ATLÉTICO 1-3 REAL MADRID
Goles: Griezmann; Casemiro, Ramos (P), Bale.
El sábado a eso de las seis de la tarde, cuando salí
del Metropolitano, mi cuerpo era un hervidero de sentimientos. Estaba cabreado,
mucho. Habíamos vuelto a perder un derbi, con todo lo que ello conlleva. Un
tipo en el bar me dijo después del partido que lo que más le jodía de todo era
que el Madrid nos había pasado en la tabla. A mí, señores, sinceramente qué
quieren que les diga: estar un punto por debajo del Real Madrid en la jornada
23 no es lo que más me preocupa. Me duele mucho más haber vuelto a perder un
derbi, el primero en el nuevo Metropolitano, y el poder quedarnos a nueve puntos
del líder. O lo que es lo mismo, con la Liga perdida a primeros de febrero y la
Champions, con la Juventus de por medio, como única tabla de salvación.
NO
SE RECUPERÓ EL ESPÍRITU DEL VIEJO METROPOLITANO
Perder
contra el Madrid por primera vez en el nuevo Metropolitano no es moco de pavo
(el año pasado en el primer derbi se acabó 0-0), ya que con el estreno del
nuevo estadio tenía la esperanza de volver a recuperar el espíritu del viejo
Metropolitano. Y los resultados. Allí, las estadísticas contra el eterno rival (ATM 15; X 5; RM 11);
nos fueron mucho más favorables que en el Vicente Calderón (ATM 9; X 17; RM 23).
El
lema que lucía el imponente tifo antes de que se iniciase el encuentro,
"Madrid castiza y rojiblanca", rodeado de 68.000 banderolas rojas y
blancas, invitaba a rescatar ese viejo orgullo por el que fue fundado este club
allá por 1903, con el objetivo de demostrar que, desde la capital de España, se
podía ganar con otros argumentos hasta al más acaudalado y privilegiado.
LA
RIVALIDAD EN LOS DERBIS FUE INVOLUCIONANDO
Durante
muchos años fue así. Pero la rivalidad de los derbis fue involucionando, a
partir de los años noventa y especialmente en la primera década del siglo XXI,
cuando el Atlético de Madrid llegó a acumular más de trece años sin ganar al
Real Madrid. Desde el 30 de octubre de 1999, al 17 de mayo de 2013, en aquella
mítica Final de Copa del Rey en el Santiago Bernabéu.
En
esos interminables años, en esa agónica travesía por el desierto que parecía no
tener fin, el Atlético de Madrid padecía especialmente esa cruel racha en el
Vicente Calderón, donde sumó dos empates y once derrotas (una en Copa)... Entre
tanto, en el Bernabéu obtuvo unos números más dignos (más teniendo en cuenta
que era fuera de casa) con cuatro empates y ocho derrotas (una en Copa). Y fue
allí, en Chamartín, donde se había cosechado la última victoria y donde se
consiguió poner fin a este trágico periplo.
EL
CALDERÓN SE CONVERTÍA EN UN MANICOMIO DE COMPLEJOS
En
esa época, el estadio del Manzanares se convertía en un auténtico manicomio en
el que los aficionados acudíamos cargados de enormes dosis de ansiedad, miedo,
nerviosismo y un preocupante complejo de inferioridad. No era para menos. Les
sumo los anteriores datos por si se han perdido la cuenta: 1999-2013: 25
derbis: 0 victorias; 6 empates; 19 derrotas.
También
se acudía con la ilusión y la esperanza de cambiar las cosas, por supuesto,
pero como ya he contado en alguna ocasión, mi padre y yo en muchos de esos
derbis brindábamos antes de entrar al Calderón porque al menos se llegase al
minuto diez con el 0-0. Y es que, en la 2007-2008, Raúl marcó a los 32 segundos;
en la 2008-09, Van Nistelrooy a los 34
segundos; y en la 2009-10, Kaká a los cuatro minutos. Y así, la ilusión se
esfumaba muy pronto y mutaba en los sentimientos antes enumerados.
EN
2011 ME FUI CUARTO DE HORA ANTES PORQUE DÁBAMOS PENA
Esta
situación llevó al límite de que, en el derbi de la temporada 2010-2011, me
marchara del campo a cuarto de hora de acabar el partido (algo que jamás hago)
con 0-2 en el marcador (el resultado era lo de menos) porque el público llevaba
minutos dedicado a cantar al unísono canciones como ¡Eres un mono, Marcelo eres un mono!”, “¡Cristiano/Mourinho
muérete!”, o “¡Qué hijo puta es, ese portugués!”, lejos de dirigir sus iras a
su propio equipo o a los responsables de que el Atlético de Madrid fuera camino
de doce años sin derrotar a su máximo rival. Aquella noche, titulé mi crónica
del derbi con un "Damos pena".
HABÍA
QUE RECUPERAR EL ORGULLO, LA MEMORIA, LA DIGNIDAD
Y
es que, en esos años, muchos de los aficionados atléticos (algunos de los
cuales prácticamente nunca habían visto a su equipo ganar un derbi) veían la
visita del Real Madrid como la oportunidad de gritar en sus oídos todo tipo de
barbaridades a aquellos que año tras año nos humillaban y nos ridiculizaban.
Esa situación me provocaba auténtico dolor y lástima, y por ello, en la previa
del siguiente derbi, escribí una "Carta a la afición atlética: orgullo, memoria y dignidad".
ESTE
AÑO, LA AFICIÓN NO SE DEDICÓ A INSULTAR AL RIVAL
Este
sábado, el Atlético de Madrid volvió a perder un derbi, el primero en el nuevo
Metropolitano. Fue un encuentro lleno de polémica, con dos goles anulados al
Atleti (uno lo concedió el VAR, el otro lo negó), con un penalti fuera del área
(que, pese a ello, lo ratificó el VAR) y con otra posible pena máxima que sí fue
dentro, pero no se pitó.
A
falta de cuarto de hora para acabar, Bale marcó el 1-3 que sentenciaba el
partido, aderezado de un corte de mangas hacia el respetable de la grada
lateral. Sin embargo, en esos últimos 15 minutos no escuché un recital de
insultos contra el galés, ni contra Marcelo (que estaba en el banquillo), ni
contra Ramos (que sucede en el trono de los más odiados a Cristiano). La
afición aceptó la derrota con dignidad.
Y,
aunque hayamos dejado de ser un equipo hijo puta (como dice mi amigo Peris),
esa dignidad, ese orgullo, esa memoria, nos la ha devuelto Diego Pablo Simeone,
que ha vuelto a convertir al Atlético de Madrid en un equipo competitivo, lo
que se refleja en los resultados en los derbis.
LA
RIVALIDAD HA VUELTO; Y EL ORGULLO ROJIBLANCO, TAMBIÉN
¿Saben
con qué números llegaba el Cholo al derbi del sábado? 28 derbis: 9 victorias;
10 empates; 9 derrotas. ¿Recuerdan el bagaje de los 25 derbis disputados entre
1999 y 2013? 0 victorias; 6 empates; 19 derrotas.
Pero
lo más importante que hemos recuperado no son los números, ni los triunfos, ni
los títulos. Lo más importante es poder mirar cara a cara a tu rival cuando
llegan este tipo de duelos; y no por debajo del hombro. Y que, si se pierde, se
puede salir con la cabeza alta; y no agachado entre sollozos.
Por
eso, no me fui tan dolido tras perder este derbi. Porque algo ha cambiado, y se
nota en el ambiente. El próximo, ya tocará ganarlo.
0 comentarios :
Publicar un comentario