La frase es de Gabriel García Márquez,
que nos dejó este jueves a los 87 años. Uno de los mejores
nos deja entre su enorme
legado el realismo mágico de Macondo, ese lugar inventado por Gabo
en “Cien años de soledad” (probablemente el mejor libro que haya
leído jamás) y que ya pertenece al imaginario colectivo.
escritores de la historia se ha marchado y
Realismo mágico es lo que están
consiguiendo el Cholo Simeone y sus futbolistas esta temporada en el
Atlético de Madrid.
Atrapados en la vorágine del “partido
a partido” los aficionados del Atlético de Madrid encaramos cada
cita con la “obligación” de ganar, y más aún contra un Elche
que lucha por la permanencia (15º a tres del descenso). “No se
puede fallar contra el Elche”, sentenciaba la gente cuando los
minutos corrían y corrían con el 0-0 inamovible. Pero si miramos
con un poco de perspectiva, lo que está haciendo este Atleti es
absolutamente mágico. No son los tres puntos de anoche contra el
conjunto ilicitano, al que en condiciones normales se debe ganar cada
año, sino que con esta victoria son ocho consecutivas (la mejor
racha de la temporada junto con el inicio del campeonato, hasta que
se perdió en la jornada nueve con el Espanyol) con un bagaje
inmaculado de trece goles a favor y sólo uno en contra (en San
Mamés).
El Atlético de Madrid suma 85 puntos y
si la semana que viene gana en Mestalla superará los 87 puntos de la
Liga del Doblete. Ese año tuvo cuatro jornadas más... (42).
A principio/mitad de campaña estaba
convencido de que si esta Liga era de 100 puntos (como las dos
últimas) el Atleti no estaría en disposición de ganarla. Pero los
rojiblancos aún pueden sumar 97, y si terminan ganando este título
probablemente alcanzarán al menos los 94.
NO HABÍA ENTRADAS...
La ola de optimismo que genera este
equipo hizo que anoche mi amigo Jorge (madridista, pero amante del
buen fútbol, que este año es sinónimo de Atlético de Madrid) no
pudiera presenciar in situ el encuentro conmigo, ya que no quedaba
una sola entrada ni en el primer ni en el segundo anfiteatro... (ni
fondos, ni lateral). Por la mañana vi en la web que ya se habían
agotado las más baratas, pero me confié pensando en que encontraría
sin problemas en taquillas de las de 45 euros (35 con el descuento a
abonados). Cuando llegué al estadio, no había localidades por menos
de 65 euros... para un Atlético de Madrid-Elche.
Así que le tocó verlo en un bar
esperando la posterior celebración, mientras que yo me dispuse a
encarar con mi padre 90 minutos de sufrimiento... especialmente los
71 primeros...
CONFIABA EN UNA VICTORIA FÁCIL
No pensaba ni por asomo que al Atleti
le fuera a costar tantísimo esta victoria. Los rojiblancos encaraban
el partido con una larga semana de descanso por tercera vez en todo
lo que va de 2014. Esta circunstancia sólo se había repetido antes
en el 2-2 con el Madrid (una semana después del 3-0 en Pamplona); y
el 0-2 al Betis (el día que recuperamos el liderato) tras el 1-0 al
Espanyol siete días antes.
Con lo cual, confiaba en que el Atleti
pudiera dejar atrás los apretados resultados precedentes y,
“frescos”, conseguir un triunfo holgado. Y así creía el
Calderón que ocurriría cuando en los diez primeros minutos Diego
Costa estrellaba un zurdazo en el lateral de la red; obligaba a Manu
Herrera a salir valiente a sus pies; y no encontraba rematador en un
pase de la muerte, tras un recorte, después de una preciosa
triangulación colchonera con pared entre Koke y Tiago y un exquisito
taconazo de Filipe Luis para habilitar a su compatriota.
UN ELCHE VALIENTE
Sin embargo, esas primeras tentativas
dejaron paso a un Elche (que salió muy valiente al Calderón,
presionando arriba y buscando el gol) que acumuló tres clarísimas
ocasiones.
A los 25, Courtois sacó a corner un
zurdazo lejano de Javi Márquez; en el saque de esquina, el meta
belga repelió en dos tiempos un cabezazo picado de Sapunaru; y cinco
minutos más tarde, Carles Gil remató alta una ocasión franca.
El Atleti sólo fue capaz de responder
con un centro de Juanfran que cabeceó mal Diego Costa y que no
acertó a remachar Villa en boca de gol. Era el minuto 42. Y llegó
el descanso. Y la desazón.
Un día más, el estómago, cerrado, me
impidió comerme todo el bocata en el intermedio...
EL RITUAL DEL PENALTI...
Un intermedio que dejó en el vestuario
a Adrián, sustituto de Arda (ojalá llegue con el Chelsea), al que
ya se le pasó el subidón del día del Barça.
El que por fortuna no se baja de la
cresta de la ola es Raúl García. Su estado de confianza también se
prolonga en una picaresca que le permitió meter el decisivo gol ante
el Villarreal saltándose la ley, y también es capaz de forzar
penaltis o faltas como el de anoche. Sólo iban cuatro minutos de la
reanudación cuando se anticipó a Sapunaru en un centro pasado y
ante un leve empujón se dejó caer en el área.
El penalti fue en mi fondo, y abrí
bien los ojos para asistir al ritual de quién lo tiraría, ante el
debate de si debe hacerlo Villa o Diego Costa, que lo reabrió la
pasada jornada al fallar su cuarto penalti de ocho.
Según señaló el punto fatídico Clos
Gómez, Villa se fue decidido a por el balón. Sin embargo, Gabi fue
más rápido, y se dio una carrera (este chico no descansa ni en los
penaltis) para coger la bola y dársela a Diego Costa. “Tómalo, es
tuyo”, debió decirle. Sin embargo, los fallos de Costa alimentan
el hambre de Villa, que se acercó al hispano-brasileño y le pidió
lanzarlo. No puso muchos reparos un Diego Costa que debió pensar que
así se ahorraba el “marrón” de arriesgarse a fallar otro
penalti, y éste tan decisivo. Así que lo tiró Villa... y lo falló
Villa.
Desde que se originó este debate (Villa ya marcó un penalti en Granada después de que Diego Costa hubiera fallado el primero ante el Celta) siempre he sido partidario de que los tire el Guaje. Pero lo tiró muy centrado y se lo sacó Manu Herrera, ante mi desesperación. Haber metido esta temporada cinco penaltis de diez (sin contar el que después sí metería Costa) es para preocuparse...
Desde que se originó este debate (Villa ya marcó un penalti en Granada después de que Diego Costa hubiera fallado el primero ante el Celta) siempre he sido partidario de que los tire el Guaje. Pero lo tiró muy centrado y se lo sacó Manu Herrera, ante mi desesperación. Haber metido esta temporada cinco penaltis de diez (sin contar el que después sí metería Costa) es para preocuparse...
El asturiano intentó resarcirse cinco
minutos después con un remate en plancha que acabó en gol, pero el
árbitro lo anuló por fuera de juego. Cinco minutos más tarde
estaba fuera del campo. Diego y Sosa entraron por él y Koke en unos
cambios muy tempraneros.
MIRANDA NOS HIZO RESPIRAR
El reloj avanzaba a ritmo de vértigo y
lo único que se movían eran las tarjetas por varias patadas a Diego
Costa. Hasta que en el minuto 71, 50.000 corazones rojiblancos
latieron aliviados cuando Miranda conectó un perfecto cabezazo
cruzado en el segundo palo a corner de Sosa (1-0). El chio desde
luego sabe cuándo meter los goles (además del gol de la Final de
Copa, este año marcó el primer gol del Atleti en Champions).
Así que de ahí al final, pese a que
el Elche volvió a hacerse con la manija del juego durante algunos
minutos, las ocasiones más claras fueron dos cabalgadas de Diego
Costa, que aún extenuado fue capaz de obligar a Manu Herrera a
sacarle un mano a mano y a Sapunaru a provocarle un penalti.
“Como también falle éste verás”,
me dijo mi padre. Pero yo sabía que no lo fallaba. Y posiblemente
tiró su mejor penalti del año para engañar al meta ilicitano y
poner el 2-0.
RESERVEN SUS LÁGRIMAS
Y el Calderón cantó, y bailó, y mi
padre me dijo lo bonito que era salir de esa forma cada día del
estadio, “después de tantos años saliendo con caras largas”.
En el bar, le dejé a un amigo mi abono
para que pueda conseguir una entrada para ir a Stamford Bridge. “El
partido contra el Barça fue para mí el mejor día de mi vida como
rojiblanco, estuve a punto de llorar. ¿Tú no?”, me decía. Y la
verdad es que no. Ya que la última vez que lloré por el Atleti fue
cuando por fin, catorce años después, volvimos a levantar un título
en aquella noche de UEFA en Hamburgo. Algo me dice que este año
habrá que contener las lágrimas.
“Nadie merece tus lágrimas, y quien
las merezca no te hará llorar”. Pero sí están justificadas si
son de alegría, Gabo.
2 comentarios :
Gran crónica y gran homenaje al gran Gabo. Ojalá tu amigo tenga la oportunidad de llorar de alegría en Stamford Bridge porque signifique que hemos llegado a la segunda final de Copa de Europa de nuestra historia.
Un saludo rojiblanco!
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