Durante casi 20 años el Atlético estuvo sin ganar ni una Liga y, para olvidar, nos fuimos de Copas, que tampoco está mal. Fueron tres títulos coperos, en 1985, 1991 y 1992, pero, sin duda, el más disfrutado por todos fue este último. Venciendo 0-2 al Real Madrid en su propio estadio con goles de Futre y de Schuster, grandioso pasado reciente atlético.
En 1985 se ganó la Copa por 1-2 frente al Athletic de Bilbao, con dos goles de Hugo Sánchez.
Dos años más tarde, en 1987, Jesús Gil llegó al palco del Calderón, trayendo de su mano a un jovencísimo Paulo Futre, recién proclamado campeón de Europa con el Oporto. El primer alegrón para el presidente llegó en el 91 con la victoria en Copa 1-0 ante el Mallorca con gol de Alfredo Santaelena, pero al año siguiente lo iban a superar. Derbi madrileño en el Santiago Bernabeu. Los dos equipos habían tenido que hincar la rodilla en Liga ante la supremacia del Barça de Cruyff, acabaron segundo y tercero, y se jugaban en la Copa el fracaso o el triunfo de toda una temporada. Ese día todo fue rojiblanco. Schuster abrió el camino con un golazo de falta a los seis minutos y poco después sería Futre el que, tras una de sus galopadas por la izquierda, pusiera la pelota en la escuadra derecha de Buyo. Por si fuera poco, ya en la segunda parte, Abel evitó el clásico sufrimiento rojiblanco deteniéndole un penalti a Míchel. Neptuno esa noche fue feliz.
Dos años más tarde, en 1987, Jesús Gil llegó al palco del Calderón, trayendo de su mano a un jovencísimo Paulo Futre, recién proclamado campeón de Europa con el Oporto. El primer alegrón para el presidente llegó en el 91 con la victoria en Copa 1-0 ante el Mallorca con gol de Alfredo Santaelena, pero al año siguiente lo iban a superar. Derbi madrileño en el Santiago Bernabeu. Los dos equipos habían tenido que hincar la rodilla en Liga ante la supremacia del Barça de Cruyff, acabaron segundo y tercero, y se jugaban en la Copa el fracaso o el triunfo de toda una temporada. Ese día todo fue rojiblanco. Schuster abrió el camino con un golazo de falta a los seis minutos y poco después sería Futre el que, tras una de sus galopadas por la izquierda, pusiera la pelota en la escuadra derecha de Buyo. Por si fuera poco, ya en la segunda parte, Abel evitó el clásico sufrimiento rojiblanco deteniéndole un penalti a Míchel. Neptuno esa noche fue feliz.
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