miércoles, 20 de marzo de 2013

Carta a Fernando Torres (30-06-2007)

Hoy es el cumpleaños de Fernando Torres. El Niño cada día lo es menos y cumple ya 29 años. Desde hace casi seis, defiende otros colores. Durante tres y medio, los del Liverpool; las dos últimas temporadas y media, los del Chelsea.
Por ser el día que es, he recordado y he querido rescatar la carta que le escribí pocos días antes de que se confirmara su marcha del Atlético de Madrid. Algunas de las cosas que pongo en ella se han cumplido. En esencia, aunque muchas de mis percepciones hayan cambiado, siento lo mismo. Aquí se la dejo. 

A la atención de Fernando José Torres Sanz (30-06-2007):

Querido Fernando Torres, tú no sabrás quién soy yo. Hemos coincidido en un par de ocasiones, ambas con motivo de tu visita a la Cadena Ser para ser entrevistado en 'El Larguero'. En ambas me diste tu autógrafo. En ambas nos fotografiamos juntos y guardo esas fotos con orgullo. La primera ya dedicada por ti.
Tú probablemente no me recuerdes. Probablemente no te quedaste con mi cara. Es normal. Conoces a mucha gente a lo largo de una temporada. Muchos fans, muchos periodistas, muchas fotos…
La última vez que te vi te hice un ruego: “Torres, haznos un favor y no te vayas nunca del Atleti”. Tu contestación me gusto: “No te preocupes, hombre”.
Pero estoy preocupado...
Yo no soy mitómano. Jamás he pedido un autógrafo a nadie, salvo cuando tenía 15 años y mi Atleti ganó el Doblete y teñimos las calles de Madrid de rojiblanco, paseando en carruajes. Sin embargo, contigo fue diferente. Tú eres diferente. Y tu diferencia estriba en haber hecho alarde durante los últimos siete años de un amor a los colores que hoy en día ya no existe en este mundo del fútbol. Un mundo que se pudre a pasos agigantados, sin hueco para las tradiciones, para la historia, para las leyendas que se forjaban en torno a un club y que sus jugadores conocían, compartían y fomentaban. Tú mismo lo has dicho en reiteradas ocasiones: "El fútbol cada vez es más un negocio. Cuando estás dentro de él te das cuenta".
Eres diferente porque cuando todo el mundo te ha instado a abandonar este equipo te has mantenido firme. Sabedor de cuál es tu casa. Sabedor de dónde está el sitio al que, desde pequeño, te dirigías con ilusión y con la cara pintada para animar a tu equipo.

Yo ya no soy un niño. Tengo 26 años. Pero, cada domingo que hago el camino junto a mi padre para ir al Vicente Calderón lo hago con la ilusión de verte a ti. A Fernando Torres. Al único futbolista por el que somos envidiados y conocidos mundialmente. Voy con el sueño de verte marcar el primer gol. Con las ganas de verte correr por la banda. Driblando contrarios. Con el anhelo de que nos hagas saltar de nuestras butacas de júbilo. Como tantas y tantas otras tardes. Como cuando, por fin, le marcaste aquel inalcanzable gol a Casillas. Como cuando hiciste tu primer gol en el Vicente Calderón. Con apenas 17 años. El 25 de agosto de 2001, en la primera jornada del año de la vuelta a Primera. Contra el Jaén. El 1-0.
Como cuando marcaste tu primer gol en Primera División. El 15 de septiembre de 2002, también en nuestro primer partido en casa. Contra el Sevilla. El 1-1. Todavía recuerdo nítidamente tu cabezazo. Y así hasta 75. Hasta el gol en Tarragona, de penalti curiosamente.

Otra de tus virtudes, la testarudez para lograr lo que te propones. Por muchos obstáculos que se te pongan en el camino. Por mucho que el resto te inste a lo contrario. Porque eres diferente. Tú sabes lo que es ser atlético. Pero no sabes lo que es defender a Fernado Torres. Algo que llevo haciendo con fervor desde que te convertiste en estrella. Tú sabes que España es madridista. Tú sabes que España desea tu marcha. Porque el Atleti es un equipo menor, dicen, y tú eres un gran jugador y no eres futbolista para el Atlético de Madrid.
Si te marchas, les estarás dando la razón a todos ellos. Será otra derrota. Muy dolorosa. Probablemente a la altura del 0-6 ante el Barça. Otra gota para el mar de mediocridad en el que llevamos ahogándonos en los últimos años. La demostración de que, efectivamente, Fernando Torres no era jugador para el Atlético de Madrid y sólo una desgracia del destino quiso que naciera rojiblanco.Una marcha que yo ya no podré defender. Una apuesta perdida, al contrario que el año pasado, cuando gané una cena por apostar a que te quedabas.

Si te quedas pasarás a la historia del Atlético de Madrid, probablemente, como su jugador más grande. Como tú siempre has dicho, te quedan muchos años de fútbol por delante. En apenas cinco llevas 75 goles. Rebasarás sin duda los 109 de Gárate. Y los 123 de Luis. Y los 150 de Escudero.
Y con el tiempo, con orgullo, podré decir: "Yo vi jugar a Fernando Torres. Yo vi jugar al máximo goleador de la historia del Atlético de Madrid".
Sin embargo, si te marchas, perderás aquello que te ha hecho distinto. Que te ha hecho admirable. Pasarás a formar parte del "negocio". Puede que ganes títulos, sí. Puede que incluso llegues a levantar una Champions. Pero no serán, como tú mismo dijiste, "títulos que de verdad sientas".

Fernando, haznos un favor y no te vayas nunca del Atleti.

-Enlace de la carta publicada en el blog Torres No Se Vende, con más de 60 comentarios

4 comentarios :

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Mendel dijo...

Muy emotivo Jóse.
En otro orden de cosas... Qué #### te escribe Anónimo! Ni el Google translator haría tal chapuza.

daviniaaa dijo...

Tal vez entienda mal, pero lo que yo entiendo es que aún sigues pensado que se debió ir y que fue parte de ese negocio. Yo tengo mi propio punto de vista de el porque se fue y creo que a estas alturas ya se debería de haber entendido, pero bueno cada uno siente las cosas como quiere. Para mi debía irse, fue algo bueno para el y el equipo ( para el más en aquel entonces ) creo que si no se hubiera ido ambos se hubieran atascado. Pero bueno como digo cada uno siente como quiere. Yo sigo pensando que aquel niño del Atletico sigue siendo tan grande como lo era por aquel entonces.

daviniaaa dijo...

Perdón, quería decir que no se debió ir... vamos que aún se lo reprochas.