" que tiene
un claro objetivo como anhelo de fondo: ganar la Champions League.
DEBE SER
AHORA
Somos muchos
los que creemos que debe ser ahora, en esta época, con este bloque, con estos
jugadores con ese sentimiento de pertenencia (Godín, Juanfran, Gabi, Koke...) y
ese carácter ganador y, sobre todo, con este entrenador...
Desde por la
mañana me desperté con los nervios de que era día de partido grande. "Es
la primera vez esta temporada que tengo esa sensación", le confesé a mi
padre. Y es que nos hemos acostumbrado a lo bueno, y este año luchar por la
Champions es el sueño que nos produce un mayor cosquilleo.
SE DEBIÓ
ESTAR MÁS ACERTADO EN LA
PRIMERA PARTE
El Atleti
fue realmente mejor que el PSV en el primer tiempo. Salió fuerte en el primer
cuarto de hora, entrando principalmente por la derecha con un Juanfran
entonado, pero sin encontrar rematador. Hasta el mismo minuto quince, cuando un
gran pase interior del alicantino encontró a Koke, éste sirvió al punto de
penalti para Griezmann y el galo controló con la derecha y tiró con la
izquierda, pero una rápida salida de Zoet evitó el 1-0. Ahí pudo estar la eliminatoria. Si
el francés hubiera estado acertado (la ocasión era clarísima) el devenir del
partido podría haber sido otro totalmente opuesto.
LOS ERRORES
NO SE PUEDEN CAMBIAR
Pero no se
puede vivir del pasado. Ese error no se pudo cambiar y, por suerte, el equipo
creyó hasta el final, buscó la victoria mucho más que el PSV, y encontró un final
feliz.
Los
rojiblancos volvieron a apretar con fuerza en los últimos diez minutos antes
del descanso. Un cabezazo a bocajarro de Griezmann (anulado por fuera de
juego), un disparo arriba de Carrasco, y un par de jugadas embarulladas en el
área que al final sacó la zaga holandesa hicieron al Atlético merecedor del
1-0. Pero no ocurrió.
LA ANSIEDAD FUE
CRECIENDO
En el
segundo acto, con el transcurrir de los minutos la ansiedad cada vez se hacía
más patente en la grada... y empezó a contagiarse al campo. Pese a jugar en
casa, por momentos parecía que el 0-0 nos eliminaba. Entró Torres (que pudo
cambiar el partido con un zurdazo al poste) por Augusto (muy desacertado) en un
cambio valiente; pero lo deshizo el Cholo al meter a Kranevitter (correcto) por
un Carrasco que estuvo gris. Antes de eso, el poste y la mano de Oblak evitaron
que Locadia pusiera un 0-1 que definitivamente nos habría matado.
Mientras el
minuto 90 se acercaba, aumentaba el miedo y el cansancio de forma proporcional
a cómo disminuían las ideas y el desparpajo. Torres fue el más incisivo (además
del poste tuvo un intento de vaselina que se perdió por poco y siempre lo
intentó) y Griezmann volvió a toparse con Zoet en otra buena ocasión. Pero la
prórroga ya era inevitable.
EL TIEMPO DE
PROLONGACIÓN SOBRÓ
Este tiempo
de prolongación fue totalmente prescindible. El PSV se encerró totalmente y un
Atleti ya demasiado machacado apenas tuvo una oportunidad clara. Saúl se coló
de forma espectacular entre dos contrarios en la banda, pero su pase a Griezmann
lo volvió a malograr el galo, que no tuvo su noche.
El añadido
sólo prolongó el sufrimiento de ambos contendientes antes de llegar a una tanda
de penaltis que parecía escrita mucho tiempo antes.
DOCE MINUTOS
INTERMINABLES DE AGÓNICA TANDA…
Desde el
primer penalti, que anotó Van Ginkel (el único que estuvo a punto de parar un
Oblak que me decepcionó en este aspecto. Esperaba que al menos parara uno),
hasta el definitivo transformado por Juanfran, pasaron doce agónicos minutos
(de las 23:18 a las 23:30 horas) en una tanda que parecía que no se acabaría
jamás.
Cada penalti
anotado por los holandeses provocaba en mí una enorme frustración, y que echara
sapos y culebras por la
boca. Por el contrario, los goles rojiblancos sólo me
producían alivio, ante la tensión que suponía un posible fallo. Ninguna
alegría. No pude explotar de júbilo hasta el gol de Juanfran.
MIL
PENSAMIENTOS NEGATIVOS
Hasta
entonces, mil pensamientos negativos pasaron por mi cabeza. Desde el inicio pensé: "El año pasado ya eliminamos al Leverkusen por penaltis. Esta vez no va a haber tanta suerte...".
Cuando Torres encaró los once metros para lanzar el
quinto y definitivo, era irremediable no acordarse de los muchos penaltis
errados en su anterior etapa de colchonero y en los muchos madridistas que en
esos momentos aguardaban con el colmillo afilado: "Ya está, os han echado
de Champions gracias a paquetorres...".
Por suerte,
Fernando lo transformó con seguridad. Sin embargo, los pensamientos negativos
me seguían atormentando: "Giménez es demasiado joven. Mucha
presión..."; "Verás Filipe, ahora empezarán con que se podía haber
quedado en Chelsea...".
SABÍA QUE
JUANFRAN LO METERÍA
Hasta que
llegó Juanfran. Previamente Narsingh lo tiró al larguero, sí. Y no es lo mismo
la presión de tirar un penalti que si lo fallas te elimina de la Champions, a
lanzarlo sabiendo que si marcas te conviertes en el héroe de la noche. Con esta última
premisa hizo el paseíllo Juanfran Torres. Y en esta ocasión estaba convencido
de que lo metería.
Juanfran es
un hombre tranquilo. Abnegado trabajador que se ha hecho así mismo. Uno de esos
hombres que pocas veces luce, pero que se sacrifica por el beneficio del grupo.
Un extremo talentoso que ha alcanzado las mieles del éxito a raíz de renunciar
a las florituras pegado a línea de fondo para dedicarse a pelear por tapar el
lateral.
JUANFRAN,
CONVENCIDO DE VOLVER A UNA FINAL DE CHAMPIONS
Juanfran es
uno de los hombres de este equipo que tiene claro, junto a Godín, que este
grupo va a repetir final de la
Champions. Me lo dijo con firmeza cuando le entrevisté para
la biografía de Diego: “Esa final nos hizo más fuertes a todos. Estoy
convencido de que vamos a volver a una final de Champions y la vamos a ganar”.
Por ello,
cuando vi que era él el encargado de lanzar la pena máxima decisiva (la
decimosexta de la noche) tuve claro que iba para dentro. No sé ni por dónde la
metió (luego vi que lanzó pegado al palo derecho como si llevara haciéndolo
toda la vida), pero según entró le pegué a mi padre un abrazo de los que hacen
época.
EL SUEÑO
SIGUE VIVO
El Atleti
sigue vivo. El sueño sigue vivo. Y la clave para ello ha sido ésa: "Nunca
dejes de creer". Y es que, para alcanzar cualquier meta en esta vida,
siempre hay que creer. Del convencimiento propio parte el que se consiga
cualquier cosa. No se puede dejar de fumar si realmente no se cree en ello; no
se puede sostener una relación si se hace con dudas; como no se puede llegar a
Italia si no estamos convencidos de que vamos a hacerlo. Después, se podrá
lograr o no, pero sólo siendo honesto con lo que queremos se podrán alcanzar
las cotas más altas. Y este Atleti, es honesto.
1 comentarios :
¡Qué épico debió ser verlo en el estadio! Este año toca, este año sí :D
D*
Publicar un comentario