Volviendo a echar mano de la RAE,
podemos afirmar que el bueno de Costa ha recibido la “hostia” en
su primera acepción: “Hoja redonda y delgada de pan ácimo, que se
consagra en la misa y con la que se comulga”.
Diego Costa está bendecido. El cuerpo
de Cristo habita en él, y a fe que lo está demostrando en los
últimos encuentros.
Pero el brasileño es un jugador
terrenal, y está más acostumbrado al tercer significado de la
palabra: “Golpe, trastazo, bofetada”.
Ya lo hizo patente él mismo con sus
palabras hace unos días cuando manifestó en rueda de prensa que le
gustaba que los defensas rivales le dieran “caña”, ya que de
esta forma “entro antes en los partidos”.
EL ESPÍRITU DEL CALDERÓN... Y DIEGO
COSTA
Todos los focos apuntaban a él cuando
saltó al campo. Minuto 56. El choque estaba atascado y el inamovible
0-0 amenazaba con quedarse, convirtiéndose en el primer tropiezo en
el Manzanares en toda la temporada. En su primera carrera el
brasileño demuestra sus intenciones, con un sprint poseido
presionando por un balón.
Entonces, la afición del Vicente
Calderón, acostumbrada este año a celebrar alegría tras alegría
sin mucho sufrimiento, se hace consciente de que su aliento esta vez
es necesario para ayudar al equipo a sacar un nuevo triunfo. El
vigésimo consecutivo como local.
El cántico comienza tímido, pero se
convierte en un rugir al que se suma todo el estadio. “¡Aleeeé,
Forza Atleti alé! ¡Aleeeeé, forza Atleti alé!”.
Y el empuje se hace corner tras un
disparo lejano de Falcao (el único intento en una tarde gris.
Todavía no está); y en el saque de esquina, el rumor del público
se materializa en la cabeza divinizada de Diego Costa, cuál si no,
para empujar el balón a la red y embolsar la victoria (1-0).
El corner botado por Koke, muy cerrado,
no llegó a ser rematado por poco ni por Godín, ni por Miranda,
tampoco por ningún zaguero bético. Y Adrián, sorprendido, vio la
pelota pasar “a toda hostia” hasta llegar a la cabeza de Costa.
Ese balón tenía destinatario desde el inicio. Y sólo llevaba cinco minutos sobre el campo...
"¡Este tío va a acabar convertido en héroe!", exclamó mi padre.
POCO, ANTES DEL GOL
Antes del gol, pasaron pocas cosas. En
el primer minuto, Arda se plantó solo ante Adrián, pero el turco
sigue empeñado en meter un gol de vaselina (nunca lo ha hecho de
rojiblanco) y su picadita la despejó el meta a corner.
En el ocho, de nuevo Arda se saca un
derechazo abajo que encuentra una buena manopla del portero bético.
Y tras el saque de esquina, Gabi empala a las maravillas el rechace,
pero Adrián vuelve a lucirse y la saca a corner. Parecía que el
habitual arranque de furia colchonero adelantaría a los de Simeone.
Pero no fue así.
Sólo el propio Arda disparó mordido
tras una buena dejada de Koke, y Rubén Castro tuvo la suya
(prácticamente la única en la trilogía Atleti-Betis del último
mes), pero se durmió y se la rebañó Juanfran.
EFECTO SELECCIÓN
Fue de lo mejor que hizo el alicantino
en un partido mediocre. Es curioso el efecto eufórico/depresivo que
puede tener en un futbolista la llamada o no de la selección
española.
Al lateral, se le vio fallón y
desconfiado en muchas de sus intervenciones. Por el contrario, Mario
Suárez, llamado por sorpresa por Vicente del Bosque tras la baja de
Xabi Alonso, dio un auténtico recital en el primer acto.
Cortó, la sacó jugada, cambios de
juego, e incluso alguna filigrana para burlar al mediocampo bético a
la hora de salir de la presión. Simeone quiso sumarse a las
celebraciones y, tras cinco partidos de Liga con el canterano
calentando banquillo, le devolvió al once en detrimento de Tiago.
MUCHO, DESPUÉS DEL GOL
Después del gol, pasó de casi todo.
Aunque en su mayoría extradeportivo.
Un ex rojiblanco como Rubén Pérez
sacó un misil desde la frontal que a punto estuvo de reventar las
mallas de Courtois.
La jugada debió alterar al bueno de
Diego Costa quien, lejos de calmarse con su gol, sacó su “mala
hostia” y dejó los tacos en la pierna del 8 verdiblanco en una
acción que pudo ser roja, pero acabó en amarilla.
Si el ambiente ya estaba calentito con
el brasileño, esto sólo lo agravó. El propio Rubén Pérez se
cobró la justicia por su mano con un entradón al Cebolla Rodríguez
(recién entrado) lo que degeneró en una monumental tangana en medio
campo con porteros y linieres incluidos para presenciar en primer
plano el espectáculo.
REPUGNANTE ANTONIO AMAYA
Curiosamente, el que más empujones
repartió en la trapisonda, Antonio Amaya, se marchó sin tarjeta...
Las artes de Diego Costa pueden ser
censurables, pero el defensa del Betis se erigió como un auténtico
cerdo. Entró al límite al brasileño cada vez que tuvo ocasión. En
la banda, en el área, sin perjuicio incluso de jugarse el penalti, o
empujándole hasta cuando le balón no estaba en juego.
Pero como las cámaras captaron, no
tuvo escrúpulos en lanzar un escupujitazo en plena cara al delantero
rojiblanco.
Posteriormente ha asegurado
arrepentirse. Pero un futbolista que ya en la previa declaró que si
le dejaban “mataba” a Diego Costa, dudo mucho que se arrepienta
de nada. En casos cómo éste, el comité haría bien en entrar de
oficio para limpiar de jugadas tan asquerosas nuestro deporte.
Los minutos fueron pasando y lo único
reseñable fue un nuevo entradón, esta vez de Perquis, sobre Diego
Costa.
DIEGO COSTA ES...
De esta forma, el cronometro
transcurría a favor de los de Simeone, que aguantaban sin agobios el
exceso de adrenalina bética. Y el partido murió en las botas del
hombre que cambió su destino, Diego Costa. Quien tras protegerla en
la esquina, lanzó un pelotazo con rabia al cielo de Madrid para
celebrar los tres silbidos en forma de puntos de Undiano Mallenco. Y
es que, como refleja la última acepción de la RAE: ¡Diego Costa es
“la hostia”!
1 comentarios :
Un post de la hostia ;)
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