Goles: Godín; Rafinha, Messi.
El domingo
en el Vicente Calderón se dieron varios ejemplos de mala educación o de
comportamientos que resultan inapropiados tanto dentro como fuera de un terreno
de juego.
En el ámbito
deportivo, y en el futbolístico en concreto, hay un juez designado como parte
encargada de denunciar y sancionar estas acciones inadecuadas: el árbitro. El
problema se agrava cuando el juez es el primero en cometer este tipo de actos
y, por ende, puede fomentar esas conductas inoportunas en el resto de actores.
MATEU LAHOZ FOMENTA LA MALA EDUCACIÓN
MATEU LAHOZ FOMENTA LA MALA EDUCACIÓN
En el caso
que nos ocupa el juez de la contienda tiene nombre y apellidos: Antonio Miguel
Mateu Lahoz. Considero que no me equivoco demasiado si afirmo que se trata del colegiado
en activo más conocido en estos momentos, lo que creo que tratándose de una profesión
como la arbitral (donde la mejor noticia es pasar desapercibido) no es la tarjeta
de presentación más recomendable.
Si se le
presupone algo positivo al colegiado valenciano es que es un árbitro "que
deja jugar", un juez al estilo de la liga inglesa, que no interrumpe el
juego por cualquier mínima infracción y que permite que el fútbol sea fluido,
ya que no aplica el reglamento al mínimo roce. Prueba de ello es su media de
faltas por partido esta temporada: 28.
Pues bien,
este domingo Mateu se superó con creces. En un partido en el que creo que
cualquiera coincidirá en señalar que no fue bronco señaló 42 faltas: 14 a favor
del Atlético, y 28 para el Barça...
Una vez más,
y ya son demasiadas, Mateu hizo lo necesario para erigirse en protagonista. Sus
diálogos con los futbolistas interrumpiendo el encuentro son tónica habitual, y
especialmente paradigmático fue uno (en la foto) en el que abroncó a gritos durante
varios segundos al defensa blaugrana Umtiti por haberse dejado caer en una
disputa en el área atlética. Mateu, si considera que un jugador finge, menos
charlas y más tarjetas. Esos gritos son de mala educación.
EL TEATRO DE
VARIOS FUTBOLISTAS CULÉS
Por
desgracia, actuaciones como las de Umtiti son frecuentes en el equipo culé. Es
norma ver a futbolistas como Neymar exagerando hasta la desesperación (del
rival y de la afición contraria) cada vez que recibe (o considera que recibe)
una falta.
Otros, como
Rafinha, protagonizaron acciones histriónicas más propias de las tablas de un
teatro, sobre todo cuando el marcador les acompaña.
Por no
hablar de cómo rodean al árbitro en determinadas jugadas que consideran que no
les favorecen o para reclamar tarjetas. Un ejemplo es cómo Piqué y Luis Suárez
cogieron a Mateu en túnel de vestuarios para que les explicara, otra vez, por
qué había anulado el gol de Suárez en el que se la llevó con la mano.
Todo este
tipo de comportamientos son costumbre en Can Barça y, por desgracia, son un síntoma
de mala educación.
LA
BRAVUCONERÍA DE LUIS ENRIQUE
Los
desplantes de Luis Enrique con los medios de comunicación son ya tan sonados
que se ha llegado a especular con que hasta pudieran costarle el puesto.
Aunque en el
ejemplo que voy a citar puede que no le falte razón, el técnico asturiano quiso
hacer sangre con la decisión de Simeone de que el césped estuviera algo más
lento de lo habitual. Luis Enrique aseguró que el estado del campo benefició al
Barcelona en los dos goles (El 0-1 de Rafinha llegó tras seis rebotes ¡Seis!) y
que, además, perjudicó al Atlético en una contra en la que Griezmann se
emparejó en carrera con Umtiti. Supongo que también favorecería a los
rojiblancos en alguna oportunidad.
Lo dicho, sin
entrar en que pueda tener razón, aprovechar el resultado para intentar
menoscabar las disposiciones del rival es de mala educación.
Y PIQUÉ...
Mención
aparte merece la figura de Piqué. Vaya por delante que el defensa catalán no me
genera animadversión. Que nunca me he mostrado crítico con sus declaraciones
polémicas o con sus salidas de tono en diversos aspectos.
Sin embargo
este domingo fue capaz de sacar de quicio a una de las personas más respetuosas
y pacientes que conozco: mi padre. Sus exageradísimas pérdidas de tiempo en los
minutos finales, cuando le tocó sacar de banda como lateral ya con el 1-2,
desesperaban a un santo. "Vale que pierda tiempo, pero que encima no se
mofe", protestó mi padre cuando veía a Piqué acercarse con parsimonia a
cada saque de banda, pedir sitio, levantar el balón con los pies, y tomarse
toooodo el tiempo del mundo para ponerlo en juego. Como digo, no me cae mal el
3 barcelonista, pero sin duda es un ejemplo de mala educación.
Todo este
tipo de comportamientos, sumados, hicieron que más de un aficionado colchonero
saliera del Vicente Calderón diciendo frases de esta índole: "Mira que me
caen mal los vikingos, pero últimamente le estoy cogiendo el mismo asco al
Barça"...
NO TODO
VALE...
Quiero
aclarar que con este artículo no pretendo insinuar que el Barça ganara por el
árbitro, ni por el teatro de sus futbolistas, ni por la bravuconería de su
técnico, ni por las pérdidas de tiempo de Piqué... Pero sí que en el fútbol,
como en la vida, no todo vale, que en Atletis-Barça precedentes hemos visto
provocaciones o agresiones muy censurables de algunos jugadores (como Luis
Suárez) que no han tenido castigo, que por delante de todo debe estar el
respeto al prójimo, al compañero, que las malas artes pueden funcionar en
momentos puntuales, pero que a la larga se encuentran inevitablemente y de
frente con la reprobación de todos.
El Barça
eliminó al Atlético de Madrid de la Final de Copa del Rey siendo inferior al
conjunto rojiblanco en tres cuartas partes de la eliminatoria; y este domingo
se llevó los tres puntos cuando lo más justo habría sido un empate ante un
Atlético que, como mínimo, fue tan merecedor de la victoria como los culés y
que durante muchas fases del encuentro dominó el juego.
Pero, como
siempre dice Diego Pablo Simeone, "el trabajo paga"; y este Atleti
nunca deja de creer... ni de trabajar. El tiempo pondrá a cada uno en su
sitio...
0 comentarios :
Publicar un comentario