lunes, 4 de febrero de 2013

Hostias a Diego Costa

Un partido más, Diego da Silva Costa fue el auténtico protagonista del Atlético de Madrid. El brasileño, acostumbrado y cómodo en la pelea, ha recibido “hostias” en las últimas semanas en todos sus sentidos.
Volviendo a echar mano de la RAE, podemos afirmar que el bueno de Costa ha recibido la “hostia” en su primera acepción: “Hoja redonda y delgada de pan ácimo, que se consagra en la misa y con la que se comulga”.
Diego Costa está bendecido. El cuerpo de Cristo habita en él, y a fe que lo está demostrando en los últimos encuentros.
Pero el brasileño es un jugador terrenal, y está más acostumbrado al tercer significado de la palabra: “Golpe, trastazo, bofetada”.
Ya lo hizo patente él mismo con sus palabras hace unos días cuando manifestó en rueda de prensa que le gustaba que los defensas rivales le dieran “caña”, ya que de esta forma “entro antes en los partidos”.

EL ESPÍRITU DEL CALDERÓN... Y DIEGO COSTA
Todos los focos apuntaban a él cuando saltó al campo. Minuto 56. El choque estaba atascado y el inamovible 0-0 amenazaba con quedarse, convirtiéndose en el primer tropiezo en el Manzanares en toda la temporada. En su primera carrera el brasileño demuestra sus intenciones, con un sprint poseido presionando por un balón.
Entonces, la afición del Vicente Calderón, acostumbrada este año a celebrar alegría tras alegría sin mucho sufrimiento, se hace consciente de que su aliento esta vez es necesario para ayudar al equipo a sacar un nuevo triunfo. El vigésimo consecutivo como local.
El cántico comienza tímido, pero se convierte en un rugir al que se suma todo el estadio. “¡Aleeeé, Forza Atleti alé! ¡Aleeeeé, forza Atleti alé!”.
Y el empuje se hace corner tras un disparo lejano de Falcao (el único intento en una tarde gris. Todavía no está); y en el saque de esquina, el rumor del público se materializa en la cabeza divinizada de Diego Costa, cuál si no, para empujar el balón a la red y embolsar la victoria (1-0).
El corner botado por Koke, muy cerrado, no llegó a ser rematado por poco ni por Godín, ni por Miranda, tampoco por ningún zaguero bético. Y Adrián, sorprendido, vio la pelota pasar “a toda hostia” hasta llegar a la cabeza de Costa. Ese balón tenía destinatario desde el inicio. Y sólo llevaba cinco minutos sobre el campo...
"¡Este tío va a acabar convertido en héroe!", exclamó mi padre.

POCO, ANTES DEL GOL
Antes del gol, pasaron pocas cosas. En el primer minuto, Arda se plantó solo ante Adrián, pero el turco sigue empeñado en meter un gol de vaselina (nunca lo ha hecho de rojiblanco) y su picadita la despejó el meta a corner.
En el ocho, de nuevo Arda se saca un derechazo abajo que encuentra una buena manopla del portero bético. Y tras el saque de esquina, Gabi empala a las maravillas el rechace, pero Adrián vuelve a lucirse y la saca a corner. Parecía que el habitual arranque de furia colchonero adelantaría a los de Simeone. Pero no fue así.
Sólo el propio Arda disparó mordido tras una buena dejada de Koke, y Rubén Castro tuvo la suya (prácticamente la única en la trilogía Atleti-Betis del último mes), pero se durmió y se la rebañó Juanfran.

EFECTO SELECCIÓN
Fue de lo mejor que hizo el alicantino en un partido mediocre. Es curioso el efecto eufórico/depresivo que puede tener en un futbolista la llamada o no de la selección española.
Al lateral, se le vio fallón y desconfiado en muchas de sus intervenciones. Por el contrario, Mario Suárez, llamado por sorpresa por Vicente del Bosque tras la baja de Xabi Alonso, dio un auténtico recital en el primer acto.
Cortó, la sacó jugada, cambios de juego, e incluso alguna filigrana para burlar al mediocampo bético a la hora de salir de la presión. Simeone quiso sumarse a las celebraciones y, tras cinco partidos de Liga con el canterano calentando banquillo, le devolvió al once en detrimento de Tiago.

MUCHO, DESPUÉS DEL GOL
Después del gol, pasó de casi todo. Aunque en su mayoría extradeportivo.
Un ex rojiblanco como Rubén Pérez sacó un misil desde la frontal que a punto estuvo de reventar las mallas de Courtois.
La jugada debió alterar al bueno de Diego Costa quien, lejos de calmarse con su gol, sacó su “mala hostia” y dejó los tacos en la pierna del 8 verdiblanco en una acción que pudo ser roja, pero acabó en amarilla.
Si el ambiente ya estaba calentito con el brasileño, esto sólo lo agravó. El propio Rubén Pérez se cobró la justicia por su mano con un entradón al Cebolla Rodríguez (recién entrado) lo que degeneró en una monumental tangana en medio campo con porteros y linieres incluidos para presenciar en primer plano el espectáculo.

REPUGNANTE ANTONIO AMAYA
Curiosamente, el que más empujones repartió en la trapisonda, Antonio Amaya, se marchó sin tarjeta...
Las artes de Diego Costa pueden ser censurables, pero el defensa del Betis se erigió como un auténtico cerdo. Entró al límite al brasileño cada vez que tuvo ocasión. En la banda, en el área, sin perjuicio incluso de jugarse el penalti, o empujándole hasta cuando le balón no estaba en juego.
Pero como las cámaras captaron, no tuvo escrúpulos en lanzar un escupujitazo en plena cara al delantero rojiblanco.
Posteriormente ha asegurado arrepentirse. Pero un futbolista que ya en la previa declaró que si le dejaban “mataba” a Diego Costa, dudo mucho que se arrepienta de nada. En casos cómo éste, el comité haría bien en entrar de oficio para limpiar de jugadas tan asquerosas nuestro deporte.
Los minutos fueron pasando y lo único reseñable fue un nuevo entradón, esta vez de Perquis, sobre Diego Costa.

DIEGO COSTA ES...
De esta forma, el cronometro transcurría a favor de los de Simeone, que aguantaban sin agobios el exceso de adrenalina bética. Y el partido murió en las botas del hombre que cambió su destino, Diego Costa. Quien tras protegerla en la esquina, lanzó un pelotazo con rabia al cielo de Madrid para celebrar los tres silbidos en forma de puntos de Undiano Mallenco. Y es que, como refleja la última acepción de la RAE: ¡Diego Costa es “la hostia”!

1 comentarios :

amin dijo...

Un post de la hostia ;)