Me he permitido la licencia de usar las
mayúsculas para adornar ambos vocablos, porque los calificativos que
se merece este Atlético de Madrid son ya infinitos, pero si es algo
sobre todas las cosas es un Equipo Valiente. Con mayúsculas.
Dice la RAE que Equipo es “un grupo
de personas organizado para un servicio determinado”, que en el
caso concreto del deporte es “disputar el triunfo”.
No dice nada en su definición de la
solidaridad, el compañerismo, la entrega, el sacrificio, el corazón
o el orgullo que puede derrochar un buen equipo, en especial el
nuestro, pero si nos vamos a la definición de Valiente encontraremos
otra serie de adjetivos que se ajustan al grupo de hombres dirigidos
por el Cholo Simeone: fuerte y robusto en su línea; esforzado,
animoso y de valor; eficaz y activo; excelente, primoroso o especial;
grande y excesivo.
Me he sentido orgulloso de este Equipo
en innumerables ocasiones a lo largo de esta temporada (y de los dos
últimos años), pero ayer especialmente. Por varios motivos, de los
que se vieron futbolísticamente hablando, pero más de los que no
tienen que ver exclusivamente con el juego, aunque sí determinan en
gran medida el resultado.
EL VALENCIA: PARTIDO DIFÍCIL
El Atleti recibía anoche en el Vicente
Calderón al Valencia, el cuarto o quinto equipo con más grandeza en
la historia de nuestro fútbol, aunque en la actualidad atraviesa
momentos más que delicados, tanto en lo económico como en lo
deportivo.
En cualquiera de los casos, no es un
partido más, y se sabe que ganar a los ché siempre tiene mérito
(las tres últimas temporadas habían puntuado en el Manzanares: 1-2;
0-0; y 1-1).
Podía ser un partido difícil, pero en
mi fuero interno mantenía un bonito sueño: ganar 4-0. Por primera
vez en muchas jornadas, el liderato tenía un resultado alcanzable.
Así que fui pronosticando ese 4-0 a
quien me preguntaba, algo que expresé en mi propio Twitter en la
previa.
PRIMERA PARTE ÁSPERA
Sin embargo, la primera parte ofreció
la cara áspera del choque que se podía esperar y hablar de
cualquier goleada era quimérico.
La única ocasión rojiblanca en los
primeros 45 minutos fue una internada aunando fuerza y clase de Diego
Costa, que tras dos quiebros puso un centro atrás que la zaga
valencianista consiguió desbaratar, evitando el remate en boca de
gol de Arda.
El Valencia durante muchos minutos
disfrutó de la posesión. El Atleti está comodísimo y controla los
partidos, por paradójico que parezca, sin balón. Pero esa posesión
ché no se tradujo en llegada alguna, y los rojiblancos acabaron
volteando también esta faceta del juego, aunque sin consecuencias.
"NO SE PUEDE GANAR SIEMPRE"
Se presentaba, pues, una segunda parte
dura. 45 minutos por delante para seguir la estela del Barça de los
100 puntos y enfrente un rival de esos con los que se podía salir
del estadio entonando el “no se puede ganar siempre”. Pero este
Atleti sí quiere, y puede, ganar siempre.
A los dos minutos de la reanudación,
Diego Alves bloca un zurdazo cruzado de Diego Costa; a los seis, Arda
dispara alto una dejada de Villa, que debió tirar; y a los doce, un
pase de Miranda desde la derecha (tras un corner) lo toca ligeramente
Tiago y se pasea delante de la portería ante la mirada asesina y
frustrada de Villa.
“En diez minutos de la segunda parte,
hemos hecho más que en toda la primera”, le dije a mi padre.
CUANDO DIEGO COSTA GALOPA...
Dos
minutos más tarde, llegó el gol. Godín saca la pelota desde la
retaguardia en una de esas galopadas atropelladas a las que
acostumbra, deja a Diego Costa en medio campo, y el hispano-brasileño
hace el resto. Cuando Diego Costa galopa, las defensas tiemblan. Y
tanto tembló Víctor Ruiz que reculó y reculó hasta meterse en el
área, y allí el de Lagarto le recortó y la cruzó con la zurda
(1-0). Alves se la comió, y el Calderón explotó. Llegado a este
punto, quiero destacar cómo la afición, conocedora de la
importancia de este choque e interiorizada plenamente en el papel de
luchar por la Liga, subió cuatro o cinco tonos los decibelios del
estadio para dar a los suyos el aliento necesario. Y los suyos
respondieron.
RAÚL GARCÍA, DECISIVO
Minutos antes, bromeábamos con un
compañero de butaca que textualmente ha llegado a decir que “odia”
a Raúl García, con que se hacía necesaria la presencia del navarro
para decidir este partido.
El que nunca hace nada entró por un
gris Villa ya con el equipo en ventaja, pero le bastaron dos minutos
en el campo para hacer el segundo. Centro de Juanfran, mal despeje de
Mathieu y Raúl García la revienta con la zurda a la red (2-0).
Décimo gol esta temporada (seis en Liga; tres en Champions; y uno en
Copa) de la perla de Tajonar, que ya no parece una ostra como le
consideran algunos, y se coloca como segundo máximo realizador del
equipo, adelantando a Villa.
Con el 2-0 el Atleti se desató y el
4-0 anhelado comenzó a verse como posible.
DIEGO COSTA Y LOS PENALTIS
Cada balón para Diego
Costa desembocaba en una cabalgada furiosa rumbo al área. Y dos de
ellas terminaron en penalti.
En el primero le trabó Víctor Ruiz;
en el segundo le agarró de forma descarada Barragán.
Entre un penalti y otro pasaron ocho
minutos y muchas cosas. El primero lo paró Diego Alves, que es un
especialista en penaltis, algo que Diego Costa no es. Le marcó el
lado hacia donde iba a lanzarse y hacía allí dio un paso antes del
disparo. Pese a ello, Diego tiró allí. Tres fallos en seis penaltis
(Celta, Austria de Viena y Valencia) es un porcentaje de error bastante alto como para pensar en dejarlo.
Sin embargo, la afición del Atleti es
diferente (le coreó el “Diego Costa, alé alé”) y este Equipo
también. Diego Costa vuelve a caer en el área. Quien más quien
menos piensa que mejor que no lo tire él. Pero en una muestra de
compañerismo y confianza en su nuevo líder, Gabi le lanza la pelota
a Diego Costa (le dio en la cabeza, por cierto) y Arda, Filipe y
otros tantos, fueron a convencer al hispano-brasileño de que ese
penalti volvía a ser suyo. Y Diego Costa respondió a la confianza
con un zapatazo por el centro (3-0). 17 goles en 16 partidos.
Pichichi con Superman Cristiano. Uno costó 94 millones de euros. El
nuestro, tres...
En esos momentos le pregunté a mi
padre cuántos de los futbolistas en el campo estarían pensando en
marcar el cuarto para ser líderes. Yo aún no lo sabía. Pero eran
todos.
GRANDE EL ENTRENADOR; GRANDE EL CAPITÁN
Cuando llegué al bar para tomarme la
de la victoria, pude ver con orgullo y admiración cómo Simeone
jaleaba a los suyos en la celebración del 3-0 al grito de “uno
más, un gol más”. Y entonces pienso:
¡Qué grande es el Cholo! Es increíble el carácter ganador que ha imprimido este hombre a la plantilla.
¡Qué grande es el Cholo! Es increíble el carácter ganador que ha imprimido este hombre a la plantilla.
Ya en el coche, camino a casa, escucho
a Gabi en la Cope. Pregunta: “¿Qué te parecen las palabras de
Muntari diciendo que quiere al Atleti en el sorteo de Champions
porque es el rival más débil?”.
Respuesta: “Ojalá que nos toque el
Milan”. Y entonces pienso: ¡Qué grande es Gabi!
Y no sé ustedes, pero cuando llego a
casa, ya en la cama, con las luces apagadas y alejado de los focos
del Calderón, aunque con el rumor del estadio todavía flotando en
mi cabeza, me acuesto pensando que todo es posible y, por primera
vez, sueño con que este Atleti pudiera ganar la Liga. Y la
Champions. Es que es muy grande.
2 comentarios :
Fue un partidazo y una segunda parte tremenda. Como dices da orgullo ver y escuchar a gente como el Cholo y Gabi. Ojala que ganemos al Milan y ojala podamos mantener este ritmo en la Liga.
Forza Atleti!
Brutal Diego Costa, brutal Raúl García y brutal Simeone pidiendo uno más.
En la prensa dicen que esa ambición rompe el "partido a partido". Nada más lejos.
Lo que más importaba el domingo era ganar al Valencia y cuando juegas al fútbol quieres ganar y marcar, cuantos más, mejor.
Un saludo desde Paseo Melancólicos.
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