Comienza una nueva era

El próximo 28 de septiembre se cumplirán dos meses desde que Sergio Agüero fichara por el Manchester City. No han pasado ni tres semanas desde que Diego Forlán firmase por el Inter de Milán.
Sin embargo, el mismo día de su presentación en Manchester, a gran parte del Calderón no le dolieron prendas en gritar el “Agüero muérete”.
Anoche, el brasileño Diego Ribas salió del campo coreado al grito de “Diego, Diego” por casi 35.000 espectadores.
Yo no lo coreé. Como tampoco entiendo a aquellos, ya talluditos, que ya lucen su nueva camiseta rojiblanca con el 9 de Falcao a la espalda.

UN AMOR IRRACIONAL
Lo comentaba el otro día con mi padre. El amor a unos colores, a un equipo, es algo totalmente irracional. Algo que en ocasiones se inculca de forma generacional (no fue mi caso), por las leyendas que se traspasan de abuelos a hijos. En muchos casos es circunstancial. Una ciudad, un estadio, un partido, un título... o simplemente algo anecdótico puede llevarte a hacerte de un club de fútbol (en mi caso, me hacía gracia cómo Cruz y Raya imitaban a Jesús Gil y me interesé por un equipo que encima ganaba Copas...).
Sea cual sea el origen, para el buen aficionado, el de verdad, desemboca en una pasión insondable que te lleva a no comer cuando las cosas van mal y a sentirte embargado por una euforia inexplicable si los resultados acompañan.

NO SE PUEDE SER "DE LOS JUGADORES"
Sin embargo, con el paso de los años uno se da cuenta que no puede ser “de los jugadores”. El amor es a la camiseta, en nuestro caso, ni siquiera a una filosofía como pueda tener arraigada el Barcelona o el Athletic de Bilbao. Te desengañas, cuando ves marchar a futbolistas como Futre, Caminero, Fernando Torres o el Kun Agüero. Pero la experiencia te demuestra que acabas siendo igual de feliz si son ellos o Radamel Falcao los que meten los goles. Lo importante es que la enchufe el de rojiblanco.
Eso no quita para que piense que hace falta algo más que un partido para que un futbolista salga de un estadio coreado. Y más un estadio que ha visto a jugadores como los citados, o a Schuster, Kiko, Gárate, Adelardo, Luis Aragonés...
En cualquier caso, para muchos la irracionalidad traspasa todo tipo de fronteras, y no tardaremos en el Manzanares en escuchar el “colombiano, colombiano”, que al fin y al cabo no es cuestión de romperse mucho la cabeza. ¿Se juegan algo?

MOTIVOS PARA ESTAR CONTENTO
Echa esta pequeña semblanza nostálgica, hay motivos para estar contento.
El Atlético de Madrid ofreció anoche en el Calderón una buena imagen y consiguió sus primeros tres puntos en la UEFA Europa League. Sin embargo, uno no puede quitarse el regusto amargo de pensar que al que quieren erigir como nuevo ídolo puede que en diez meses ya no sea atlético, porque prefirieron no pasar de una cesión sin tan siquiera opción de compra. O que el nuevo gigante que se está gestando bajo palos nos va a durar menos que su predecesor.

FALCAO PUSO EL PRIMERO
Pero he dicho que hay argumentos para el optimismo, y voy a enumerárselos.
El Atlético fue capaz de adelantarse a los dos minutos de juego tras un tremendo testarazo de Falcao (1-0). “Empezamos a rentabilizar los 40 millones”, le dije a mi padre. Otros 24 como ése tendrá que meter al menos para que su fichaje no haya salido caro.
El colombiano me recuerda a Vieri en algunos aspectos. Físicamente no tienen nada que ver, lo sé, pero ambos enchufan a gol todo lo que se encuentran, aunque son algo torpes a la hora de controlar ciertos balones fáciles, o simplemente devolver una pared de apoyo al mediocentro en la zona ancha.
Era habitual ver a Vieri viniendo a recepcionar un pase en corto de Juninho o de Vizcaino, y comprobar cómo su devolución acababa en los pies de Santi Denia... pero metió 30 goles, y eso es lo que cuenta.
Anoche, al colombiano se le vieron en un par de ocasiones esas dejadas defectuosas. Por contra, sí tiene detalles como una bicicleta que dejó en el primer tiempo, o un par de taconazos en el segundo acto.

¿DIEGO ES EL TODOCAMPISTA?
En el saque de esquina el tanto se lo dio Diego. Hacía tiempo que no se veía en el Calderón un centrocampista con tanta hambre, que viene a pedir cada balón, y se ofrece incansable en cada jugada.
El brasileño da otra velocidad al habitual juego plano del mediocampo colchonero, y como colofón rubricó su gran partido con un gran gol.
Fue la mejor jugada del partido y en ella participaron, para mí, los mejores jugadores del choque.
Arda Turan toca para Diego, que se la devuelve con la espuela. El turco abre a Antonio López, que levanta la pelota junto a la banda para dejar todo el flanco izquierdo despejado a Turan. El mediapunta penetra hasta línea de fono y allí la pone atrás, donde Diego coloca la pelota en el palo largo, fuera del alcance del interminable portero de dos metros Forster (2-0).

ME EQUIVOQUÉ CON ARDA TURAN
He de reconocer que voy a tener que entonar el mea culpa con Arda Turan. Tenía muchas dudas sobre el nivel que podría ofrecer en la Liga española y, aunque todavía es pronto, creo que tiene repertorio más que suficiente para encandilar al Calderón.
Recorta, la pisa, la mueve con criterio, desborda y tiene gol. De no ser por el portero escocés, anoche habría hecho un doblete.
Primero sacó un mano a mano al turco cuando los rojiblancos se habían liberado, con el 2-0, y después metió la manopla para rechazar al larguero un balón que enfilaba la escuadra.
El tridente Arda-Falcao-Diego puede dar muchas alegrías, a las que debe unirse Reyes, que anoche partió desde el banquillo.

En la medular, yo apostaría por Tiago antes que por Mario, y fue agradable ver a Koke disfrutar de minutos. Y atrás, espero que la revolución de Manzano no sea habitual. Aunque en mi ciega defensa a Antonio López diré que me gustó mucho más que Filipe, y subió la banda sin descanso.

¿CAMINO DE BUCAREST?
Lo apuntaba ayer: las dos veces que el Atlético se había medido al Celtic en Europa el resultado fue llegar a la final. Sería bonito repetirlo y visitar Bucarest. Al menos, se ha comenzado con buen pie, eso sí, ante un rival muy mediocre en el que ni su estrella, Ki Sung-Yong, apareció en ningún momento.El tiempo lo dirá.